La doctora en Inglés de la Universidad de Nueva York y escritora de no ficción, Josephine Livingstone, visitó recientemente la exhibición Reinos Anglosajones: Arte, Palabra, Guerra, en la Biblioteca Británica, ubicada en Londres. En ella encontró algo que le pareció impresionante: cuatro manuscritos originales de poesía en inglés antiguo que han sobrevivido hasta la actualidad. Pero, ¿qué tiene eso de impresionante?
Que gran parte de nuestro registro escrito más antiguo se ha perdido con el paso de guerras, incendios e incluso la destrucción intencionada de textos, perdiéndose también parte de nuestra historia.
¿Cuáles son los libros más antiguos de la historia de la humanidad aún conservados? ¿Qué relatan? ¡Hoy te lo contamos!
Según cuenta la escritora a The New Republic, no hay forma de saber cuántos otros códices que trataran específicamente de poesía pueden haber existido y luego destruidos; hoy sólo existen estos cuatro y por fin tuvo la oportunidad de verlos reunidos. Pero, ¿qué son los códices?
Se trata de libros manuscritos antiguos. La Real Academia de la Lengua los define también como libros previos a la invención de la imprenta, pero luego de esto se habrían seguido copiando en monasterios, durante los siglos XVI y XVII.
¿Qué libros vio Livingstone en la exhibición? El Libro Vercelli, que contiene seis poemas; el Manuscrito Junius, que consta de cuatro largos poemas religiosos; el Libro Exeter, en el que hay acertijos y elegías; y el Manuscrito Beowulf, un poema épico anglosajón compuesto cerca del año 750 dc (aunque fue escrito cerca del año 1000). Lo especial de estos textos no es sólo el contenido que poseen, sino lo extraño de encontrar un ejemplar original tan antiguo, en una época donde nos resulta tan fácil reproducir y copiar textos e imágenes.
Manuscrito de Beowulf. British Library. |
Además de estos textos, la exhibición exponía otras formas de arte, literatura e historia de la gente que habitó Gran Bretaña entre los siglos VI y XI. Otra de las “joyas” de la muestra es el Evangelio de San Cutberto, el cual es el libro europeo más antiguo que se encuentra intacto, según la biblioteca, como un importante registro de la relevancia de la religión en Europa en aquella época.
¿Y qué libros de este tipo podemos encontrar en nuestro propio idioma? La Biblioteca Nacional de España (BNE), posee una importante colección de libros incunables. ¿Incu-qué?
Se les llama así a los libros impresos durante parte del siglo XV. A diferencia de los códices, estos no son manuscritos, es decir, no fueron copiados a mano, y su extensión en el tiempo va desde 1454 hasta el 31 de diciembre del año 1500. ¿Y por qué?
Porque durante este período la industria tipográfica aún no estaba especializada, o sea que el impresor hacía de todo, desde manipular la imprenta hasta editar el contenido del libro. Muchos de ellos dejaban su propia marca de agua en los ejemplares que imprimían, otros carecían de esta firma. Todos los libros incunables son considerados documentos históricos, ya que por primera vez pusieron a la cultura al alcance de la mano.
La colección de la BNE posee 3.100 ejemplares, entre los cuales se pueden encontrar las principales imprentas españolas y muchas imprentas europeas.
Pero no sólo en Europa existen textos antiguos contando y registrando nuestra historia. El ser humano, en distintas civilizaciones y latitudes, ha intentado dejar un registro escrito de su historia y su acontecer. Nuestro continente no es la excepción, y diversos códices prehispánicos se han conservado, destacando entre ellos el Códice Maya de México, el cual este año se reveló como el manuscrito prehispánico más antiguo de todo el continente americano.
De acuerdo a la revista Wall Street, este libro fue descubierto hace más de 40 años, cuando el coleccionista de antigüedades Josué Sáenz lo entregó al Museo Nacional de Antropología, describiéndolo simplemente como un “libro con dibujos de los antiguos”. Posteriormente fue exhibido al público en la muestra Ancient Maya Calligraphy en el Club Grolier de Nueva York, en la década de 1970.
Pero había un problema: muchos académicos dudaron de la autenticidad del texto, por lo que el 2017 se implementó un proyecto multidisciplinario para probar su antigüedad. ¿Cuál fue el resultado? Que el códice efectivamente es prehispánico, de acuerdo a las pruebas de radiocarbono data de entre los años 1021 y 1154, lo que lo deja como el códice prehispánico más antiguo conocido, según informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado.
Los códices muestran la forma en que los indígenas de Mesoamérica (México, Belice, Guatemala, El Salvador y partes de Honduras, Costa Rica y Nicaragua) concebían el tiempo y la historia. También plasman algunos ejemplos de los sistemas de escritura que se emplearon en la zona durante muchos años.
Códice Maya. Museo Nacional de Antropología e Historia de México. |
Más cercano a reflejar lo que fue la vida en nuestras latitudes, se encuentra el Códice Murua, que si bien no es prehispánico ya que fue producido después de la conquista española del Imperio Inca, capta escenas de vida, paisajes y rituales, que muy probablemente fueron dibujados por un indígena que tenía el trabajo de ilustrar a los colonialistas en cómo vivía su gente.
Códice Murua. Fuente: British Museum. |
Pero ninguno de estos ejemplares es el libro más antiguo del mundo que se preserva hoy en día, según nos cuenta History Channel. Este ejemplar vendría de Asia, se llama El Sutra del diamante y se publicó hace 1.145 años, habiendo permanecido oculto durante siglos en las cuevas de Mogao, en China. Fue descubierto por el arqueólogo húngaro Aurel Stein en 1907, en una caverna cercana a una ciudad importante de la Ruta de la Seda, junto a otros 40.000 libros.
Quizás te preguntes por qué tardó tanto un ejemplar tan importante en ser descubierto. Esto se debe a que la entrada a la gruta, conocida también como “la cueva de los mil Budas”, estuvo sellada desde el año 1000 hasta el 1900, por lo que sólo en el siglo XX el texto se habría podido rescatar.
¿Y qué clase de texto es? Se trata de un pergamino de cinco metros de largo que también tiene como temática la espiritualidad, ya que en sus 6.000 palabras contiene los “Sutra” o textos que expresan las palabras de Buda. El Sutra del diamante es, según describe el propio Buda a su discípulo Subhati, “una enseñanza fuerte y afilada como un diamante que corta a través de los malos juicios y la ilusión”. Hoy en día la copia traducida al chino por el monje Kumarajiva se conserva en la Biblioteca Británica, y existe una versión digital que se puede visitar en Internet.
“Diamante Sutra”. British Library. |
Desafortunadamente, la espiritualidad y las creencias de todos los pueblos antiguos no siempre lograron ser preservadas. Famosos ejemplares se han perdido en diversas tragedias, como muchos códices prehispánicos, ya que desde la conquista española la mayoría fueron destruidos; primero en la toma de los edificios donde se guardaban y luego por frailes europeos que buscaban para aniquilar lo que ellos consideraban como “obras del demonio”.
La Biblioteca de Alejandría fue todo un bastión del saber que terminó por desaparecer, perdiéndose con ella importantes textos. Creada pocos años después de la fundación de la ciudad por Alejandro Magno en 331 a.C., su objetivo era el de compilar todas las obras del ingenio humano, de todas las épocas y países, que se guardarían en una colección inmortal para la posteridad. Su destrucción está rodeada de mitos, según narra la revista National Geographic, pero habría sido víctima de un constante declive a raíz de guerras, pestes y conflictos políticos y religiosos, que resultaron en incendios y saqueos.
Otros grandes hitos de la historia en los que se han perdido antiquísimos ejemplares escritos, han sido la quema de libros que siguió a la toma de Constantinopla por los cruzados, en 1204; la que tuvo lugar en 1933 en la Bebelplatz de Berlín, a instancias del ministro de propaganda del régimen nazi, Joseph Goebbels, durante la Segunda Guerra Mundial; además de la destrucción de la Biblioteca de Bagdad, en el año 2003 durante la ocupación estadounidense.
Josephine Livingstone entiendeque estos libros son objetos que cuentan una historia, pues han sobrevivido a guerras y desastres. Por más que intentemos reproducirlos o copiarlos, tienen un “aura” que los hace únicos, como explica en su texto la escritora, citando al teórico Walter Benjamin.
Las religiones, la literatura, las formas de vida de los pueblos originarios, mucho de ello fue registrado –aunque no siempre preservado— en un intento del ser humano por recopilar el conocimiento y sus costumbres para las generaciones venideras. Es probable que se sigan perdiendo estos registros (¡bendita digitalización!), pero que eso no evite que el hombre siga intentando crear y registrar sus experiencias y creencias mediante la palabra escrita y las imágenes.