*Esta nota fue publicada originalmente el 28 de noviembre de 2018.
Irse a vivir bajo el mismo techo, es sin duda un cambio que requiere consensos en distintos ámbitos. Desde cosas mínimas como dónde pasarán la Navidad el primer año o si el sábado en la tarde irán al cumpleaños del mejor amigo o pasarán a visitar a los abuelos, hasta temas muchísimo más complejos, como si quieren o no tener hijos (y luego, cuántos).
Iniciar una vida en conjunto, conlleva una serie de ajustes, conversaciones y negociaciones, que deberías tener en cuenta. Hablamos sobre este tema con la psicóloga de parejas, Michelle Pollmann, para que nos entregue algunos consejos y advertencias.
Cuando una pareja se casa o se va a vivir junta, generalmente existen muchas ideas sobre lo que será esa nueva experiencia. En el caso del matrimonio, “hay muchas expectativas, porque inconscientemente (o consciente, ya no lo sé) la sociedad nos ha instaurado desde pequeños que el matrimonio no falla. ¿Dime acaso si hay alguna película de Disney donde los papás pelean, discuten o incluso se separan?”, asegura Pollmann. Agrega que si pensamos en las parejas que deciden casarse, el primer tiempo vienen con el vuelo de la luna de miel, y ese es un efecto que perdura un par de meses...
Pero llega un minuto en el que la realidad aparece y lo que ocurre es que “la escena no es tan linda como las películas la contaron, y no quiero decir que sea mala o fea, quiero decir que no es fácil aprender a convivir y requiere de mucha paciencia y conversación”, dice.
En el camino, comienzan a surgir temas de convivencia como quién tiene más espacio en el closet, aparecen las mañas que cada uno tiene y así se van dando conversaciones o incluso discusiones propias de la etapa que están viviendo.
Pollmann explica que por la experiencia que le ha tocado, ella cree que el principal conflicto que tienen las parejas en esta etapa, tiene mucho que ver con los patrones familiares que cada uno trae consigo para comunicarse, resolver conflictos, ponerse de acuerdo, negociar, etc.
“Si nos ponemos a pensar, una persona lleva toda una vida funcionado más o menos de la misma manera. Cuando dos personas que traen dos dinámicas distintas conviven, van a haber los roces propios de toda negociación”, explica.
Dice que, por ejemplo, hay personas que vienen de familias que acostumbran a hablar de las dificultades que atraviesan, y de pronto se emparejan con otra persona que viene de una familia donde las cosas no se hablan, donde todo sigue como si nada hubiera pasado, cuando en verdad está pasando de todo.
Entonces, lo que finalmente ocurre es que “cada uno intenta imponer su estilo y la lucha de egos (inconscientemente) se ha instalado para no abandonar el ring. Lo más importante es aprender a negociar, ninguna forma es más correcta que otra, hay que encontrar lo que más se adapte a cada pareja”.
El día a día de una pareja implica convivencia, algo que hay que enfrentar necesariamente con madurez. “Creo que la palabra [convivencia] está desvalorada, porque es una etapa muy complicada para las parejas; poder establecer un equilibrio tarda un par de años y requiere de mucho amor, escucha, paciencia, morderse la lengua, pero por sobre todo dejar el ego de lado”, asegura la psicóloga.
Para Pollmann, sexo, hijos y plata, son los tres temas que toda pareja debiese tratar antes de casarse. “Son los tres temas más relevantes y menos hablados en las parejas, que cuando llegan a terapia por lo general dicen ‘por qué nadie me dijo esto antes, me hubiera ahorrado meses (a veces años) de discusiones’”, asegura.
La psicóloga explica que es fundamental hablar a calzón quitado de sexo antes del matrimonio o de convivir; asegura que hay preguntas básicas que nadie se hace, pero que resultan importantes dentro de la vida en pareja. ¿Qué parte de tu cuerpo es la que más te gusta? ¿Qué parte de tu cuerpo está prohibido tocar? ¿Qué posición sexual es tu favorita? ¿Que posición te gustaría intentar hacer? ¿Que opinas del sexo oral? Estas son algunas de las que sugiere.
Conversar sobre el tipo de familia que quieren formar, es otro punto ultra relevante que se debe tratar durante el pololeo, no durante los primeros meses, porque puede ser algo que espante a tu pareja, pero si ya están en algo serio y con proyección, vale la pena tratarlo. La idea es no llevarse una sorpresa cuando ya sea tarde. Por ejemplo, si uno de los dos no quiere tener hijos, lo justo es que lo transparente antes del matrimonio o de la convivencia (y antes no es una semana).
Si ambos están de acuerdo en tener hijos (biológicos o adoptivos), también conviene saber cuántos, por ejemplo. Obviamente no es posible planear todo antes de casarse, pero sí vale la pena tener un panorama más o menos claro. Luego, lo que pase después es flexible y se verá en el camino.
Por último, un tema que muchos evitan, pero que tiene que estar claro desde el minuto uno, es la plata. Hablar de dinero a veces incomoda, pero como se dice, cuentas claras conservan la amistad. Y en una relación de pareja ocurre lo mismo. Cómo se dividirán los gastos de la casa, si habrá un fondo común, cuáles serán los planes de ahorro y si la división será miti mota o proporcional al sueldo de cada uno, son algunas de las decisiones que deberán tomar antes de iniciar la vida matrimonial.
Quizás si existiera un paso a paso de cómo tener un buen comienzo de matrimonio, muchos lo seguirían al pie de la letra, pero ¡que fome sería! Además cada pareja es muy distinta, no hay ninguna igual a otra, pero sí existen algunos ingredientes que pueden aportarle positivismo y buena onda a esos primeros meses o años de convivencia.
Pollmann dice que los tres que no pueden faltar son:
● Amor: hacer todo desde el corazón para que el otro sea feliz, siempre y cuando no pases a llevar tus principios (que cada uno sabe cuáles son).
● Forma de comunicar: podemos dar a conocer una idea o estado de distintas maneras, sin embargo, trata de que sea la más amorosa posible.
● Humildad: el ego es el peor enemigo de las relación. Tratar de identificar cuándo habla tu ego y cuándo habla tu corazón, es vital. “En un conflicto, el 90% de las veces habla el ego”, advierte.
Casarse o vivir en pareja puede ser una experiencia muy buena, pero como todo en esta vida, requiere de esfuerzo. La idea es que no temas enfrentar discusiones y diferencias, porque son completamente normales, sobre todo durante los primeros meses de casados, momento en que tu vida probablemente tendrá muchos cambios. Tener la capacidad de conversar y llegar a acuerdos, es el desafío, y para eso ambos tienen que poner de su parte. Y ojo, que estas estas pequeñas disputas nunca terminan, ¡son parte de la vida!