El Banco Mundial es una de las instituciones internacionales y multilaterales más importantes de la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI. Hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, en julio de 1944, en un hotel campestre y rural de New Hampshire, en el noreste de los Estados Unidos, se dieron cita las delegaciones de los 44 países aliados que vencerían a los países del Eje (Alemania, Japón, Italia, etcétera). Durante esta cumbre, a la que también asistió Chile, se negociaron los Acuerdos de Bretton Woods, mediante los cuales se creaban el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, que pasaría a convertirse en el Banco Mundial.
Los objetivos principales, fueron la reconstrucción de las regiones y países afectados por la devastación de la guerra, particularmente en Europa, Asia y África. Pero también tenían como finalidad organizar el orden económico mundial en una estructura capitalista y de libre mercado dirigida por los Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá y Francia. Desde este génesis, los gobiernos de Europa occidental y de los Estados Unidos, pactaron un acuerdo tácito (es decir, informal) mediante el cual el liderazgo del Fondo Monetario Internacional, siempre iría a un europeo, mientras que el del Banco Mundial, iría a un estadounidense.
¿Qué tan vigente está este acuerdo en el siglo XXI? ¿Cómo se ven las próximas elecciones? Como siempre, te lo explicamos con lujo de detalle a continuación.
Desde 1946, cuando el banco y el fondo entraron en funcionamiento, estos acuerdos han funcionado sin mayores inconvenientes. No todos los países tienen un voto igualitario, sino que aquellos que más contribuyen a las arcas del fondo y del banco, tienen mayor peso en su voto. Por ejemplo, en 2018, el voto de los Estados Unidos en el Banco Mundial tenía un peso del 16%, mientras que el voto de Chile solo tenia un peso del 0,44%, lo cual corresponde a sus contribuciones respectivas.
Es así que, votando como un bloque conjunto, los Estados Unidos y los países europeos han dominado por décadas los procesos de nominación y votación del máximo ejecutivo en el Banco Mundial y el FMI. Todo esto ante la frustración de docenas de países latinoamericanos y africanos cuya votación conjunta apenas alcanza un 5% o 10% del peso electoral.
Sin embargo, el mundo ha cambiado mucho desde la década de 1940 y los países de Asia, África y América Latina, cada vez tienen un rol más importante en la economía global. El rol del Banco Mundial y del FMI ya no es el mismo que antes, ante el surgimiento de nuevas instituciones internacionales de financiamiento, como el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura en Pekín y el Banco de Desarrollo Africano en Abiyán. En este sentido, no tan solo han surgido nuevas estructuras que desafían el liderazgo de las instituciones tradicionales, sino que también nuevos países y gobiernos han reclamado un papel de mayor importancia en el Banco Mundial y el FMI, como es el caso de Japón, China, India y Rusia.
Desde su creación, el Banco Mundial ha tenido once presidentes, todos hombres y todos estadounidenses. Normalmente, los presidentes de Banco mundial son nominados por la Casa Blanca y, después de un proceso deliberativo muy breve, son ratificados por la junta directiva de la institución por un periodo de cinco años, lo que puede ser renovado una sola vez. Sin embargo, algunos presidentes de Banco Mundial renuncian antes de completar su término por diversas razones y pocos han servido más de cinco años.
El más reciente ejecutivo del Banco Mundial, es Jim Yong Kim, un académico estadounidense nacido en Corea, quien ha dedicado su carrera a la lucha por la salud publica global y la erradicación de la pobreza extrema. Nominado por el presidente Obama a comienzos del 2012, Jim Yong Kim fue confirmado como presidente de la institución en abril de ese mismo año, después de una votación en la cual la candidata minoritaria fue Ngozi Okonjo-Iweala, entonces ministra de finanzas de Nigeria.
Aunque hace mucho sentido que una persona de África, Asia o América Latina lidere el Banco Mundial, cuya financiación y cuyos principales proyectos se desarrollan en estas regiones, el sistema de votación de la institución y el acuerdo predominante entre Europa y Norteamérica, nunca ha permitido la elección de alguien como Ngozi Okonjo-Iweala a la presidencia.
Esto no quiere decir, sin embargo, que Jim Yong Kim no haya sido un capaz y distinguido presidente del Banco Mundial. Al contrario, Jim Yong Kim ha dedicado años a causas importantes para regiones en vías de desarrollo, como son la salud pública, la construcción de infraestructura básica, la educación y la lucha por la preservación medioambiental. Tanto así que, a pesar de haber sido relecto para un segundo periodo de cinco años a partir del 2017, Jim Yong Kim tomó la decisión de renunciar a su cargo el primero de febrero de 2019.
A pesar de que Jim Yong Kim no dio razones especificas como causa de su renuncia, existen claras diferencias entre la agenda que el presidente Trump quiere promover a través del Banco Mundial y las prioridades impulsadas por el ejecutivo de la institución. Jim Yong Kim ahora irá a trabajar a una firma de inversiones especializada en el desarrollo de infraestructuras a nivel global.
Si Jim Yong Kim se hubiese mantenido como presidente de Banco Mundial hasta el final de su segundo periodo en 2022, es posible que no hubiese sido el presidente Trump quien nombrase al candidato predilecto para ser su sucesor. Sin embargo, a los pocos días del anuncio de la renuncia, el 6 de febrero, el presidente Trump anunció desde Casa Blanca la nominación de David Malpass, subsecretario del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, para el puesto de presidente del Banco Mundial.
A pesar de ser un proceso que se ha vuelto bastante tradicional, en el cual la Casa Blanca anuncia un candidato y a las pocas semanas los países europeos lo apoyan en votación, esta vez podría ser distinto (o no). Que el presidente Trump haya elegido a un candidato controversial, junto con el hecho de que la Casa Blanca ha demostrado tener una agenda que va en contra de las prioridades de los aliados tradicionales de los Estados Unidos, podría impulsar una ruptura en el tácito acuerdo de apoyo entre las capitales europeas y Washington.
Aunque todavía nada es claro, gobiernos en América Latina, África, Asia e incluso sectores en Europa y Norteamérica, han entablado discusiones para buscar alternativas viables a la David Malpass. Esto no significa necesariamente una figura como Ngozi Okonjo-Iweala (aunque su nombre está en la lista de posibilidades), sino que también podría ser un estadounidense mas moderado en sus posturas y probablemente no cercano al círculo de Trump.
Entre los nombres que se mencionan, se encuentra Indra Nooyi, una ejecutiva con lazos a la presidencia de Obama y también a la de Trump. Igualmente, se menciona a Robert Kimmitt, quien fue embajador de los EE.UU. en Alemania durante la presidencia de George W. Bush. En el caso de candidatos no norteamericanos, destaca nuevamente la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala y el ruandés Donald Kaberuka, quien fue presidente del Banco de Desarrollo Africano.
Al igual que la Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial es una institución dominada por los ganadores de la Segunda Guerra Mundial, principalmente el Reino Unido, Francia y los Estados Unidos. Sin embargo, en la era del Brexit y de profundas diferencias políticas entre países tradicionalmente aliados, podría existir una oportunidad para la creación de nuevas alianzas que permitan balancear la presencia de otros actores en estas importantes instituciones internacionales.
¿Será esta la ocasión para un presidente africano o latinoamericano en el Banco Mundial? Para lograr algo así, una mayoría de países de las regiones en desarrollo tendrían que presentar un frente común a favor de un candidato. Más aún, tendrían que convencer a algunos países europeos y tal vez a Japón también de votar por este mismo candidato en la Junta de Directores, que es el organismo que finalmente aprueba al presidente del banco.
Las nominaciones para la presidencia del Banco Mundial abrieron el 7 de febrero y cierran el 14 de marzo, después de esta fecha tendrá lugar la votación.