Pero el Señor se equivocó cuando pensó que, por ser de una misma especie, las parejas se atraerían entre sí y sólo entre sí. Enorme fue su sorpresa cuando, pocos meses después de terminado el diluvio, vio nacer minotauros, sirenas, pegasos, grifos, centauros, esfinges, unicornios, ornitorrincos...