Aunque estén en Dicom, aunque no tengan un trabajo estable y aunque no puedan pedirle plata a otros bancos, si quieren emprender con un negocio propio, son bienvenidos.
Esa es la política de Banigualdad, una fundación que entrega créditos a las personas más vulnerables de nuestro país para darles una oportunidad de salir adelante. Se basaron en la idea de los microcréditos que implementó el famoso Muhammad Yunus en Bangladesh, a través del banco de los pobres. Con éxito probado, ese modelo llamó la atención de todo el mundo y se materializó en Chile. Desde el 2007 hasta hoy, Banigualdad ha entregado más de 200.000 microcréditos en 130 comunas a lo largo de Chile a personas que tienen buenas ideas de negocio para subsistir o crecer, pero que por falta de financiamiento muchas veces se quedan en el mundo de los sueños.
Felipe Vergara trabaja en la fundación. Hace 4 años la urgencia del 27F lo llevó a dejar su trabajo en la banca de inversiones, para dedicarse a un mundo con muchos menos ceros. Esta experiencia con pequeños emprendedores lo motivó a tal punto hoy sigue como Gerente de Créditos. Nos contó cómo funcionan los microcréditos y su experiencia personal.
¿Cómo llega a enterarse una mujer que tiene la idea de instalar un taller de costura de que existe la posibilidad de pedir un préstamo sin importar su condición económica? Felipe nos explica que diferentes asesores de emprendimiento de Banigualdad detectan diferentes barrios o zonas donde se podría necesitar ayuda para llevar a cabo alguna buenas ideas de emprendimiento. El primer paso es darse a conocer con publicidad y hablar con los líderes vecinales sobre las características el sector y sobre la labor de la fundación. Poco a poco se empieza a correr la voz y todos los interesados son invitados a una reunión donde se les explica cómo funcionan los microcréditos.
Los microcréditos no son comunes y corrientes. Son créditos de bajo monto que se pagan semanalmente y que tienen un aval colectivo. ¿Qué significa eso en simple?
Estos pequeños préstamos que varían entre los 70 mil y los 800 mil. Se prestan por ciclos, para ir probando la capacidad de pago de las personas. Por ejemplo, una primera vez se presta entre 70 y 150 mil pesos, si todo funciona la segunda vez se presta hasta 200 mil y así se va aumentando poco a poco. Este dinero debe ser pagado en cuotas semanales y el aval es un grupo de personas.
Si alguien quiere conseguir un microcrédito, debe unirse por lo menos a otras 15 personas que vivan cerca y que también busquen emprender. Cada uno recibe el monto solicitado y puede ser diferente para cada caso (costurera, peluquera, mecánico, etc.), pero es el grupo entero el que responde por cada uno de los que debe. En caso de que alguien no pague una cuota, entre todos se hacen cargo y la pagan, un aval solidario.
"Queremos potenciar la vida de barrio, las redes, los contactos. Muchas veces al vecino no lo conocen, entonces esto permite que se vayan fortaleciendo esas conexiones que en cierta medida existen", explica Felipe. Esa solidaridad da muy buenos resultados, de hecho el 99,5% de los créditos de Banigualdad se pagan: "Al final dejar de pagar no es dejar de pagarle a un banco que gana millones de pesos, sino dejar de pagarle a personas como tú, como yo, que también les cuesta y que los estoy perjudicando muchísimo".
"Ahí está la clave de funcionamiento de nosotros. En primer lugar hay un asesor de emprendimiento, que son trabajadores sociales o técnicos sociales que saben cómo manejar grupos (…) Siempre hay un margen de error y puede haber un desertor que no quiera pagar más. Ahí nuestras herramientas son el propio grupo. Como nosotros no le impusimos al grupo qué personas incluir, son ellos aceptan a quienes realmente consideran que va a ser responsable. Por eso, si al grupo le va bien o le va mal, ellos ya son conscientes que deben hacerse cargo".
La otra parte fundamental del trabajo es educar a las personas en el emprendimiento, ya que poco serviría si solamente los ayudaran con dinero. Como los créditos se entregan por 20 semanas, los asesores se reúnen una vez por semana con cada grupo para capacitar a las personas en gestión, administración de negocio, publicidad, temas contables, etc. En todo este proceso también se los va instruyendo para que sobrevivan en el mercado formal. ¿Qué quiere decir esto? Que formalicen su negocio con SII, que aprendan de la importancia de estar al día con las deudas, etc.
"Lo que queremos hacer en Banigualdad es entregar una ayuda económica, pero también ayudarlos a salir adelante y por eso queremos capacitarlos. Que mejoren su calidad de vida no sólo por la parte económica, sino que también formar capital social: generar líderes. Hay personas que han terminado siendo concejales o presidentes de la junta de vecinos", comenta Felipe.
"En primer lugar, son mucho más responsables que los hombres. Yo siendo hombre lo reconozco y lo he visto en terreno: las mujeres realmente son más sacrificadas y más responsables. En general en Chile, todavía la fuerza laboral femenina sigue siendo baja con respecto a otros países de Latinoamérica y el mundo, tenemos bajo un 50% de participación laboral femenina.
Pero detectamos que las mujeres en Chile sí tienen una vocación emprendedora y, aunque no lo dicen abiertamente, tienen negocios que hacen al interior de sus casas, porque muchas veces no pueden salir a trabajar en horario completo porque tienen que cuidar a sus hijos (…) Esto les permite esa flexibilidad de horario y de tiempo para preocuparse de la familia y de entregar un segundo ingreso a la familia". Felipe se ha impresionado al ver lo esforzadas que son: "Yo he visto historias que realmente son para sacarse el sombrero y hacerles un monumento, porque son súper notables", asegura.
"Ponemos ciertos requisitos para los hombres. Dentro de un grupo no pueden haber más de 3 hombres. Les cuesta, pero lo entienden. Lo que pasa también es que los hombres dicen Yo quiero emprender porque estaba empleado y ahora me quedé sin trabajo y quiero hacer un nuevo negocio. ¡Bienvenido! Pero muchas veces cuando encuentran un trabajo estable con contrato y todo, vuelven y abandonan el emprendimiento. Eso es lo que hemos visto con nuestra experiencia".
"La persona que es ordenada, en general el negocio le anda bien. Que lleve bien las cuentas, pero también que sea sacrificada (…) Hay que tener cierto filtro y uno se da cuenta de las personas que son esforzadas, que se sacrifican, se levantan temprano en la mañana y hacen todo lo humanamente posible para que al negocio le vaya bien, con compromiso hasta el final.
El compromiso, la responsabilidad, el orden y la perseverancia. Al final muchos de los negocios que estos emprendedores levantan no van a tener resultados de inmediato y a algunos les van a dar ganas de abandonarlo. Pero lo que hemos visto y, hay miles de casos exitosos en la fundación, que realmente gracias a perseverar en los momentos difíciles, finalmente lograron éxito en su emprendimiento".
"Se mezclan varias aristas. En primer lugar creo que no hay que ser tan radical: Ni entregar solamente subsidios a los emprendedores, ni dejar que sólo el mercado se regule para apoyar a los emprendedores. Creo que aquí hay que dar pescados y enseñar a pescar.
Es importante dar pescados (…) Pero la idea es ir educando al emprendedor a salir al mercado clásico y que las cosas no son gratis. Por eso cobramos interés, no sólo para cubrir el costo de los asesores que van semana a semana a hacerles clases, sino porque también queremos dejar un pequeña enseñanza a los emprendedores, diciéndoles que la plata no es gratis".
"Hay un tema que hemos detectado que es muy importante: el ahorro (…) Hay poca cultura del ahorro en Chile, en todo ámbito, independiente del estrato social, condición económica, hay muchas ansias por endeudarse, por lo que es inmediato. Las casas comerciales ofrecen ofertas gigantescas y después hay que pagarlo. Nosotros tratamos de fomentar el ahorro para ciertas urgencias, emergencias, pero también el ahorro a largo plazo.
Otro tema es que también podrían abrirse en el futuro, y que el Estado podría potenciar, son los microseguros. Un seguro que permita que si el negocio se incendia, no acabe con la fuente de trabajo o si una persona tuvo un problema de salud y dejó de trabajar, no solo tuvo que pagar todos los costos de salud, sino que dejó de tener ingresos por todo ese tiempo".
"Me di cuenta que hay tantas personas que tienen las ganas de emprender o una idea de negocio, independiente de su condición socioeconómica, pero hay muchos, sobre todo en los sectores más vulnerables, no tienen esa oportunidad. Instituciones como ésta realmente pueden cambiarle la vida a personas que necesitaban un pequeño empujón (…) Se puede hacer algo.
El tema es si simplemente vamos a regalarle algo que va a durar un tiempo y va ir desapareciendo o queremos una solución más de largo plazo donde los acompañamos en su proceso de crecimiento. Y yo creo que eso lo que finalmente más sentido tiene. No hacer soluciones parche, sino soluciones que vayan permitiendo crecer a estos emprendedores y ayudar a sus hijos, su familia y a su propia identidad".