El remanente

Por Julio Pérez | 2017-01-17 | 07:00

La lluvia se filtró y humedeció unas cajas. Al otro día las sequé al sol y las olvidé. Tarde se me ocurrió mirar adentro. En una de ellas guardo tus cartas. Pocas se salvaron. Pero una en particular, la primera que escribiste, floreció. Y entre la vegetación, dos cositas, dos seres, desnudos, que se aman. Somos tú y yo. No te imaginas cómo los odio: me recuerdan cosas, las reviven, me renuevan falsas esperanzas. Es por eso que riego tu última carta, la de la despedida, a la espera de que nazca algo monstruoso que nos mate de una vez.