“Está claro que este es uno de los días más oscuros de Nueva Zelanda. Lo que ocurrió es un extraordinario acto de violencia”, dijo Jacinda Ardern, Primera Ministra del país que vivió el peor tiroteo de su historia el pasado viernes 15 de marzo. Consecuencia del terrible ataque, se perdieron las vidas de 50 personas que estaban en dos mezquitas en la ciudad de Christchurch.
Una tragedia que no solo quedó grabada en las vidas de los involucrados y ciudadanos del pueblo, sino que, como suele ocurrir actualmente, se expandió por el mundo mientras ocurría. Contenido altamente violento que mostraba en vivo un tiroteo, como si se disparara a objetivos en un juego de video, explicaron en CNN. Este material alcanzó a llegar a miles de personas en pocos minutos, pero cuando las autoridades se enteraron de la viralización, se encargaron de que esta traumática escena dejara de ser propagada. Fue eliminado de toda red social, e incluso en el país afectado se declaró que podría haber penas de hasta 14 años de cárcel para quien compartiera este tipo de material.
¿Cuáles son los motivos de por qué no se deben mostrar ni difundir actos terroristas en videos? ¿Por qué no deberíamos contribuir a la propagación de este material? En El Definido te explicamos.
Un acto terrorista que parece haber sido hecho para las redes sociales, han dicho los medios. Por 17 minutos se mostró en vivo a un hombre armado, disparando a personas que estaban rezando en mezquitas, en el país que este año fue considerado el segundo más pacífico del mundo.
Con una cámara sobre su casco, el terrorista caminó hacia la puerta de la mezquita, abrió fuego y disparó por tres minutos antes de volver a su auto por más municiones, para luego continuar disparándole a las víctimas, explicaron en el medio New Zealand Herald.
Además del video en vivo, que también fue publicado después, el agresor había posteado un manifiesto con mensajes racistas y extremistas, horas antes de lo sucedido; 87 páginas de ideas antiinmigrantes e islamofóbicas que finalmente fueron eliminadas de internet.
Facebook quitó la página web y Twitter eliminó el perfil del autor, sin embargo, el video ya se había viralizado.
"La policía de Nueva Zelanda nos alertó sobre un video en Facebook poco después de que comenzara la transmisión en vivo, y eliminamos rápidamente las cuentas de Facebook e Instagram del tirador", dijo la directora de políticas de Facebook para Australia y Nueva Zelanda, Mia Garlick.
El terrorismo, en términos generales, es considerado: “el uso sistemático de la violencia para crear un clima general de miedo en una población y, por lo tanto, para lograr un objetivo político particular”. Puede ser realizado por organizaciones, grupos o individuos ya sea para promover objetivos ideológicos, políticos, religiosos, etc.
“Para mí está absolutamente claro que hay que usar la palabra terrorista. Esto fue un acto terrorista. Este fue un ataque directo, un ataque muy directo, un ataque deliberado contra la comunidad musulmana neozelandesa”, enfatizó la primera ministra sobre el suceso que estuvo dirigido por “odio e ideología”, agregó.
Aparentemente, el atacante hizo uso de las redes sociales para amplificar el alcance, y así infundir terror. Además que en el manifiesto que había publicado antes, dejaba claramente expuestas algunas de sus creencias, que también compartió en Twitter. Todo mecánicamente orquestado para difundirse por el mundo en solo minutos.
“En los últimos dos años, hemos visto a extremistas anunciar sus intenciones en las redes sociales poco antes de comenzar sus ataques”, explicaron en la Liga Anti-Difamación, una organización que surgió a principios de 1900 en respuesta al antisemitismo.
“Para los extremistas y terroristas violentos modernos, la preparación de las redes sociales parece ser tan crítica como la preparación de sus armas. Los ataques parecen estar diseñados para aprovechar las redes sociales, para atraer la máxima atención a la masacre y las ideas detrás”, agregaron.
Debido a que el terrorismo consiste en infundir terror, el acto no se termina solo con el hecho concreto del tiroteo, en este caso. Sino que, al ser compartido por redes sociales, especialmente de una manera tan gráfica como ocurrió, no solo se viralizan las imágenes, sino que los sentimientos de pánico que las acompañan.
Es por esto que oficialmente se clasificó el video como “objetable”, lo que significa que está prohibido y su divulgación podría significar multas de hasta 10.000 dólares (casi 7 millones de pesos chilenos) o hasta 14 años de cárcel. Por lo que Facebook debe avisar a la policía si es que alguien publica nuevamente el contenido, explicaron en el NZ Herald.
Hasta el jueves pasado, 21 de marzo, al menos dos personas habían sido acusadas de difundir el video. Lo que atenta contra la ley que prohíbe la difusión o posesión de material que represente violencia extrema y terrorismo. Otros podrían enfrentar cargos relacionados con la publicidad del ataque terrorista, bajo una ley de derechos humanos que prohíbe la incitación a la falta de armonía racial, indicaron en The New York Times.
Incluso si se tiene una copia de este video, debe ser eliminado en Nueva Zelanda. "Si tienes un registro de eso, debes eliminarlo", dijo David Shanks, jefe de la oficina de censura del país. “Si lo ves, debes informarlo. Poseerlo o distribuirlo es ilegal y solo respalda una agenda criminal”.
Guy Rosen, vicepresidente de gestión de productos en Facebook, aclaró que la gente compartió este video por varias razones. “Algunos intentaron promover las acciones del asesino, otros se mostraron curiosos y otros realmente intentaron resaltar y denunciar la violencia. La distribución fue impulsada aún más por la información general sobre la existencia de un video, lo que puede haber llevado a las personas a buscarlo y luego compartirlo con sus amigos".
No se puede dar publicidad periodística a este tipo de contenido por diversas razones, nos explicó la académica de la Universidad Católica y doctora en comunicación social y periodismo, María Elena Gronemeyer.
“Sensibilidad por el dolor de los familiares de las víctimas, el derecho a la privacidad de las víctimas en momentos de extrema vulnerabilidad (amenaza contra su vida y muerte), posibilidad de incentivar a la imitación a personas que pudieran tener ideas de venganza, dar tribuna a una acción y discurso terrorista que precisamente busca la atención mediática para expandir el terror y su ideario, la violencia de las imágenes que pueden causar una conmoción traumática en las audiencias o un goce malsano, ambos dañinos para el bien común”, explicó a El Definido la doctora en comunicación social y periodismo.
“Un país siempre puede usar razones legítimas para restringir la publicación de un material específico si con eso se estima que está protegiendo de un daño desproporcionado. Sin embargo, los propios medios debieran tomar esta decisión sin que hubiera necesidad de que legalmente se prohíba. Va a haber prohibición legal en la medida que los medios no exhiban tener el criterio suficiente para tomar decisiones editoriales razonables”, agregó Gronemeyer.
De hecho, según The Guardian, hay estudios que sugieren que la cobertura sensacionalista de los actos terroristas en los medios de comunicación, genera que se cometan más.
"Lo que este artículo sugiere es que podemos necesitar repensar la cobertura sensacionalista del terrorismo y dejar de proporcionar a los terroristas una plataforma de medios gratuita", dijo Michael Jetter, profesor de la Escuela de Economía y Finanzas de la Universidad EAFIT en Medellín.
Claramente, mostrar un acto hecho con el objetivo de propagar terror, traerá consecuencias negativas. Nadie dice que no sea informado, pero siempre debiese ser con el cuidado adecuado, buscando aportar a un bien común, donde se informe a las personas de lo ocurrido sin dejar de proteger a las víctimas ni sus familias.
Explicar y visibilizar que todos los días, a cada segundo, hay acciones bondadosas, interesantes y sorprendentes que se deben conocer, es la alternativa que hemos elegido en El Definido para infundir la idea de que el mundo es un lugar que vale la pena habitar. Sin olvidar los sucesos negativos que ocurren, pero sí evitando mostrarlos en maneras que no enseñan nada, sino que solo propagan violencia, desconfianza y lo que se buscó en primera instancia, terror.