El tipo confesó. Todos lo oyeron contar cómo la mató y luego escondió el cadáver. Yo estuve a su lado, cumpliendo mi trabajo de defensor, y no tuve más remedio que mantener la boca cerrada. Es cierto que conocí a la víctima y que tuvimos un romance, también es cierto mí pasado en el circo; que el acusado estaba con dolencias de la garganta no resulta relevante. Lo cierto es que el caso está cerrado, el juicio terminó y el acusado está en la cárcel. Que yo tenga habilidades de ventrílocuo no cambia las cosas.