Muchas veces un buen artista depende en gran parte por lo que le ha tocado vivir. Las historias potentes de vida marcan para siempre y los mejores exponentes de la música, plástica, literatura, etc. llevan en sus vidas más de una cicatriz importante. Y si bien el haber tenido un pasado difícil no es necesariamente determinante para llegar al éxito; si se da mucho que aquellas personas que han vivido episodios fuertes, comunican mejor que otros porque llegan directo al alma al expresarse desde la verdad, el dolor, el aprendizaje y la humildad.
¿Por qué?, porque son personas reales, de carne y hueso y el público los familiariza más rápido y les cree el cuento, porque se nota que comunican con la verdad, y notan además que este tipo de artistas está confiando en ellos algo tan personal como sus historias de vida y de dolor. Porque hablan e interpretan desde el conocimiento, desde la experiencia y porque cuentan con una sensibilidad y empatía superior que traspasan en sus obras.
Benjamin Clementine es uno de estos personajes. Tuvo una infancia difícil, unos papás poco presentes, muy religiosos y castigadores que se separaron cuando él era muy pequeño. Su infancia fue rebelde y esto lo obligó a dejar el colegio a los 16 años, y a vivir una vida de nómade desde muy joven, la que lo llevó a vivir en las calles de París por más de un año. Aquí fue cuando decidió cantar en el metro para poder comer, y autodidacta como siempre, aprendió a tocar el piano como los dioses y hoy simplemente nadie lo frena. Si bien sus letras son verdaderos poemas desgarradores que tocan al alma y que llaman a la esperanza; su talento es indiscutible y su voz un verdadero privilegio, por algo ya muchos hablan de él como “la mejor voz surgida de los últimos tiempos” o como “Nina Simone resucitada en hombre”.Escuchémoslo un poco para que entiendan el por qué.
Benjamin nació en Ghana, África, pero rápidamente se mudó con su familia a Londres, por lo que tiene nacionalidad inglesa. Es el menor de cinco hermanos y fue criado por su abuela, de quien dice que cuando era joven, sólo creía en ella, que era su madre, su amiga y su diosa; porque nunca tuvo una buena relación con sus padres. Pero cuando la abuela murió, debió volver a la casa paterna y tener que soportar ser ignorado ya que sus padres no toleraban que fuese “tan raro”.
Dueño de una personalidad muy tímida e introvertida, y víctima de constante bullying por parte de su propia familia y compañeros de escuela porque lo encontraban afeminado, Benjamin creció con una rebeldía oculta, que explotó a los 16 años cuando lo echaron del colegio.
Y así su adolescencia fue muy complicada y solitaria. Se encerraba a leer novelas inglesas y poesía francesa (T.S Elliot, C.S Lewis, Rimbaud, Baudelaire,etc.) y a escuchar música clásica, y él cuenta en entrevistas que la única persona que le daba real cariño era su hermano mayor, quien le incitó a tocar piano y a leer, ya que era un gran aficionado de la literatura. Además cuenta que su madre nunca estaba presente, por lo que quien le enseñó a respetar al prójimo fue su hermano Joseph, de quien heredó su primer piano.
Este sentimiento de soledad y de abandono lo traspasa a su música y las canciones que hablan de su infancia siempre aluden a la soledad y a la falta de cariño. "Nunca en el campo de la afección humana/ se dio tanto a cambio de tan poca atención" o "Estoy solo/ solo en una caja de piedra/ me dijeron que me querían, pero estaban todos equivocados". Aunque él mismo reconoce que siempre fue un “niño malo metido en problemas”, y que quizás por eso mismo nunca le gustó a su familia.
A los 16 años se fue de su casa a vivir al departamento de un amigo y mientras modelaba para ganarse unos pesos y colaborar con los gastos de la casa. Pero tiempo después se pelearon y así fue como a los 19 años decidió dejar todo e irse en búsqueda de una nueva vida a París, ilusionado y esperanzado de que sería más feliz y que podría dar a conocer su música, oculta por tanto tiempo en su cabeza introvertida.
Pero nada fue fácil. Apenas tenía para comer, y se convirtió en un vagabundo, deambulando de albergue en albergue, pidiendo limosna en las calles por varios meses. Pasado un tiempo, se armó de valor y decidió usar por primera vez su voz para ver si conseguía más dinero, y así fue como empezó a cantar sin instrumentos en las estaciones de metro. Y la gente se enamoró de su voz y le empezó a ir mejor, compró una guitarra usada y así empezó a tocar en bares y hoteles y ya le alcanzaba para pagar un hostal. De a poco las cosas empezaron a mejorar, hasta que un día se encontró en un boliche con el productor musical Matthieu Gazier, cofundador del sello Behind, y su vida dio un vuelco de 180°.
Y si bien recuerda este tiempo como algo doloroso, rescata que “esa clase de vida formó mi espíritu. Es algo que ha influido en mi forma de ver la vida y el mundo. Puedes vivir sin casi nada. Y puedes tener fe, aunque no tengas nada. Al final siempre habrá un mañana. No es algo que le desee a nadie, pero es una de las razones por las que mi música es como es. Cantar en el metro era una forma de ganarme la vida. Yo solo quería un mañana. Si no haces nada, empiezas a pensar en la muerte como una opción”, aunque de todas formas agrega que “dormir en la calle, lo hace mucha gente, así que no voy a suavizarlo".
El productor con buen ojo no dejó escapar a este artista desconocido que le recordaba tanto a Nina Simone, por lo que rápidamente le ofreció llevarlo a la televisión, grabar su primer EP y llevarlo a conciertos de invitado. Y en el Festival de Cine de Cannes del 2012 cantó una canción, al terminar su presentación, el propio Paul Mccartney se le acercó y le dijo que debía continuar cantando porque tenía un talento sorprendente.
No fue el único, la crítica rápidamente se enamoró de su voz, de su particular forma de tocar el piano con pies descalzos y de su poesía, porque sus canciones son verdaderas obras literarias. Lo comparan también con Edith Piaf, Antony Hegarty, Leonard Cohen y Jimi Hendrix, de quienes se reconoce un profundo admirador. Es decir, con puras leyendas de la música, por lo que tiene, sin duda, un futuro esperanzador.
Luego de un tiempo firmó contrato con la EMI y lanzó dos EPs que fueron un éxito y en marzo de este año lanzó su primer álbum “At Least For Now” que cuenta con 13 canciones que mezclan estilos como el jazz, la música clásica y el folk, y que fue recién escogido como el mejor disco del 2015 por el Mercury Music Prize, un conocido premio en Reino Unido, el que dedicó a las víctimas de los ataques en París, a quienes describió como héroes.
"Los más grandes héroes en la vida son los anónimos. Eso es lo que yo creo. Tus vecinos son héroes. La gente que ves en la calle dando de comer a un bebé. Esa gente son héroes porque viven en situaciones difíciles pero aun así quieren salvar una vida”, es lo que dijo al recibir el premio.
Como dice en su canción The People and I, “Escribo para la gente y yo /Hablo para la gente y yo”, y eso es lo que más rescata él y la razón por la que decidió dedicarse a la música, porque “Eso es todo lo que quiero para la humanidad. Sólo quiero que nos entendamos entre nosotros. Ese es el objetivo de mi música, porque para mí, la música es una forma de tener esperanza, de tener buenos sentimientos sobre uno mismo. Y soy consciente de cuánto necesita eso la gente. El amor y la confianza son las cosas más importantes. Solo estoy haciendo esto porque la gente debe tener esperanza”.