Cuando aún me encontraba estudiando en la universidad, tomé un ramo de historia acerca de las culturas orientales más importantes que han existido, y les cuento que este ramo me dejó con la cabeza hecha un lío.
Jamás había prestado atención a estas milenarias culturas y, sobre todo, no pensaba llevarme tremendas sorpresas como, por ejemplo, descubrir la gran similitud de algunos mitos que intentaban explicar el origen de varias realidades y personajes de las culturas más antiguas e importantes de esa parte del mundo, con respecto a las historias que estaban contenidas en la Biblia, específicamente el Antiguo Testamento, y que contaban, a manera histórica, la vida de diferentes personajes importantes como Abraham, el profeta Oseas y uno particularmente conocido por las varias y exitosas películas de su vida, Moisés.
Aquellas similitudes hicieron que tuviera una nueva perspectiva, un tanto más racional e histórica de sus relatos biográficos, y obviamente, despertaba una relectura sobre lo que creía desde la fe, hasta llegar a la pregunta: ¿realmente habrán existido?
Hace un tiempo, leyendo un diario de circulación nacional en su versión digital, me encontré con una noticia que daba cuenta de una investigación científica que me hizo recordar aquellas clases universitarias. Lo que leí es que un estudio de la Facultad de Arqueología de la Universidad de El Cairo, dirigido por el profesor Abdel Muhammad Gader, recuperó de las profundidades del Mar Rojo más de 400 esqueletos, armas y armaduras de lo que podría ser el hundimiento de un gran ejército egipcio. Aquel hallazgo fue tomado como una prueba irrefutable del cruce del Mar Rojo contado en el Antiguo Testamento y, obviamente, de la existencia histórica de Moisés.
Pero lamentablemente esta noticia, la que fue difundida por varios medios de comunicación confiables, era falsa y no tardaron en rectificarse.
Fue entonces que para sacarme la duda y actualizar mis inquietudes, logré entrevistar a un historiadora que es Máster en Ciencias de las Religiones de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Sociedad Española de las Ciencias de las Religiones.
Lo que conocemos de Moisés, o lo que hemos visto en alguna película, se basa principalmente en lo que está escrito en diferentes pasajes del Antiguo Testamento de la Biblia. Según ello, nació en Egipto en el 1593 a.C. y fue salvado del genocidio de todo niño varón hebreo recién nacido, ordenado por el Faraón, gracias a que su madre astutamente lo escondió y puso al interior de una cesta de papiro que dejó en el río Nilo.
Las corrientes del río llevaron la cesta hasta los baños de la hija del Faraón, quien encontró a este niño recién nacido y decidió criarlo como un hijo suyo.
Educado como un egipcio más y ya en su mayoría de edad, mató a un soldado egipcio en defensa de un hebreo que estaba siendo injustamente castigado. Este hecho lo hizo huir de Egipto hacia el desierto, lugar donde se convirtió en pastor y conoció a Ziporá, quien sería su esposa y madre de sus dos hijos.
Un día de pastoreo cerca al Monte Horeb (conocido también como Sinaí), Moisés se encontró con un fuego que le habló y le encargó la misión de rescatar a su pueblo. Con esta misión regresó a Egipto y después de varios intentos, plagas y un fenomenal cruce por un Mar Rojo dividido en dos, logró salir de Egipto con el pueblo hebreo para deambular por 40 años y llegar finalmente a la tierra prometida.
Película "Los Diez Mandamientos", con Charlton Heston. |
El inicio de mi conversación con la historiadora partió con una sentencia rotunda: “definitivamente Moisés, cómo personaje histórico, lo más probable es que no haya existido, como tampoco Abraham. Son dos personajes de los que, de verdad hasta hoy, no tenemos ninguna prueba arqueológica real”.
Sentencia que se basa, en gran parte, en un estudio publicado en 2018 de dos investigadores, Israel Finkelstein, director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, y el arqueólogo israelí Neil Asher Silberman, donde sostienen la no existencia histórica de Abraham ni Moisés. Ellos, además, son los autores del libro La Biblia Desenterrada, un éxito de ventas a nivel mundial.
Estos investigadores toman diferentes hitos bíblicos y los investigan desde la arqueología para sacar sus conclusiones y saber cuánto hay de real y cuánto no.
“Ellos toman el libro del Éxodo y concluyen que hay varios hechos que sí pueden haber ocurrido, pero no en los tiempos que señala la biblia, ni tampoco de la forma en la que lo señala”, cuenta la historiadora.
A partir de esto, quise primero saber si es que el pueblo hebreo realmente había estado prisionero en Egipto durante el gobierno de los faraones. María José me contó de la existencia de una fuente histórica egipcia que nos señala la existencia de inmigrantes desde Canaán:
“Existe un historiador egipcio, Manetón, del siglo III a.C., o sea más tardío, que da cuenta de un pueblo al que llamó Hycsos y que se asentaron en una ciudad llamada Avaris. Todo lo que cuenta Manetón ha podido ser comprobado. Se han encontrado sellos con nombres en lengua de origen cananeo o semita en Egipto y rastros de la ciudad de Avaris”, me relata.
Entonces, sí existen evidencias de una migración de pueblos del norte a Egipto, los que podríamos asociar con los hebreos, aunque el final de los mismos en la zona haya sido descrito por Manetón de una forma diferente.
La historiadora me cuenta que “Manetón sitúa el final de este pueblo durante el gobierno del Faraón Amosis, de la dinastía XVIII, el que los expulsará y los perseguirá hasta una ciudad que está cerca de Gaza, que se llamaba Sarujén. Entonces hasta acá hay una correlación entre el Éxodo y lo que cuenta Manetón, pero una de las cosas que no calzan son las fechas, hay como 100 años de desfase. Por otro lado, en la Biblia se menciona que el pueblo hebreo fue obligado a trabajos forzados para la construcción de la ciudad de Ramsés, llamada Pi Ramsés. Este faraón era muy vanidoso, reconstruye el imperio y deja mucho por escrito en los muros de sus grandes construcciones y hazañas, pero llamativamente no hay ni una sola referencia al pueblo israelita que sale de Egipto o la matanza al primer hijo varón, hechos que en la Biblia no pasan desapercibidos”.
Y, aunque supongamos que haya un error de datación en las fuentes bíblicas, estas nos cuentan de un pueblo que deambula 40 años por el desierto y, sorpresa, tampoco hay vestigios sobre esto.
“Cuesta pensar que 600 mil, o tomando el número más reducido, 6 mil hebreos que hayan salido por 40 años, dando vueltas en un mismo territorio, no hayan dejado nada. No hay nada del periodo que señala la biblia, y nada del paso de un grupo enorme de personas. Se ha hecho mucha arqueología, inclusive en el Mar Rojo. Se han encontrado algunas cosas, pero de nuevo un problema de fechas lo hace incompatible. No hay nada de 1440 a.C., que es lo que señala la Biblia”.
Las fuentes egipcias solo mencionan a Israel como un reino establecido en Canaán en el siglo XIII. Si las fechas no calzan, si después de 200 años de intenso trabajo arqueológico en la península del Sinaí no se ha podido encontrar ningún vestigio que sustente lo contado en el libro bíblico, ¿quién y por qué razón inventa a este personaje tan importante para el mundo judeo-cristiano?
Para la historiadora todo tendría que ver con Josías, uno de los últimos reyes hebreos que reinó entre el 639 y el 608 a.C.:
“Josías, uno de los últimos reyes de Judá, después que Salomón dividiera el reino de Israel en dos. Es un rey que decide jugarse el todo por el todo cuando los asirios, los babilónicos y los egipcios estaban ganando espacio y necesitaba unir a toda la población para adherirlos a un monoteísmo al que se resistían. Basta recordar el periodo de los profetas del Antiguo Testamento, donde una y otra vez se trataban de dar señales para demostrar la existencia de un dios único.”
Todo esto supuestamente partió con un hecho prodigioso y un tanto dudoso que le sucedería al rey Josías estando dentro del Templo:
“El rey hebreo cuenta que habría encontrado un rollo escondido con la re-explicación de la Torá, o sea, los primeros cinco libros que se conocen en el mundo cristiano como Pentateuco”, me cuenta la experta en religiones.
Aquí es donde el rey Josías parte una “re” de todo. Me explico, una reescritura de los libros, un reordenamiento, un realineamiento y obviamente una recapitulación del Éxodo. En otras palabras, se vuelve a escribir todo.
“Aquí es muy probable que, en un contexto de mucha y constante relación con Babilonia y los pueblos vecinos, le hayan llegado todas estas historias que se la aplican a Moisés para convertirlo en un personaje fantástico, como lo de la canasta en el río Nilo que es idéntico a la historia de Sargón el grande [la primera persona de la historia registrada en crear un verdadero Imperio, el acadio]", comenta la historiadora.
Si esto es así, finalmente Josías logra su objetivo, inventando un personaje y convirtiéndolo en un héroe nacional que los unifica, que les da sentido y que los salva de ser engullidos por Egipto y Mesopotamia.
Terminando la entrevista con la experta, le pregunto sobre el impacto de las clases y ponencias que imparte sobre este tema en las personas creyentes. Ella me cuenta que varias veces se le han acercado personas, tanto cristianos como judíos, muy conmovidos ante lo escuchado. Ella responde que lo importante no es si existió o no, lo extraordinario es el tipo que inventa la historia y la convierte en un ícono en el que se basa toda la estructura de la religión judía.
“Antes de Moisés no hay estructura religiosa, no hay mito, no hay rito, no hay veneración estructurada. Moisés es a quien Dios le habla, le da la ley del Levítico, le da las fiestas religiosas, le dice quién tiene que ser sacerdote, etc. Entonces el personaje termina siendo más importante que el personaje mismo. En mi forma de ver las cosas, da lo mismo si existe o no, es colateral”.
En conclusiones, es muy probable que estos personajes no hayan existido históricamente, pero aquello no borra lo espectacular y complejo de un mito que intenta explicar el origen del monoteísmo, la fe como concepto, las leyes del pueblo de dios y todo lo que ya sabemos; por el contrario, me parece un tema fascinante para seguirlo de cerca.