Iniciar un emprendimiento (pequeño, mediano o grande) no es una tarea fácil; más complicado aún es cuando los que te rodean empiezan a calificar tu idea de imposible o, sencillamente, creen que se te zafó un tornillo.
Podríamos mencionar ejemplos como el de Cristóbal Colón, Jacques Cousteau o Charles Lindbergh, personalidades que, cuando dieron a conocer sus innovadores planes, no fueron tomados tan en serio, pero que, a la larga, recibirían el reconocimiento histórico por sus hazañas.
En ese grupo de intrépidos emprendedores, encontramos al aventurero anglo-irlandés Ernest Shackleton, quien realizó varias expediciones a la Antártica que le valieron el título de Caballero de la Corona Británica, y cuyo nombre hoy es citado en más de una conferencia sobre liderazgo.
Sin embargo, una de las travesías de Shackleton incluye una curiosa anécdota, acerca de un cargamento de whisky abandonado durante la expedición que fue encontrado, cien años después, por un grupo de exploradores neozelandeses. ¿Cuál es el trasfondo del legendario whisky de Shackleton?
Tras formar parte de la tripulación de la Expedición Discovery (1901-1904), la que fue un hito al ser la primera en llegar al punto más al sur del continente antártico, Ernest Shackleton inició en 1907 la Expedición Imperial Transantártica, también conocida como Expedición Nimrod.
Antes de zarpar hacia el helado territorio de la Antártica, el capitán Shackleton hizo un pedido de 25 cajas a la destilería escocesa Whyte & Mackay. Dichas cajas sumaban un aproximado de 300 botellas whisky, etiquetadas como "Rare Old Highland Malt Whisky".
La compra del gran cargamento de licor por parte de Shackleton, tenía como propósito mantener a sus hombres motivados durante la larga e inclemente travesía que les esperaba, en su objetivo por llegar al Polo Sur (y bueno, él también tenía sus inclinaciones por el alcohol…).
En febrero de 1908, Shackleton y su tripulación se vieron obligados a detener su rumbo, debido a los obstáculos climáticos y ambientales que se intensificaban a medida que avanzaban.
Aunque el plan original contemplaba utilizar como refugio la cabaña que se construyó en la península de Hut Point durante la Expedición Discovery, Shackleton decidió establecer su fuerte en Cabo Royds, lugar en el que almacenaron sus provisiones y esperaron que las condiciones mejoraran para continuar hacia el Polo Sur.
La estructura, actualmente conocida como la Cabaña de Shackleton (declarada Sitio y Monumento Histórico de la Antártida), fue abandonada por la expedición, dejando en ella parte del cargamento de whisky comprado a Whyte & Mackay.
Cabaña de Shackleton. Fotografía de Kuno Lechner/Wikipedia |
La expedición finalizó en 1909 y la tripulación comandada por Shackleton quedó a unos 156 kilómetros del Polo Sur. A pesar de no lograr su cometido, el capitán anglo-irlandés recibió la orden del Imperio Británico por parte del rey Eduardo VII, y volvió a intentarlo años más tarde en la famosa Expedición Endurance (1914-1917).
Pero, ¿qué pasó con el whisky que dejaron en la cabaña de Cabo Royds?
En el 2010, un grupo de exploradores y restauradores de la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Histórico de la Antártida, visitaron la Cabaña de Shackleton, con el propósito de realizar trabajos de conservación y mantenimiento.
Para su sorpresa, encontraron cuatro cajas que contenían once botellas de whisky de la Expedición Nimrod perfectamente conservadas, incluso "todavía envainadas en sus envases de papel y paja", según se lee en la nota publicada en la página oficial de la sociedad.
¿Un whisky añejado y perfectamente conservado por más de un siglo? Parecía que los maestros y expertos en la materia estaban ante el Santo Grial del licor, pero quedaba la parte más difícil: replicar el contenido de las botellas que formaron parte de una de las expediciones del temerario Shackleton.
Ante semejante descubrimiento, el mismísimo dueño de Whyte & Mackay en aquel entonces, Vijay Mallya, viajó a Nueva Zelanda y, tras recibir el permiso de dicha nación, transportó tres botellas de whisky en un jet privado, para someterlas al análisis de Richard Paterson, master blender de la destilería escocesa.
Paterson, conocido popularmente como "La Nariz", destacó varias características del whisky durante la primera revisión que pudo hacerle, resaltando su color y pureza. "Tiene un hermoso y rico color dorado y —lo que es más importante en esta etapa temprana— es maravillosamente claro. Esto significa que no está contaminado. Eso es muy importante", expresó para la BBC.
El jefe químico de Whyte & Mackay, James Pryde, apoyó a Paterson en las labores de análisis y clonación del whisky, tarea que consiguieron finalizar con éxito en abril del 2011, según la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Histórico de la Antártida.Éxito de ventas
En 2016, la marca Mackinlay, perteneciente a Whyte & Mackey, inició la comercialización del whisky Shackleton, basado en la clonación obtenida por Pryde y Paterson.
El lanzamiento al mercado de este licor fue un éxito, según las cifras ofrecidas por Mackinlay. Solo durante la época navideña de ese año, se vendieron 50.000 ejemplares, por un precio aproximado de 150 euros ($116.000).
Actualmente, el whisky de Shackleton puede comprarse en plataformas como Amazon o The Whisky Shop, por un valor que varía entre las 30 y 40 libras esterlinas ($26.000-35.000). Ahora, si deseas adquirirlo a través de servicios chilenos como Booz.cl, debes pagar un poco (pero solo un poco) más que su precio en Europa.
Nunca sabremos si la intención de Shackleton de abandonar el whisky en la cabaña que hoy lleva su nombre, era que otra persona lo encontrara, pero lo que sí podemos asegurar, es que la leyenda de este aventurero va más allá de los libros de historia y se ha convertido, entre otras cosas, en una bebida muy comercializada.