Amor

Por Ignacio Cruz | 2016-12-12 | 07:00

Tendrían un hogar, un hijo. Son felices. Arriendan un departamento asoleado. Se van a casar (nueva ley). Marcela llega al Registro Civil, radiante. No hay nadie. Aturdida, llama a casa de Carolina. “Se fue a vivir al sur”, le responden bruscamente. Desconcertada, trata de entender. Una corazonada. Entra a un ciber y revisa su mail. “Me llevan obligada. Descubrieron lo nuestro. Me trataron de inmoral, sucia, pecadora. Golpean mi puerta, debo irme. Te amo, yo…”. Se destruyen sus sueños. Rompe en inconsolable llanto. Sale a la calle tambaleando. Un abismo se abre ante sus ojos. Desaparece en él.