Imagen: César Mejías

La música clásica no hace más inteligente a tus hijos, ¡pero igual tiene beneficios!

Un estudio de más de dos décadas de la Universidad de California, fue el origen de una teoría que planteaba la relación entre obras de compositores clásicos y un incremento de la inteligencia. ¿Mito o realidad?

Por Alejandro Fuenmayor | 2019-04-11 | 07:00
Tags | musica, Mozart, estudios, niños, guia para padres, inteligencia, beneficios
"Recomiendo a todo el mundo que escuche música de Mozart; pero la expectativa de que con ello van a mejorar sus capacidades cognitivas no se va a cumplir", (investigación de la Universidad de Viena sobre el "Efecto Mozart").

Lo admito: unas semanas después de enterarme que iba a ser papá, hice una lista de reproducción en mi perfil de Spotify con varias obras de música clásica y relajante. ¿Con qué fin? Bueno, de verdad desconocía si era cierto o solo un mito, pero el propósito era estimular el desarrollo de mi guagua (antes y después de su nacimiento) con piezas instrumentales que, según la creencia popular (Internet), traerían beneficios a largo plazo que influirían en su inteligencia.

Meses después, al mejor estilo del popular programa Cazadores de Mitos, decidí ahondar en el tema, para entender el trasfondo de lo que se conoce como el "Efecto Mozart", en honor al famoso compositor de música clásica, y dar con una respuesta a la siguiente pregunta: ¿son las obras del pianista austriaco un elemento que incide en la inteligencia de nuestros hijos?

¿Cómo se originó esta teoría?

Para dar con el inicio de esta creencia, hay que remontarse al año 1993, cuando se publicó un estudio en la revista Nature llevado a cabo por un grupo de investigadores de la Universidad de California, titulado Música y rendimiento en el razonamiento espacio-temporal.

Según esta investigación, un grupo de alumnos que había sido expuesto durante algunas horas a las melodías de la Sonata para dos pianos en re mayor, K. 448, de Wolfgang Amadeus Mozart, mostró un mejor desempeño en las tareas asignadas, en comparación con los resultados de otro grupo que no contó con el estímulo musical.

Este "descubrimiento" generó un gran revuelo en la industria musical y editorial durante la década de los noventa, convirtiendo sus conclusiones en la minita de oro de varios.

Una teoría de gran éxito comercial

Quizá la persona que mayor provecho le sacó al asunto fue Don Campbell, autor del libro The Mozart Effect, obra que resalta los beneficios de la música clásica para reforzar nuestras aptitudes cognitivas y que también se adaptó para versión infantil, llamada The Mozart Effect for Children.

Esta última obra fue la que dio paso, en gran medida, a la creencia de exponer a los bebés a periodos de música clásica para beneficiar el desarrollo de sus habilidades cognitivas e intelectuales.

Los libros, además de convertirse en éxitos de venta, motivaron, por ejemplo, a que el gobernador de Georgia (Estados Unidos) en 1998, Zell Miller, incluyera en el kit para recién nacidos que entregaba el estado, discos de música clásica con piezas del ya mencionado Mozart.

La creencia de que la música del compositor austriaco ayudaba a un mejor desarrollo de la inteligencia de los bebés, fue ganando fuerza, al punto que Campbell creó el The Mozart Effect Resource Centre, una institución que además de comercializar sus libros y discos, también aborda temas relacionados a la psicología de la música, medicina y artes, recursos de crianza para padres, entre otros.

Pero, ¿la evidencia del estudio de la Universidad de California era suficiente para dar por cierto el "Efecto Mozart"?

La caída del mito

Con la creencia del "Efecto Mozart" arraigada en una parte del imaginario social, académicos de distintas partes del mundo empezaron a estudiar los planteamientos de sus colegas de California, y se dieron cuenta que las conclusiones a las que habían llegado eran insuficientes para afirmar la relación entre música clásica e inteligencia.

"Recomiendo a todo el mundo que escuche música de Mozart; pero la expectativa de que con ello van a mejorar sus capacidades cognitivas no se va a cumplir", aseguró en 2010 la Universidad de Viena, resaltando un estudio que investigadores austriacos realizaron y en el que observaron que los efectos de la música del famoso compositor en 3.000 personas, eran poco significativos.

A esa investigación, también hay que sumar el estudio Mozart doesn't make you clever, publicado en 2007, curiosamente también por Nature, en el que académicos alemanes de la Universidad Humboldt de Berlín, descartaron la existencia de un "Efecto Mozart", pero destacaron los beneficios de estudiar música y la relación con un mejor desarrollo del coeficiente intelectual.

"Pero incluso si el efecto de la formación musical se confirma en estudios futuros, es muy poco probable que haga que su hijo sea un genio", apuntó Ralph Schumacher, autor principal de la investigación.

No te hace más inteligente, pero igual tiene beneficios

Con la teoría del "Efecto Mozart" en el baúl de las mentiras, lo que no podemos negar son los diversos beneficios que tiene la música en nuestra vida diaria, incluyendo, por supuesto, a las composiciones clásicas.

De hecho, una defensora de las ventajas de dedicar, al menos, una hora del día a escuchar piezas de música clásica, es la periodista, escritora y violinista británica Clemency Burton-Hill, autora del libro A Year of Wonder: Classical Music for Every Day.

"¿Puede una dosis de música clásica cambiar tu vida? En mi caso, la respuesta es un rotundo sí [...] Puedes escucharla cuando viajas, mientras tomas un paseo, ponerla de fondo al preparar el desayuno o la cena, puedes convertirla en tu banda sonora cuando planchas o te sirves un trago, incluso cuando te pones al día con tus correos", puntualizó la británica, sin pasar por alto la capacidad de relajación que se puede obtener al reproducir estas obras.

Entre los beneficios de crear tus propios playlist de música clásica y dedicarles una hora al día, Burton-Hill mencionó la disminución de la ansiedad cuando nuestras rutinas son muy ajetreadas. "Solo entendí el efecto milagroso de un compromiso diario con esta música después de un par de años particularmente agotadores [...] cuando convertí mis hábitos musicales en un ritual, comencé a sentirme menos ansiosa".

La escritora también se refiere a la capacidad de maximizar nuestra concentración y enfoque al escuchar piezas clásicas e, incluso, confesó haber ayudado a su sobrina haciéndole una lista de reproducción durante su periodo de exámenes escolares.

Afirmó que la música clásica también tiene la capacidad de hacernos más empáticos, pues "nos permite viajar a otras vidas" y colocarnos en el lugar de quien hace la pieza.

Descartar teorías como el "Efecto Mozart" no significa que dejemos de ponerle música a nuestros hijos con el propósito de desarrollar en ellos más y mejores capacidades cognitivas; al contrario, no importa el género musical, si prefieres música clásica, tropical o algo más rockanrolero, exponer ante ellos las diversidades de los ritmos, seguramente tendrá más pros que contras a largo plazo y contribuirá a que forjen sus intelectos.

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