Soledad en retroceso

Por Julio Pérez | 2016-09-21 | 07:00

Entre mis pertenencias, noté que faltaban las cartas de mi novia. Con prisa, la desesperación por encontrarlas fue dando paso a la rabia; hasta que apareció ella para contenerme. Entonces no me quedó más que confesarle que las había perdido. "Lo sé, porque las botaste", me dijo. Al comienzo se lo negué, aunque no me tomó mucho comprobar que estaba en lo cierto: yo las había echado a la basura. Quise explicárselo, pero preferí abrazarla y pedirle perdón.

Verdaderamente esa madrugada me aferré como nunca a su cuerpo, al recordar que ella no estaba aquí; que ya se había ido.