Red de colegios SIP y su fórmula para el éxito en la educación pública

Lily Ariztía nos explica cómo esta red de colegios particulares subvencionados se las arregla para brindar educación gratuita de excelencia a alumnos vulnerables

Por Antonia Laborde @antonialaborde | 2013-04-09 | 12:00
Tags | educación, SIP, escuelas, colegios

Los 19 establecimientos que componen la red SIP (Sociedad de Instrucción Primaria) han demostrado que con pocos recursos se puede entregar la herramienta para que las nuevas generaciones salgan de la pobreza: buena educación. 

Cuando a Lily Ariztía, gerente general de la red de colegios SIP, le proponen hacer una reunión de oficina, pregunta "¿Cuántos libros me va a costar?". Así que, en lugar de eso, se juntan en torno a unas galletas McKay y la diferencia se invierte en útiles escolares. "Tenemos un cuidado extremo con los recursos", cuenta esta profesora de profesión, que hoy lidera el sistema más eficaz de enseñanza de entre todos los colegios particulares subvencionados. 

La red de colegios SIP recibe del ministerio de Educación exactamente la misma cantidad de recursos que el resto de los colegios particulares subvencionados y menos que los municipales, que reciben otros apoyos directos. Sin embargo, su promedio PSU es de 554,2, ubicándose casi 80 puntos por sobre los colegios de su mismo tipo y mirando no tan de lejos los 607 puntos de los particulares pagados. 

Y no es que la tengan fácil: La mayoría de los colegios de la red SIP están instalados en zonas marginales y no tienen sistema de selección, por lo que sus niños vienen con los mismos problemas y carencias que los de escuelas municipales. 

De hecho, aunque la ley obliga a los particulares subvencionados a recibir 15% de alumnos vulnerables completamente gratis, ellos reciben, dependiendo del colegio, entre 48% y 67% de este tipo de alumnos. El resto de los alumnos pagan un copago de sólo $6300 mensuales en promedio.

Es así que, según varios estudios, corrigiendo sus resultados según capital cultural inicial de las familias, logran resultados equivalentes a los de los particulares pagados. Resulta evidente, entonces, que algo hacen - que no es magia- para marcar la diferencia. 

¿Cuál es su visión de la educación?

"Las 1.300 personas que trabajamos en esto creemos que mediante la educación se puede, que es un mecanismo de igualdad de oportunidades. Estamos completamente convencidos de que el niño que nace en Las Condes tiene la misma capacidad intelectual que el niño de Lampa, por lo que el colegio es el medio que el niño tiene para poder suplir lo que los padres no han podido darle. Creo que el principal pilar de nuestra institución es la confianza y el respeto transversal, desde el director hasta el auxiliar, pasando por cada alumno." 

Lily explica que los valores no se enseñan en una clase de Formación Ciudadana, sino que se entregan todo el día, desde que el alumno entra hasta que sale. Aspectos básicos de respeto y convenciones sociales que los niños no traen desde sus casas, ellos se las entregan, desde mirar a los ojos cuando se les habla, ponerse de pie al entrar alguien, tomarse el pelo para ver bien, etc.

¿Son muy estrictos?

"Tenemos preestablecidas reglas muy claras, la primera y la principal es el respeto, yo respeto al otro en la medida que le doy libertad para que aprenda. No hay que olvidar nunca que la escuela cumple un doble rol: que aprenda a convivir en sociedad y que aprenda a trabajar para ella." 

"Nosotros les inculcamos a los niños desde kinder que convivir en sociedad significa escuchar al otro, hacerse cargo de él y eso se da en una ambiente de aprendizaje adecuado, donde si hay niños con problemas de aprendizaje, se les pueda ayudar y si hay niños con talentos especiales, se los pueda hacer sobresalir."

Esta red de colegios existe desde 1856 y han sido miles los alumnos que se han graduado bajo este sistema educativo, entre ellos, Benjamín Paz, dueño de la constructora Paz Froimovich y René Tejías, quien reemplazó a Jaime Mañalich en la dirección de la Clínica Las Condes.

Son entre 42 y 45 alumnos por sala, donde al menos el 48% son prioritarios, esto quiere decir que tanto la mensualidad como el uniforme y los libros, les resultan 100% gratis.  

¿Cómo es el trabajo con los apoderados, siendo niños con familias inmersas en una realidad muy difícil?

"Hay de todo. Lógicamente nuestra creencia es que a mayor compromiso de los padres, mejor resultado y es así y lo podemos demostrar. Muchas veces pasa en sectores de pobreza que la vulnerabilidad familiar es muy fuerte y hay familias muy disfuncionales. Generalmente hay un padre o una madre o una abuela que es el puntal y con esa persona trabajamos. Es más fácil trabajar con los padres de los niños chicos, ya que todavía tienen la ilusión y saben que pueden aportar." 

"En la pobreza del Chile actual pasa que un padre de quinto básico ya se siente que sabe menos que su hijo y que le explique matemáticas es difícil. Nosotros también tenemos una escuela para padres donde los animamos a que estén ahí, que le exijan al niño que cumpla con sus deberes y que nos apoye en lo que nosotros le ensañamos, sobre todo en la parte valores: que le exija ser puntual, que esté limpio y ordenado, que haga las tareas, etc."

Dentro de las distinciones que tiene esta red sobre las otras es cómo aprovechan los espacios de libertad de enseñanza que entrega el ministerio de Educación. Existen horas reglamentarias que deben cumplir con cada asignatura, pero también están las de libre disposición, donde le ponen un especial énfasis a matemáticas, lenguaje y deporte. 

Tienen además planificaciones muy detalladas para cada ramo, pero los profesores pueden hacer uso de ella o no. "Es como las lentejas, si quiere la toma, si quiere la deja, pero en cuatro meses más nos vemos para ver lo enseñado", dice Ariztía. Personas externas al curso realizan tres veces al año un sistema de evaluación, que se realiza el mismo día en todos los colegios para ver cómo han avanzado.

Lo mismo para los directores. Tienen políticas y evaluaciones comunes, pero libertad de acción dentro de cada colegio. Lo importante, después de todo, son los resultados.

¿Cómo son los profesores, reciben algún tipo de capacitación?

"Ahora hay una cosa pegada en la sociedad de que la educación no se puede cambiar porque los profesores son malos. Estoy en completo desacuerdo con esta afirmación.

Estoy convencida de que los profesores son buenos y pueden ser mejores. Son buenos porque han elegido una profesión que es de servicio social. Muchas veces pasa que no son los mejores puntajes los que estudian educación, pero sí es gente con vocación y esa es la materia prima. Nosotros los acompañamos a través de un sistema de asesorías en las aulas, tutores especializados que van a clases, mira cómo lo hacen, ayudan y les enseñan cómo pueden hacerlo mejor."

Santiago centro queda igual de lejos que Nueva York

La curva dentro de un colegio generalmente está distribuida en que un 10% de los alumnos tiene problemas de aprendizaje, un 80% es plano y un 10% tiene un talento académico/intelectual. En la red de colegios SIP se concentran principalmente en los dos extremos. Hay mucha variedad en las clases extraprogramáticas, existen talleres artísticos, de robótica (dos alumnos se encuentran en la final de un concurso de esta área en Estados Unidos) y mucho deporte. 

"Igual todo es poco para lo que se debiera hacer. Si tuviéramos más recursos, si me pagaran buses... Tenemos que pensar que trabajamos con niños que no conocen el centro, saben que Santiago fue fundado en el borde del río Mapocho en el que hoy se conoce como cerro Santa Lucia, pero para ellos ese cerro eso es tan lejano como Nueva York o Berlín. Nuestra labor es acercarlo, pero es súper caro, son 80 mil pesos traer un curso y los recursos son escasos", cuenta Ariztía.

A pesar de las carencias, resultados.

Los recursos y las vacantes son un problema. Según el último Censo, hay 150.000 niños menos de entre 5 y 9 años en comparación con la última medición. Lily reconoce que esto les ha afectado y que a pesar de que no hay salas con quince alumnos, sí se echan de menos seis o siete en algunas aulas, lo que se les significa un déficit importante. Otros espacios vacíos, pero que se han ido llenando, se producen en primero medio, cuando los buenos alumnos emprenden rumbo los liceos de excelencia como el Instituto Nacional, Carmela Carvajal o el Lastarria. 

Desde el año pasado y gracias a una donación que recibieron, pudieron hacer un estudio respecto a cómo les ha ido a los ex alumnos de la red: Pasaron el examen. Todos sus ex-alumnos son estudiantes de educación superior o están inmersos en el mundo laboral. 

El objetivo del colegio se cumplió: Nadie se quedó, como decían Los Prisioneros, pateando piedras.