En el camino hacia una educación de calidad, no existe una fórmula que garantice el éxito. De hecho, si consideramos los resultados del más reciente SIMCE, hubo pocos avances en el país en materia educativa.
Revertir esta situación requiere de cambios estructurales y la participación de varios actores involucrados en la enseñanza. No obstante, si hay un esfuerzo notable que destacar, es que cada vez son más los profes que están dispuestos a pensar fuera de lo cotidiano y a estimular a sus estudiantes con novedosos métodos de aprendizaje, ya que los que nosotros conocimos, están quedando atrás, bien atrás.
A continuación, te contamos sobre cuatro de estos modelos de enseñanza.
La educación tradicional trae consigo el típico modelo que tienes en mente o que viviste: el profesor enseñándoles a los alumnos mientras están sentados y tomando apuntes. A esta estrategia educativa se le conoce como pasiva, pues involucra poco al estudiante. De acuerdo a la organización chilena dedicada a la educación, Elige Educar, hoy en día las investigaciones sugieren que es recomendable enseñar todo lo posible mediante métodos que requieran que los estudiantes se involucren activamente para que ellos descubran el sentido que tiene aprender cada ítem.
¿Pero cómo llevamos esta idea a la práctica? Hay distintas opciones en el horizonte, que van desde estimular a los estudiantes con juegos y formas de enseñanza más lúdicas, hasta aplicar los fundamentos del diseño a la sala de clases. Acá en El Definido te contamos de algunas.
Según diversos expertos, otra opción para lograr un aprendizaje activo es integrando eso mismo que de niños nos prohibían hacer en la sala de clases: jugar. En el jardín es común que los niños aprendan jugando, pero con los años, el juego deja de estar en el aula, con lo cual se pierde una importante herramienta educativa.
Otras voces en educación. |
Si bien los niños van creciendo y cambiando, los juegos que se integran a la sala de clases también se pueden ir adaptando a esos cambios para no dejar de jugar, ya que es a través de las actividades lúdicas que los niños se relacionan con la realidad, según el diario español El Mundo. El medio cita un artículo de Andrés Payá, miembro del Observatorio del Juego Infantil (OJI) y doctor en Pedagogía, quien señala: "El juego es un medio de aproximación, contacto, apropiación y aprendizaje de nuestro entorno más próximo, erigiéndose en un extraordinario instrumento de educación integral".
La idea es que los juguetes y los juegos propiamente tal, cobren protagonismo en las asignaturas del colegio, ya sea para aprender matemáticas, por ejemplo. Así se puede lograr que los alumnos descubran la utilidad de este ramo desde lo lúdico y desarrollen la capacidad de hacer cálculos mentales.
José Luis Linaza, también miembro del OJI y profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, explica que "la relación entre el juego y la cultura estimula a los niños a explorar el propio proceso de conocer y comprender", según cita El Mundo. El juego, por ende, impacta en el niño no sólo a la hora de aprender individualmente, sino también como ser social.
Distintos conceptos se integran al juego como componentes de la sala de clases. Por ejemplo, equivocarse se convierte en parte del proceso de aprendizaje y esto es parte importante de los juegos, según Elige Educar.
Los alumnos deben tener más de una oportunidad para jugar y asimilar conocimientos mientras juegan, y a medida que van superando pruebas y mejorando, los desafíos pueden ir cambiando. Para mantenerlos interesados, además de esto, es relevante hablar menos de tareas y usar más palabras como desafíos, soluciones o misiones, ya que es algo que puede hacer la diferencia y darles más motivación a participar. Pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia.
No, no es que las mesas y las sillas se pongan en el techo. El modelo del aula invertida, o flipped classroom, se trata de invertir los elementos tradicionales de la lección que imparte el profesor. La idea es que los alumnos estudien en sus casas la materia y luego, esa misma materia sea trabajada en la sala de clases. De esta manera, los profesores tienen más tiempo para aprender las necesidades especiales de cada alumno y pueden desarrollar proyectos cooperativos.
The Flipped Classroom. |
“Si yo antes enseñaba primero teoría y conceptos, lo que hay que hacer ahora es diseñar experiencias de aprendizaje activo y éste se da fuera y dentro del aula […] la idea es que los estudiantes vengan al aula a realizar actividades más concretas”, describe el jefe de pregrado y académico de Educación de la Universidad Católica, Francisco Rojas. “Una clase invertida apuesta a transformar la manera de enseñanza y todo esto genera que los estudiantes se involucren en sus procesos de aprendizaje: discutan, opinen y adopten un rol más activo en el proceso”, agrega.
Otra experiencia con esta metodología la compartió la Fundación Grupo Educar, tras evaluar los avances del Colegio Mayor de Peñalolén. En 2014, este establecimiento comenzó un piloto de aula invertida en las clases de historia de alumnos de 7º básico y que progresivamente fue incorporando a todos los cursos, desde los más pequeños hasta cuarto medio y sumando todas las asignaturas.
Lo que propone este modelo va más allá que solo cambiar algunas dinámicas: implica cambiar la forma en la que en general se percibe el proceso educativo. Los alumnos son protagonistas de su proceso de aprendizaje, se les invita a autoevaluarse y evaluarse entre ellos.
“Las clases se focalizan en desarrollar talleres de aplicación, investigación en torno al conocimiento; las salas tienen una organización que facilita el encuentro colaborativo; ha cambiado la función de los recursos para el aprendizaje (textos de estudio, guías, etc.); cambiamos del uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) a Tecnologías para el Aprendizaje y el Conocimiento (TAC)”, dijo Ximena Muñoz, encargada del equipo Aula Invertida del colegio al portal de Grupo Educar.
¿Qué características del diseño podrían ser aplicadas a la educación? El pensamiento de diseño o design thinking tiene que ver con la forma que tienen los diseñadores para resolver problemas y satisfacer a sus clientes. Este método puede ser aplicado a la educación para identificar con mayor exactitud los problemas individuales de cada alumno, generar ideas, resolver problemas creativamente y buscar la mejor solución en una amplia gama de opciones.
El diseño se caracteriza por estar centrado en las personas o clientes, buscar qué es útil para ellos, qué les hace sentido, qué es fácil e interesante de usar. Con estos valores, al menos, surgió la agencia internacional de diseño IDEO, donde su fundador David Kelley decidió, tras su éxito, que sus fundamentos podían ser llevados al mundo de la educación, según cuentan desde Elige Educar.
De acuerdo con la experiencia de Kelley, los tres pilares fundamentales del pensamiento de diseño son: empatía, colaboración y experimentación. Plantea además que los actos creativos se componen de pensamiento divergente, orientado hacia la expansión y búsqueda de ideas, y el pensamiento convergente, que las selecciona y evalúa. Entre más se realiza este proceso, aparecen nuevos sentidos y soluciones a los desafíos que enfrentamos.
Educar Chile. |
O sea, cuando aparece un desafío, primero hay que intentar entenderlo con empatía y buscar la mejor forma de abordarlo. Luego,hay que interpretar y darle sentido a lo que estoy aprendiendo. Entonces, ahí comienza el proceso de idear donde se generan y refinan las ideas que van surgiendo. Después viene la experimentación, la que permite construir prototipos y obtener feedback, para finalmente, evolucionar, haciendo seguimiento a los aprendizajes.
La estrategia ha sido tan exitosa que IDEO incluso sacó un kit de pensamiento de diseño para educadores que puede ser descargado en su sitio web.
En una época donde internet tiene toda la información del mundo disponible a unos pocos clics, es necesario que los jóvenes la puedan comprender y darle un sentido al leerla. El doctor en filosofía y profesor de la Universidad de Massachusetts, Robert Swartz, fundó el Thinking Based Learning (TBL) precisamente con el fin de que los alumnos sean capaces de entender de mejor manera la información que se les presenta.
Swartz visitó nuestro país en 2017 y participó en el Seminario Internacional de la Red de Escuelas Líderes, donde compartió su método que consiste en que los estudiantes contextualicen, analicen, relacionen y transformen la información en conocimiento, en vez de sólo repetir contenido. La idea es que puedan poner en práctica en el día a día lo que se les enseña, a diferencia de mucha materia que memorizamos en los colegios para luego olvidarla o jamás usarla en nuestro día a día.
El Sapiens |
De acuerdo a Swartz, entrevistado por el blog de educación Tiching, hay tres elementos fundamentales. El primero es que el pensamiento y la reflexión sean las herramientas principales en vez de la memoria, la que queda en segundo plano. Luego entra en juego el rol del profesor como facilitador del pensamiento, lo cual hace mediante las preguntas que plantea a los alumnos. Por último, los estudiantes deben trabajar en pequeños grupos para discutir y argumentar lo analizado.
Por ejemplo, hoy en día los alumnos quizás memorizan la fecha en la que ocurrió la Revolución Francesa, pero lo propuesto por TBL apunta más bien a que el alumno sea capaz de explicar y entender las causas de este hecho histórico, incentivándolos a pensar de manera más profunda, en vez de sólo raspar la superficie del conocimiento. El profesor lo puede guiar con preguntas al respecto y luego los estudiantes pueden trabajar en grupos opinando y analizando las causas que consideran que llevaron a que los sucesos ocurrieran.
Además, el experto propone otras herramientas como realizar un mapa de pensamiento, que es escribir las respuestas a una serie de preguntas planteadas por el profesor al inicio de la clase para guiar el pensamiento pero sin dar él mismo una respuesta o bien realizar un organizador gráfico con las respuestas a esas preguntas para visualizarlas mejor.
Sin duda el paradigma de la educación está cambiando, y los niños de hoy ya no deberán escribir en la pizarra 50 veces esa frase en la que se equivocaron para memorizarla y años más tarde, olvidarla. Hoy se buscan formas de incentivar en ellos la creatividad, el análisis, la autonomía y la capacidad de resolver desafíos. Algunas de estas técnicas, aunque no hayan sido aplicadas masivamente, fueron formuladas hace muchos años, y otras son más recientes, pero lo que está claro es que ya no podremos ver la educación de la misma manera que la veíamos cuando niños.