Imagen: Nicolás Cruz: Director nacional de JAB

Nicolás Cruz: "Antes de intervenir un barrio les preguntamos qué es lo que quieren"

Fundación Junto Al Barrio actúa como una incubadora de proyectos sociales, articulando a vecinos con organismos estatales y privados.

Por Federico Bierwirth | 2013-03-22 | 12:15
Tags | pobreza, ONG, JAB
"Por la misma razón que nos dicen que no vayamos, nosotros vamos"

La pobreza sigue siendo en Chile uno de los temas más preocupantes para el Gobierno actual y los que vendrán, qué duda cabe. Mientras las autoridades discuten sobre cómo solucionar el problema, la desesperanza en las calles de las poblaciones más marginales se alimenta de droga y delincuencia.

Hace 11 años un estudiante de arquitectura llegó a vivir a la población Los Nogales, mientras trabajaba en el Hogar de Cristo. Estuvo viviendo allí casi dos años, tiempo en que conoció en carne propia las necesidades de la gente y el día a día de los sectores vulnerados. Desde entonces, Nicolás Cruz no salió más de ese lugar y ahora comanda la fundación Junto Al Barrio (JAB), su gran proyecto, que busca mejorar la calidad de vida de cientos de pobladores y combatir los problemas que produce la segregación social.

Su mensaje es uno sólo: Hacer que las personas vuelvan a creer en ellas mismas. Para Nicolás y JAB, es necesario capturar la riqueza de los barrios desde su interior para así dar paso a las soluciones y no al revés, como él afirma que funciona el sistema hoy.

“Recuerdo una vez que estaba en Montepatria y una niñita y su abuela se acercan a la dirección de obras, porque querían ampliar su casa y armar un local de completos. Preguntaron qué tenían que hacer y la directora de obras le responde que primero tiene que conseguirse un arquitecto que le haga los planos, después una constructora, luego conseguirse el permiso de edificación, después la patente para el negocio, etc. Yo miraba esto y pensaba: ¡Aquí murió el emprendimiento!”, relata explicando por qué quiso crear JAB.

Esa experiencia se repetía en muchos barrios, donde Nicolás estaba convencido de que existían un montón de organizaciones que querían tirar para adelante, pero no tenían las posibilidades para hacerlo. Lo que hace JAB es insertar jóvenes profesionales en las poblaciones y desde ahí ponerse al servicio de las personas, sin tener una idea preconcebida de lo que van a hacer en el barrio. Algunos profesionales viven cerca de las poblaciones y también contamos con voluntarios universitarios en las casas de inserción, donde se quedan durante un año o dos.

¿Cómo eligen los barrios?

Por vulnerabilidad. Hacemos un estudio, nos juntamos con el Municipio y detectamos cual es el barrio más segregado y excluido. Hemos recibido recomendaciones de algunas municipalidades de no ir a trabajar a tal barrio, pero por la misma razón que nos dicen que no vayamos, nosotros vamos.

¿Y en cuántos barrios trabajan actualmente?

Hoy estamos en 10 barrios, en Valparaíso y en Santiago, pero además, ejecutamos un proyecto junto al MINVU, la comunidad económica europea y el Hogar de Cristo, para trabajar en todas las aldeas post terremoto, en Lota, Coronel, Arauco, entre otros lugares, donde canalizamos las demandas de las personas. Esto nació porque después del terremoto fui a Villa Prat y los empresarios querían traer una capilla y un gimnasio. Al juntarme con las organizaciones sociales me contaban que principal problema era que el canal de regadío estaba roto y si no lo arreglaban pronto iban a perder toda la siembra.

¿Cuál es la clave de transformar a la víctima en un actor del cambio?

En JAB no utilizamos la palabra pobreza. Hablamos de exclusión, de vulnerabilidad, marginalidad, pero no vemos pobreza porque creemos que los sujetos que viven en las poblaciones son los protagonistas de los procesos de cambio. Con ellos diseñamos un plan de trabajo para levantar sus necesidades y oportunidades. Por nuestra parte, el área de estudios y urbanismo sistematizan todas estas operaciones para generar un master plan de inversión social, integrado con un plan urbano-social que ponemos a disposición de las municipalidades.

Nosotros no buscamos hacer talleres a la población, sino generar inversión en el territorio y que la política pública se haga cargo de los guetos de pobreza, donde hay riqueza social, pero no inversión.

¿Y cuál es tu concepto de riqueza?

Mi concepto de riqueza es que vivimos unos con otros y podemos construir cosas colectivamente. Cuando yo quiero hacer una intervención en un barrio me parece obvio preguntarles a los vecinos qué es lo que quieren. En Chile instalamos las cosas. Llega el Municipio e instala una plaza que la gente no la siente propia y se la toman los narcotraficantes. ¿Qué pasa si la plaza es construida por la comunidad, con juegos elegidos por los niños y murales pintados por los vecinos? Una plaza de 1 millón de pesos puede ser más efectiva que una de 20 millones en la medida que la gente sienta que esa plaza es suya. Manfred Max Neef dice, y yo concuerdo, que en Chile, el 80% del gasto social se destina a reparar el gasto social.

¿Trabajan junto al Programa de Recuperación de Barrios?

No, porque lo que hace ese programa es instrumentalizar la participación para instalar una política pública. Nosotros creemos que hay que trabajar con la diversidad de las organizaciones sociales y no crear un comité nuevo. Además, ellos llegan con plata, nosotros con nada. Nosotros preferimos llegar con la esperanza primero, incluso generar expectativas, las cuales vamos midiendo para ir consiguiendo que esas expectativas se vayan cumpliendo.

En el corazón de la “pobla”

Se nota que hay un trabajo emocional bastante fuerte en JAB.

Es tremendo. Los coordinadores, promotores, la gente que trabaja todos los días devolviéndole la esperanza a los pobladores, ahí se la juega Junto Al Barrio. Por eso le pusimos ese nombre. Si nosotros no somos horizontales con las personas es muy difícil provocar el cambio. Por eso buscamos gente que crea que ese es el camino, escuchando, acompañando y poniéndose al servicio de la gente.

¿Cómo han desarrollado con tu equipo la capacidad de escuchar?

La escucha activa tiene que ver con el compromiso que hacemos de instalarnos en los barrios. Durante seis meses transitamos por las calles escuchando a las personas. Las empresas, universidades y todos los organismos que nos ayudan, entienden que ese primer proceso es importante. El mensaje es “Yo no vengo a solucionarte el problema. Yo vengo a escucharte y a comprometerme contigo para resolver juntos el problema. Si fracasamos, fracasamos los dos; si tenemos éxito, tenemos éxito los dos”.

¿Y ese optimismo de dónde viene?

Yo soy muy cristiano. Lo que me mueve es una fe particular y una convicción de que el ser humano fue creado para constituirse en plenitud. Detrás de esa concepción, la caridad y la justicia, son un reflejo de la fe que tengo en Jesucristo. Si nosotros nos vemos unos con otros como seres limitados, nunca alcanzaremos una sociedad plena. ¿Cuál es la obra que puede hacer un hombre bueno? Regalarle la libertad a otro.

La droga: el enemigo de siempre

Según Nicolás, lo único que le falta a las personas es volver a creer en ellos mismos. JAB tiene proyectos de circos sociales, de plazas, de recuperación de espacios públicos, pasajes, construcción de colegios, entre todos los barrios donde estamos trabajando. Es una incubadora de proyectos sociales que busca el empoderamiento ciudadano y la organización comunicaria en el barrio.

Dentro del proceso de recuperación de barrios, ¿cuáles han sido las principales temáticas que han considerado para que un barrio funcione?

Los pobladores ven que la juventud se está perdiendo. La droga no es un problema de la población, es un problema social. Yo conozco a los narcotraficantes y cuando converso con ellos me dicen que la única forma de surgir que tienen es esa. A una señora le dicen “guárdeme este paquetito y yo le pago 300 lucas al mes" y esas 300 lucas es educación de calidad para sus hijos o que el marido no llegue reventado de la construcción en la noche, entonces... ¿cómo competir con eso? Es un problema de oportunidades que no les están dando a los jóvenes que están en las esquinas. El Estado no está llegando ahí.

¿Y ustedes cómo manejan eso?

Son seres humanos antes que narcotraficantes. Ellos no quieren la droga, a nadie le gusta ser un marginado. Todos quieren participar del desarrollo y ser mejores personas. Es maravilloso cuando un barrio se junta y las organizaciones sociales crecen generando una alternativa a los problemas en la droga. No es con represión que vas a solucionar los problemas, es con más oportunidades.