El cómplice del asesinato

Por Julio Pérez | 2017-03-17 | 07:00

Limpió el cuchillo y lo volvió a guardar entre las cucharas y tenedores.

Una semana después, en medio de una fiesta que organizó en su casa y producto de la fatiga, se dirigió a la cocina, tomó el mismo cuchillo y, mientras cortaba el pan, comenzaron a brotar litros de sangre: efectivamente el cuchillo se había vuelto en su contra, ¡lo estaba delatando! Acorralado, se abrió las venas para poder justificar así, ante sus invitados, ese charco rojo que se expandía a sus pies. Cuando le preguntaron por qué lo había hecho, dijo que había sido un accidente.

Murió desangrado.