Lecciones cotidianas

Por Julio Pérez | 2016-12-30 | 07:00

El respetado hombre gris de la gran maleta era un ser complejo. Prefería cruzar la avenida innecesariamente cada mañana camino a su trabajo, con tal de evitar encontrarse con un mendigo. Le incomodaba el tener que pasar a su lado sabiendo que no le daría ni la más irrisoria de las limosnas. Y como la apariencia lo es todo, antes de quedar como egoísta optaba darse la molestia de cambiar de rumbo. Qué ridículo. Cuando le comentaron que aquel mendigo era ciego, no hizo más que llorar. Lo supo poco después de que lo atropellaran cuando cruzó la avenida innecesariamente.