Imagen: César Mejías

Automática, sin pesticidas y todo el año: así será la granja del futuro

El crecimiento de la población mundial y la concentración en ciudades, proyecta un gran desafío: producir más alimentos con menos personal. Granjas casi 100% independientes de la mano humana y capaces de producir todo el año, se perfilan como una solución.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2018-10-17 | 17:00
Tags | granja, agricultura, comida, alimento, futuro, tecnología, granja vertical
“Se trata en rasgos generales de edificaciones más altas que anchas que albergan ambientes controlados por inteligencia artificial. Luz, agua y otros nutrientes son variables fríamente calculadas para el rendimiento óptimo del cultivo”.

Grandes hangares en vez de hectáreas de tierras, manejo de datos en vez de manejo del suelo, sensores y computadores en vez de tractores y cosechadoras. Aunque cueste imaginarlo, estamos describiendo una realidad cada vez más instaurada: granjas automatizadas, donde cada segundo de luz, gota de agua y grado de temperatura, se controla para el crecimiento óptimo de diversas verduras y frutas.

Hablamos, por supuesto, de las famosas granjas verticales, concepto que les presentamos hace algunos años y que ha seguido evolucionando a pasos agigantados, perfilándose ya como una solución a uno de los principales desafíos a los que nos enfrentamos: cómo alimentar a esta creciente humanidad.

Alimentar a más, con menos

Las Naciones Unidas estima que para 2050, la población mundial aumentará en casi un tercio, llegando a casi los 10 mil millones de personas, estando un 68% de ellas en ciudades (comparado con un 55% a día de hoy).

Esta simple proyección tiene consecuencias muy importantes. Mientras las ciudades crecerán (sobre todo las llamadas mega-ciudades), las zonas rurales, donde están las tierras de cultivo, se irán reduciendo más y más, como también la mano de obra en la zona, porque la migración campo-ciudad continuará agudizándose.

Es decir, mientras la demanda por esos tomates de allá y esas cebollitas de acá aumentará, paralelamente habrá menos superficies cultivables para calmar las ansias de ese rico pebre, lo que nos obliga a aumentar el rendimiento de los cultivos hasta el máximo, tomando en cuenta también la merma de la población rural.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), de las tres fuentes de crecimiento en la producción de cultivos (aumento de la tierra cultivada, incremento de la frecuencia de las cosechas y aumento de los rendimientos), las dos últimas deben ser los focos principales si queremos alimentar las panzas del futuro.

Lo que nos lleva a lo siguiente: tenemos que ponernos creativos porque los modos de agricultura actuales no darán abasto. Y aquí entran…

Las granjas del futuro

Para los románticos será un shock. En vez de mares de hojas verdes cubriendo hasta el horizonte, las granjas más modernas evocan a pipetas y salas de operación, y eso luego de superar su exterior que se presenta, en muchas ocasiones, como la cáscara desechada de una antigua operación industrial. Pero lo que importa aquí no es la poesía de las imágenes, sino los resultados.

A día de hoy, el concepto de granja vertical es sinónimo de granja del futuro. Aunque no haya una definición exacta, se trata en rasgos generales de edificaciones más altas que anchas que albergan ambientes controlados por inteligencia artificial. Luz, agua y otros nutrientes son variables fríamente calculadas para el rendimiento óptimo del cultivo. No hay nada que se malgaste, lo que se traduce en un menor gasto de recursos naturales, ausencia de pesticidas y vertidos agrícolas que puedan contaminar el medio ambiente.

El trabajo de los “granjeros verticales” no es meter mano en los cultivos, sino más bien supervisar que los sistemas informáticos que manejan todo, funcionen correctamente.

Más allá de estas indicaciones, cada granja vertical tiene sus propios métodos y técnicas que los distinguen. AeroFarms, por ejemplo, planta sus semillas en una tela hecha de botellas recicladas que se sanitiza en cada ciclo de crecimiento para evitar pestes. Para brindar nutrientes, la compañía hace uso de una “niebla” o “bruma” de nutrientes (de ahí el nombre AeroFarms), que son absorbidos por las raíces de sus cultivos a través de canales de aire.


Créditos: AeroFarms.

AeroFarms ha conseguido en pocos años ponerse a la vanguardia de la tecnología agrícola, siendo elegida recientemente como una de las compañías más innovadoras en su sector por Fast Company, además de sumar numerosos premios.

Sus métodos, señala la compañía, les permiten acelerar los ciclos de verduras de hojas y hierbas hasta en un 1000%, comparado con la agricultura tradicional, demorándose apenas 12 a 16 días desde la plantación a la cosecha y usando una ínfima parte del territorio que se requeriría normalmente (menos el 1%). La información de cada ciclo es analizada hasta el menor detalle para hacer el siguiente aún más eficiente.

El resultado es una productividad por pie cuadrado 390 veces superior a la agricultura tradicional, y ojo, ocupando un 95% menos de agua. ¿Y qué tanto pueden producir? Su planta principal, en Nueva Jersey, tiene una capacidad de producción de 900 toneladas anuales.

Pero AeroFarms no es la única compañía de agricultura vertical ni mucho menos. Bowery, una startup apoyada por varios fondos de inversión (entre ellos, el de Google), también utiliza métodos de hidroponía (cultivar en soluciones minerales en vez de tierra). Aunque no dan detalles de su tecnología patentada, sus resultados se traducen, según la compañía, en una reducción del 95% de agua, ausencia de pesticidas y una eficiencia por pie cuadrado 100 veces superior a la tradicional.



Créditos: CNN

Los cultivos de Bowery corren todo el año y hace solo unas pocas semanas, inauguraron una nueva planta en Nueva Jersey que, señalan, es 30 veces más productiva que sus antiguos cuarteles. A su producción de espinaca, kale, lechuga y albahaca, ahora también comenzarán a cultivar cilantro, perejil y bok choy (una variedad de col china).

Bowery llama a su método “agricultura de precisión”, por la gran cantidad de datos que se generan y se aplican para optimizar el proceso continuamente. El trabajo del equipo se basa en el análisis de estos datos, siendo su contacto con los cultivos limitado a solo una poda que es, de todas formas, indicada por la inteligencia artificial.

¿Y qué tan buena puede ser la producción maquinada por robots? Al parecer muy, muy buena. La producción de Bowery se considera de calidad premium y es muy valorada por restaurantes locales. Imagínense que es tan “pura”, que sus empaques señalan que ni siquiera es necesario lavarlas.

Otra compañía estadounidense, 80 Acres, llevará también la automatización al máximo, construyendo la primera granja vertical 100% automatizada del mundo. Estará finalizada en pocos meses y en sus 14 mil metros cuadrados, producirá verduras de hoja, kale y hierbas “usando energía renovable, muy poca agua y sin pesticidas”, señala la firma. En un futuro también buscan incorporar el cultivo de frutillas y uvas.


Créditos: 80 Acres

Y no es solo en Estados Unidos donde la agricultura vertical se está haciendo un lugar. En Japón, por ejemplo, la compañía Spread también tiene su método de hidroponía, en base a una sustancia gelatinosa con nutrientes, que les permite producir 21 mil unidades de distintos tipos de lechugas cada día. En mayo de este año, firmaron un proyecto para una nueva planta que producirá 30 mil más.


Créditos: Spread

Así van surgiendo más y más de estas empresas en todo el mundo (incluido en Chile), lo que indica un cambio en el área de la agricultura que se va perfilando cada vez más claro pero que, claro está, no está libre de limitaciones.

Las limitaciones de la agricultura del futuro

La agricultura vertical sigue siendo un nicho con altísimos costos de inversión. De hecho, un estudio de 2017 indica que una empresa de este tipo, tarda siete años en ver ganancias. No es sorpresa, entonces, saber que muchas startups han fallado y seguramente muchas otras también lo harán.

Su diversidad de producción también se halla limitada por varios factores: deben ser cultivos de tamaño reducido (para poder ser apiladas), tener ciclos de crecimiento corto y ser, idealmente, altamente perecederas (porque su frescura y su “localidad” le da un valor extra en la venta).

Es decir, hay un amplio número de vegetales y frutas que seguirán siendo únicamente cultivadas de manera tradicional, al menos a mediano plazo. Porque nadie quiere vivir a base de lechuga y espinaca ¿no?

Todo lo anterior indica que, aunque nada reemplazará a la agricultura tradicional en las próximas décadas, sí será cada vez más común ver galpones en los suburbios siendo tomados no por el estruendo de las máquinas, sino por el quieto silencio de una semilla germinando.

¿Cómo crees que serán las granjas del futuro?