Gabriel Muñoz, profesor: "No se pueden usar estrategias iguales para cabros diferentes"

Se hizo profesor antes de estudiar pedagogía. Desde la docencia cotidiana descubrió cómo motivar el aprendizaje de sus estudiantes: conocer su historia, hablarles en su lengua, empujarlos a la investigación y, sobre todo, sembrar preguntas antes que respuestas.

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“Le digo a los niños que en el colegio no se estudia, que se estudia en la casa, acá se aprende".
El presente artículo es de Arelis Uribe y fue publicado originalmente en el sitio Educación2020. El artículo original se puede encontrar en este link.

Un capítulo de Cosmos sobre el electromagnetismo se reproduce en el data de la sala de clases y Gabriel Muñoz le pone pausa. “¿Qué es eso?” Pregunta a sus estudiantes del Liceo Técnico Rafael Donoso Carrasco de Recoleta. Corriente, responde uno. Voltaje, dice otra chica. Muñoz mira a su tercero medio de Electricidad, aprieta play y el documental sigue. “¿Profe, no nos va a dar la respuesta?”, preguntan sus estudiantes. “No”, dice él, “ustedes me la van a traer mañana”.

Gabriel Muñoz no estudió pedagogía cuando terminó el colegio, sino Técnico Eléctrico en la UTE (Universidad Técnica del Estado, actual Universidad de Santiago de Chile). Descubrió cómo ser profesor en la práctica, no en la academia. Después de titularse, fue gerente en varias empresas. En el año '98, se acercaba a los 50 años y sus hijos ya habían terminado la universidad. Con la responsabilidad económica más liviana, se dijo “ahora me voy a lo que siempre quise: hacer clases”.

En estos 15 años dentro del aula, descubrió que el mayor reto es interesar a los jóvenes en el conocimiento. Para eso, se pasea por distintas técnicas, tan diferentes como los estudiantes de su sala, que van de las salidas a terreno al uso de material audiovisual y el abordar los contenidos “con el lenguaje de los cabros, no con términos difíciles”. Todo para que los jóvenes no se le duerman arriba de la mesa.

Un estilo de vida


Muñoz se considera un profesor 24/7: nunca para de enseñar, porque espera que sus estudiantes siempre quieran aprender. “Si un estudiante levanta la mano es porque está ansioso de preguntar. Eso es aprendizaje puro. No puedo decirle que eso no está en el currículum o que estoy fuera del horario de trabajo. Tengo que estar ahí porque ser profesor es un estilo de vida”.

Ese estilo, para Muñoz, es ser un profesor de preguntas, no de respuestas. "Le digo a los niños que en el colegio no se estudia, que se estudia en la casa, acá se aprende. Cuando pregunto algo, que digan lo que saben. No importa si está bien o mal, lo que yo necesito es escucharlos para descubrir sus conocimientos previos y así enseñarles”.

Ése es el gran secreto de Muñoz: comprender la educación como un proceso particular. “La historia de un muchacho, su entorno y su familia, moldean su aprendizaje y yo tengo que descubrir cómo aprende para enseñarle”. Es decir, acomodar sus estrategias acorde a la diversidad de su curso. Ése fue el tope que le hizo detestar las teorías cuando finalmente estudió Pedagogía: “Cuando uno entra a la sala y conoce a los cabros, todas las teorías se caen. Los métodos no se aplican para todos por igual, cada ser humano es distinto y no puedo usar estrategias iguales para cabros diferentes”, asegura Muñoz.

Lorena Jiles, socióloga del Centro de Liderazgo Educativo de Educación 2020, opina igual que Muñoz. “Si el profesor llega a conocer la historia de sus estudiantes, puede despertar en ellos el interés por aprender. Necesitamos que las distintas habilidades de los jóvenes sean incorporadas por los profesores. No sólo como una estrategia pedagógica, sino por una cuestión de fondo que tiene que ver con respetar la diversidad humana. En ese sentido, lo que este profesor hace desde el instinto va en el camino correcto”.

Un camino que también es avalado por sus alumnos. “El profe tiene vocación. En clases insiste hasta que todos entienden. Aparte, es movido, se consigue convenios, prácticas y visitamos las empresas”, dice Gean Zúñiga. “Famoso”, según sus compañeros, porque salió de cuarto medio en 2010 y ahora trabaja en Minera Escondida. Siempre visita el Liceo Rafael Donoso Carrasco para saludar a su querido profe Gabriel y para dar charlas motivacionales a sus compañeros. Otra de las ideas de Gabriel Muñoz.

Porque además de estudiar a sus alumnos, Muñoz hace alianzas. Al profe de educación física le pide que le enseñe a sus eléctricos cómo tomar correctamente una escalera o potencia el perfil dual del liceo, consiguiendo convenios con empresas y asegurándose de que todos sus estudiantes hagan la práctica.

“Para mí ésa es la filosofía: todos ayudarse entre todos”, dice el profesor, que por su carácter “busquilla”, es cotizado en el mundo empresarial. “Mis ex colegas me dicen que vuelva a la gerencia; mis alumnos, que formemos empresas”. Gabriel ya tiene 62 años, ¿dónde cree que se va a jubilar: en el mundo privado o en la escuela pública? Él no lo duda: "yo me quedo aquí, me quedo con mis cabros", dice.