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Pensaron que era una broma. Hoy su idea está acabando con la indigencia

Sam Tsemberis es el propulsor de un revolucionario sistema que supone un cambio en 180° en la política tradicional de ayuda social. Hace 20 años lo tacharon de locura, hoy su sistema ha prácticamente erradicado la situación de calle en cientos de ciudades.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2015-05-18 | 07:00
Tags | líderes, modelos, indigencia, solución, solidaridad

Todos lo conocemos. Es un hombre o mujer que, seguramente, lleva años durmiendo bajo un puente o en el portal de un edificio, acompañado solo por un par de perros que bautizó con nombres que no hacen sentido. Seguramente sufre de algún tipo de enfermedad mental (según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el 82% de los discapacitados mentales vive bajo el umbral de pobreza). Seguramente le han ofrecido ayuda muchas veces, pero siempre algo va mal. O no puede seguir tomando los medicamentos o le incomoda dormir en albergues o simplemente no necesita ayuda porque "no está loco".

¿Qué pasaría si alguien se le acercara, pero no con planes de cumplir un cierto programa establecido por terceras personas, sino para cumplir sus deseos, sean cuales sean? ¿Si quien decide cada paso es él mismo, el "loquito sin hogar" y no gobiernos, filántropos u organizaciones? ¿Si se deposita una total y perpetua confianza en el poder de decisión de esta persona?

"Jamás funcionaría", "es una locura", "es un bonito sueño, pero un sueño al final". Sam Tsemberis escuchó de todo cuando propuso esta idea. Necesitó de décadas y de resultados indiscutibles para cambiar el paradigma de la ayuda social. Lo logró y hoy el modelo llamado Housing First (vivienda primero), se está aplicando en más de 300 ciudades en Estados Unidos, Europa y Canadá con un éxito que augura el fin de la "situación de calle".

Un psicólogo inconformista

"¿Escuchas eso?" nos pregunta Sam Tsemberis. Unas sirenas contaminan nuestra conversación vía Skype. "Estamos en Nueva York" agrega, como si el ruido fuese una ineludible consecuencia y, por lo tanto, sello de garantía de vivir en la ciudad que nunca duerme.

Así como Nueva York, Tsemberis también es cosmopolita. Nació en Grecia, llegó a los 7 años a Montreal y hoy vive en La Gran Manzana, donde preside la organización Pathways to Housing, principal gestora de Housing First, un modelo de ayuda social que prioriza los deseos de las personas sin hogar, que suele ser la ubicación a corto plazo en una vivienda, y cuyos resultados de efectividad son largamente superiores a otros modelos, además de ser más económico.

Tsemberis llegó a Estados Unidos en los '80s, para estudiar psicología en la Universidad de Nueva York, justo en medio de la década de presidencia de Ronald Reagan y sus medidas que hirieron de muerte a los programas de ayuda social (en su primer año de gobierno cortó a la mitad el presupuesto para viviendas sociales). Como se suele decir, Tsemberis estuvo "en el lugar adecuado, en el momento preciso", para ser testigo en primera fila de la creación de un personaje que, desde entonces, es omnipresente en el imaginario colectivo americano: el homeless o "persona en situación de calle" como les decimos por estas latitudes.

En un tiempo relativamente corto, cientos de miles de personas a lo largo de todo el país norteamericano se volcaron a las calles, no para protestar, sino para hacerlas su hogar al no poseer suficiente recursos para costear una vivienda. Este nuevo panorama tuvo un particular impacto en la vida del entonces estudiante de psicología. "Me parecía inconcebible que en una ciudad como Nueva York, con todos estos increíbles lujos, comodidades, conocimiento, ciencia, artes... de alguna forma volviéramos a la Edad Media permitiendo que las personas durmieran en las calles" recuerda.

En 1987, Tsemberis formó parte de un grupo de outreach (alcance) que, nos cuenta, "era básicamente conducir por la ciudad en una van con otros miembros del equipo, que incluía psiquiatras, trabajadores sociales y enfermeras (...) la ayuda que ofrecíamos era un viaje al hospital (Bellevue, para personas con problemas de salud mental)". El psicólogo recuerda cómo era, más o menos, la frase con la que se presentaban a las personas sin hogar, quienes, por lo general, también sufrían de enfermedades mentales: "Bueno, parece que no estás muy bien ¿Qué tal un viaje a Bellevue?". Entre risas, admite que no tenían mucho éxito.

Incluso entre quienes aceptaban el ofrecimiento, Tsemberis sentía que no se estaba logrando nada. La mayoría, después de un breve periodo en Bellevue, volvían a las calles. Era un círculo vicioso: calles, hospital, calles, albergue, a veces cárcel. "En este país, hoy, las instituciones más grandes para personas con problemas de salud mental son las cárceles" señala el psicólogo con severidad.

Pero la experiencia, además de las frustraciones, también le dieron la oportunidad de escuchar a las personas en situación de calle y entender lo que de verdad querían: No era un viaje al hospital, ni un tratamiento para su adicción, lo que pedían, fuerte y claro, era una vivienda primero.

Vivienda primero

El problema es que nadie escuchaba el pedido, o si lo escuchaban, lo ignoraban. "Nadie estaba dispuesto a darle a una persona que estaba en la calle y quien tenía severos problemas de salud mental y adicción, la oportunidad de realmente tener una vivienda" dice Tsemberis.

El psicólogo, ya graduado, ideó un modelo versátil que buscaba satisfacer las necesidades de estas personas dándoles el poder de decidir qué pasos tomar. Su nombre, Housing First, viene de la necesidad primordial e imperante, en el 98% de los casos, de un lugar donde vivir.

Desde su creación hasta hoy, el modelo sigue los mismos principios. Primero se identifica a las personas en situación crónica de calle (que llevan al menos 1 año, seguido o esporádico, sin hogar), tomando en consideración que muchas de ellas sufren de problemas de salud mental, adicciones u otros problemas de salud. "Una vez que se ubican las personas y se ve que cumplen con los requisitos de admisión, se habla con ellos para determinar cuál es su necesidad más urgente" dice psicólogo. "No se habla de viviendas ni nada, solo se les comunica que estamos ahí para ayudarles a cumplir su meta, cualquiera que sea ella. El 98% de las personas dice que su meta es tener un lugar donde vivir. Se conversa dónde", añade. Algunos prefieren barrios donde vivieron antiguamente, otros cualquier lugar menos ese.

El equipo comienza a buscar lugares en arriendo. "Debes ser rápido en encontrar el lugar", dice Tsemberis haciendo énfasis en el nombre del modelo (Housing "FIRST"). Idealmente, en torno al mes, se firma el contrato con el arrendatario. "Hay fondos para mobiliario, así la gente llega a lugares con muebles. Luego está el equipo, cuya composición depende del objetivo del programa (creado para cada persona), enfermeras, trabajadores sociales, que les hace visitas para asegurarse de que se estén adaptando bien y luego ayudarles en el siguiente objetivo que quieran cumplir. Puede ser tratamiento, reconexión con familiares, un trabajo, pintar el lugar, lo que sea que ellos quieran. La persona decide qué hacer en cada paso del proceso", añade. El psicólogo también recalca que se buscan viviendas únicas, no hay un edificio que los albergue a todos, porque la inclusión social es parte importante del modelo.

Contra la corriente

En los '90s, cuando Housing First comenzó a circular en los círculos académicos, pensaron que era una broma. Así lo admite el Doctor Richard Bebout, presidente de los centros comunitarios Green Door, hoy fiel creyente de este modelo. "La verdad es que nosotros pensábamos que la tierra era plana, pero aquí él (Tsemberis) decía que la Tierra es redonda y dijimos 'Debes estar bromeando'".

El principal desafío del modelo fue cambiar la perspectiva de los programas de ayuda social. "Muchos de nosotros hemos sido entrenados para pensar que  la gente con problemas mentales no puede gestionar su vida, que necesitan de supervisión si se les da vivienda. Estamos entrenados para creer que la gente que tiene problemas de adicción no podrán controlar su adicción para quedarse en una vivienda. Hemos aprendido mucha información imprecisa. El principal desafío fue dejar ir todo eso y comenzar a creer en otra forma de trabajar. Una vez que hacemos esa conversión y comenzamos a aceptar el punto de vista de la persona a la que tratamos, se vuelve mucho más fácil" dice el Tsemberis.

El psicólogo supo que la única forma de validar su modelo era mostrar que funcionaba mejor que el modelo tradicional, que él llama "Tratamiento primero y luego, quizás, vivienda". Desde sus primeros intentos en los '90s, con apenas un puñado de indigentes, comenzó a publicar sus resultados. En 1997 hizo un seguimiento a personas que habían formado parte de su programa y descubrió una tasa de retención (personas que no volvían a las calles) impactante: 85%. El modelo más exitoso que le sigue, hoy en día, llega tan solo a un 60%.

El éxito con las personas también era un éxito en cuanto a eficiencia económica. Sucesivos papers y casos de éxito en los primeros años del nuevo milenio demostraron que el modelo Housing First era para el gobierno mucho más barato de aplicar. Investigaciones más recientes indican que, entre cárceles, albergues, hospitales, etc. el costo promedio para el gobierno de una persona en situación de calle es de 20.000 dólares (cerca de 12 millones de pesos chilenos). Darle una vivienda y apoyo de un trabajador social cuesta menos de la mitad, US$ 8.000.

Costos municipales de alojamiento por noche publicados por Pathways to Housing. De izquierda a derecha: Housing First ($ 57), refugio en NY ($ 77), cárcel ($ 232), hospital psiquiátrico estatal ($ 718) y hospital de NY ($ 1200).

Con resultados, Tsemberis y su organización Pathways to Housing fueron sumando mayores apoyos del gobierno, precisamente contratos, que le permitieron solucionar la difícil tarea de convencer al arrendador de tener inquilinos con problemas de salud mental que antes vivían en las calles. Como organización sopesan eso, ofreciendo garantías de que se harán los pagos a la fecha y de que habrá un equipo profesional apoyando la reinserción social de la persona que utilizará la vivienda.

¿Posible fin de la indigencia?

En los últimos años el modelo Housing First ha sido adoptado por varias organizaciones en cientos de ciudades en Estados Unidos, Europa, Canadá y Australia. Uno de los casos más llamativos es el del estado de Utah, que comenzó a aplicar el modelo en 2005 y que ha logrado reducir el número de indigentes crónicos en un 75%. Expertos estiman que actualmente hay menos de 300 en todo el estado y que para final de año todos ellos tendrán un techo propio sobre sus cabezas. En otras palabras, de los 3 millones de personas que habitan Utah ninguno estará sin hogar permanentemente en 2016.

A nivel de gobierno, el modelo es apoyado por el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los Estados Unidos y está incluido dentro de "prácticas eficaces" del Consejo Interagencias de Personas sin Hogar. Pese a ello, el modelo aun no es financiado a nivel nacional. Según Tsemberis, este es el principal obstáculo que debe sortear para solucionar el problema de la indigencia crónica de una vez en todo el país.

¿Estamos mal como sociedad?

¿Pero por qué un sistema tan poco efectivo como el "tradicional", está tan establecido? Tsemberis no se muerde la lengua:

"Hay un larga historia en la mayoría de los países sobre cómo el público gestiona los programas para los pobres. Creo que es muy inusual para una sociedad hacer un programa para los pobres donde ellos tienen la última palabra. Usualmente, ya sea una caridad gubernamental, de la Iglesia o de algún filántropo, hay una expectativa de que el filántropo o la persona que esté haciendo la 'buena acción' esté al mando del programa".

"Hay una creencia sutil, pero fuerte, de que los pobres son pobres porque hicieron algo, de que son responsables de esta situación... La actitud frente a la pobreza es 'bueno, esta gente no lo hizo bien, así que nosotros, la gente buena, inteligente, con poder, nosotros vamos a mostrarles cómo se hace'. Es un enfoque muy condescendiente y debilitante ante la pobreza, y pese a que es ampliamente practicado, creo que ha interferido en la efectividad que hemos tenido".

QUÉ OCURRE EN CHILE

El programa Programa Calle Chile Solidario del Ministerio de Desarrollo Social, cuenta con un diagrama que muestra los pasos a seguir en el tratamiento de una persona en situación de calle con problemas de salud mental. En él se menciona la ubicación de las personas en instalaciones de acogida, a través del Hogar de Cristo, en el quinto paso de un total de seis.

¿Crees que este modelo podría funcionar en Chile?