¿Qué diferencia a un profesor común de uno excelente? La pregunta parece subjetiva. Hay quienes piensan que depende del contexto en el que eduque, de las herramientas de las que dispone, del nivel de estudios con los que cuenta o de miles de factores externos que pueden favorecer o dificultar una buena docencia.
Lo anterior puede tener mucha lógica, pero una vez más, hay excepciones que rompen las reglas. El mejor profesor del país, según el Global Teacher Prize Chile 2016, trabaja en la escuela rural de la Araucanía. Un profesor que hace clases solo, a un curso de 26 alumnos de edades dispares. Un profesor que, sin grandes recursos, logra destapar el potencial de cada uno de sus alumnos. ¿Cómo? Aprovechando las ventajas del entorno, creyendo en ellos, empoderándolos, y llevando el aprendizaje a la práctica personalizada.
Estamos hablando de Eligio Salamanca, un hombre de 48 años que ejerce como director y docente de Enseñanza General Básica en la Escuela Quelhue, ubicada en la localidad mapuche del mismo nombre, a 10 km. de la ciudad de Pucón. Un profesor que también se educó en una escuela multigrado, y que tomó como misión de vida, lograr que todos sus alumnos se sientan capaces de lograr un premio Nobel, a pesar de su contexto y dificultades. Un profesor que hoy representa a Chile en las grandes ligas de la educación internacional en el Global Teacher Prize.
Al otorgarle el reconocimiento, la presidenta Michelle Bachelet, se refirió a él y a la pedagogía en general, señalando que “pocas profesiones tienen la capacidad transformadora de la pedagogía. Esa capacidad de crear intereses y de abrir caminos para niñas, niños y jóvenes. Esa capacidad de modificar trayectorias vitales, de eliminar barreras y prejuicios, para que sus alumnos y alumnas desplieguen el enorme abanico de sus posibilidades y talentos”.
Conversamos con "el mejor profesor de Chile" y esto fue los que nos dijo.
Salamanca nos cuenta que uno de los mayores desafíos que tienen los docentes en Chile es el de poder cumplir a tiempo con los estándares que exige el Ministerio de Educación y poder ganar tiempo para llevar estos conocimientos, principalmente teóricos, a la práctica, porque considera que es una de las claves para una educación eficiente. ¿Cómo? Enseñando a los niños a pensar activamente, ya que pensando pasivamente, se centran en algo que ya existe, en cambio, al hacerlo de manera activa, logran crear algo nuevo o pensar en cómo mejorar lo existente.
- ¿Qué te inspira y cuáles son las razones por las que tu método educativo es efectivo?
"Yo creo que funciona porque se ven los resultados de niños que aprenden, que desarrollan habilidades que sirven para desenvolverse en el contexto en el que están viviendo. Tenemos tres sellos como escuela:
1) La educación ambiental: creemos que es el tema principal porque es una realidad que nos permite vincular la educación teórica hacia una educación más para la vida, más concreta. Tenemos un compromiso como comuna de desarrollar, preservar y valorar el medio ambiente, porque es el principal recurso que nosotros tenemos. Como ciudadanos sabemos que la educación ambiental debería ser la preocupación principal de cualquier persona, debido a todos los problemas que tenemos ahora, como el calentamiento global, el manejo de los residuos, la dificultad que tenemos con la capa de ozono, etc. Por lo tanto cuando los niños entierran una planta acá, saben que están generando más oxígeno porque el planeta lo necesita, y así, tratamos de llevar a la práctica todo lo que aprenden en la sala de clases. Por ejemplo, a través de nuestro invernadero, nuestros alumnos desarrollan las matemáticas, el lenguaje, la capacidad de análisis y resolución de problemas, las hipótesis, las ciencias, etc.
2) La educación personalizada: nosotros tratamos de que cada uno se desarrolle al máximo y respetamos los ritmos de aprendizaje de cada uno, sin presionarlos.
3) La educación inclusiva: nosotros no excluimos a ningún niño por ninguna circunstancia, todos pueden venir, lo que significa que todos pueden optar por expectativas y sueños grandes, sin importar su contexto social, intelectual, económico. Les inculcamos que las únicas barreras son autoimpuestas y que en esta escuela nuestra misión es impulsarlos a sacar lo mejor de cada uno".
La Escuela Quelhue es un recinto educacional rural que se rige por el sistema de multigrado. Esto quiere decir que en la sala de clases de Salamanca, conviven alumnos de primero a sexto básico, compartiendo sala, materiales, textos, aprendizaje y materias a la par.
- ¿Cuáles son los mayores desafíos de enseñar en una escuela multigrado?
“Organizarse de tal modo que se pueda asegurar al máximo la cobertura curricular para que la educación sea equitativa y cumplamos con los programas y normativa que el ministerio exige. ¿Cómo lo logramos? Integrando contenidos, habilidades y asignaturas. Por ejemplo, leyendo un texto de historia podemos desarrollar esa habilidad de comprensión de lectura”.
“Yo soy defensor de las escuelas multigrado no solo porque fui fruto de este tipo de educación unidocente. El trabajar en una escuela así, permite dos cosas: la primera es que los contenidos no sólo se pasan sino que se repasan. Dentro de la sala hay mucha colaboración entre los alumnos. A veces los niños más chicos no pueden hacer algo y el más grande les explica. Entonces se les da la oportunidad de aprender y también de enseñar. Y eso es más acorde a lo que ocurre en la realidad, porque cuando salimos a la calle no todos tienen la misma edad ni las mismas habilidades y esa diversidad que está en la vida misma y en el futuro laboral de los estudiantes, es la que enriquece el aula multigrado”.
- ¿Tiene que haber diferencia entre educación rural y urbana?
“Si bien tiene que haber un marco común que asegure la mayor cantidad de habilidades claves, instrumentales y básicas para todos, sí tiene que haber un trato especial de parte del ministerio a las escuelas multigrado, porque no es posible que el ministerio mantenga exigencias administrativas iguales para establecimientos educacionales tan distintos. Ese es un gran desafío que se tiene en educación. Yo creo que es posible abreviar o simplificar los procesos de rendición de cuenta de la gestión que se hace con respecto a escuelas más grandes”.
Salamanca es un convencido de que el Estado y el Ministerio de Educación debiesen entregar mayor libertad de enseñanza, alejándose de las mediciones rígidas que, a su juicio, sólo aportan a incrementar la brecha de desigualdad.
“Las escuelas están, por obligación, tradición, por presión de los beneficiarios y por el sistema educativo que tenemos, con una gran deuda porque hay una tendencia a transmitir conocimiento, a asegurar que esos conocimientos se mantengan con instrumentos de evaluación estandarizados que marcan también el destino de los alumnos que son considerados exitosos para ir a la educación superior, para recibir becas, etc. Hay una serie de condicionantes que presionan buscando que los jóvenes den cuenta de que el sistema educativo es exitoso, más que desarrollar herramientas de creatividad e innovación con los estudiantes”, señala.
Por otra parte, Salamanca agrega que las generaciones han cambiado en su estilo de aprendizaje, en estimulación de los medios, de la informática y de la tecnología, pero que sin embargo, en las escuelas eso muchas veces no tiene cabida.
- ¿Qué crees tú que hay que cambiar a nivel de docencia en Chile?
“A los profesores nos falta tiempo de calidad para organizar bien las clases, para evaluar, para seleccionar buen material y para priorizar estrategias que puedan ser más efectivas. Creo que nos falta mucho apoyo de distintos actores que participan en el proceso educativo. Desde las personas encargadas de diseñar las materias en el Estado, como las personas que acompañan a los alumnos en el día a día, que son los apoderados”.
“Muchas veces los profesores nos tenemos que hacer cargo de carencias, condicionantes, de tareas que los niños deberían traer desde sus hogares. Los niños aprenden mucho más cuando se valora a quien se le está enseñando, ya sean sus padres o sus profesores. Los niños se predisponen a poner más atención, a trabajar con más dedicación, cuando hay detrás alguien que está siendo un buen ejemplo para ellos. Ese rol de referente hace falta. Falta ese protagonismo que guíe a los alumnos a que pese a todas las dificultades, ellos pueden llegar a desarrollarse plenamente en sus expectativas, teniendo en cuenta que el principal éxito es sentirse en paz y tranquilo con uno mismo”.
Gran parte del apoyo que ha recibido Salamanca a nivel nacional, es debido a que apuesta por cada uno de sus alumnos a metas altas y concretas, inculcándoles desde el primer día que el único límite para cada uno es autoimpuesto y que las capacidades se adquieren y desarrollan con esfuerzo, empeño y convicción. Tanto así, que es un convencido de que todos sus alumnos pueden aspirar a ser líderes y agentes de cambio, e incluso ganar el premio Nobel.
- ¿No crees que algunos alumnos tienen más ventajas por el contexto en el que viven, por tener más herramientas, porque les tocaron vivencias más privilegiadas?
“Cualquier niño, independiente de su contexto y dificultades, debe saber que el mundo está hecho para todos. El tema del Nobel va por el lado de que, por ejemplo, para ser premio Nobel de la paz, no necesito un desarrollo amplio cognitivo como quien aspira a uno de Medicina o de Ciencias. Hay inteligencias múltiples, y a eso me refiero cuando hablo de que todos pueden aspirar al Nobel. Espero que ellos logren al máximo todas sus potencialidades”.
- ¿Qué significa este premio para ti?
“Es una satisfacción plena de lograr algo que yo nunca busqué. Creo que en esta carrera, más que en cualquier otra, quien busca reconocimiento está condenado a no ser feliz, porque la felicidad no está afuera ni en otros, sino en nosotros mismos cuando logramos cumplir esos ideales propuestos. Estoy agradecido de Elige Educar por reconocer a los docentes de una forma tan explícita, porque nos entrega una responsabilidad de compromiso diario que nos sirve también para demostrar e incentivar a los alumnos con el ejemplo de que deben luchar por llegar lo más lejos que puedan. Eso que les digo a diario con palabras, de que hay que arriesgarse, hoy puedo decírselo con hechos. En educación, los hechos, son los que debiesen hablar por nosotros, entonces me siento con más herramientas para incentivar a los profesores y a los alumnos a dar lo mejor de cada uno”.