Con la Tierra al borde del colapso, nuestras naves se dispersaron a lo largo y ancho del universo en busca de un nuevo planeta que morar. Los candidatos que cumplían los requisitos para considerarlos habitables eran escasos, mas no perdíamos la esperanza. Mi tripulación tuvo la fortuna de obtener uno de los boletos ganadores, sin embargo, aquellos que pusimos nuestros pies sobre “Tholus” decidimos guardar el secreto y retirarnos como si de una derrota más se tratase. Era la viva imagen de lo que nos esperaba en un futuro no muy lejano, un mundo recuperándose gradualmente de su abusiva civilización.