Dos niños, uno vestía camiseta blanca, pantalón negro, medias blancas. El otro usaba camiseta, pantalón y medias azules. Delante de ellos una pelota de fútbol. El de camiseta blanca, con el codo del brazo izquierdo hundido en las costillas de su adversario, intentaba llegar al balón. El de azul, brazo derecho extendido a la altura del pecho del contrincante, pretendía lo mismo que su rival. Sus rostros mostraban el esfuerzo que estaban haciendo para doblegar al otro. Un día, cayó de mis manos la figura de porcelana que adornaba el living de nuestra casa. El partido terminó empatado a cero.