La República Democrática del Congo (RDC) es uno de los países más ricos y más pobres a la vez. Su suelo está lleno de minerales valiosos que sirven para todo tipo de gustos tecnológicos (celulares, computadores, procesadores) y de joyería que usamos alrededor de todo el mundo. Pero sus minas están controladas por milicias revolucionarias que explotan a sus trabajadores y con sus enormes ganancias, compran más y más armas para controlar a su población y a los países vecinos.
Así funciona. A vista y paciencia de algunos y amparado en la ignorancia de muchos, la extracción de oro y las "3T" (tantalio, tungsteno y estaño) está vulnerando los derechos de miles de personas y financiando la violencia. Intel quiso detener esto.
Siendo el fabricante de chips más grande en el mundo de la electrónica, consideraron que esta situación no podía seguir y que estaba en sus manos iniciar acciones para cambiar el mercado de los minerales. Lo más fácil era dejar de comprar minerales que provienen de zonas en conflicto y se acababa el problema. Pero eso privaría a sus habitantes de la principal fuente de ingresos que tienen para vivir, dañando la economía local y dejándolos sin empleo. Quisieron "meterse en las patas de los caballos" para acabar con las injusticias: optaron por investigar las fundiciones de las cuales compraban sus proveedores en las zonas de la RDC. Gracias a eso, lograron que este 2014 todos sus microprocesadores sean fabricados con minerales que provengan de zonas libres de conflicto, ¿Cómo lo hicieron?
Revisemos en breve el panorama que condujo a Intel a tomar cartas en el asunto y la forma en que actuó para detener el abuso y promover un efecto dominó, que está conduciendo a otras compañías a hacer lo mismo.
El mundo de la fabricación de productos electrónicos es compleja. Las empresas compran minerales en grandes cantidades a proveedores, que les compran a las fundiciones de todo el mundo. Por lo general las empresas no saben sus orígenes. Pero es un secreto a voces que la probabilidad de que provengan de zonas en conflicto, donde se explota a los trabajadores, es alta. ¿De qué tipo de conflictos se trata? Lo que pasa en la República Democrática del Congo (RDC) es, en breve, lo siguiente.
La guerra impide que sea un país desarrollado y rico, como podría debido a la riqueza de su suelo. Las milicias y grupos rebeldes controlan el este de Congo y llenan sus bolsillos vendiendo los minerales para financiar la compra de armas y mantener a la población bajo control y también a los países que los rodean. ¿Cómo llegaron a esto?
El Congo fue colonia belga y cuando esta nación le concedió abruptamente la independencia en 1960, las insurrecciones estallaron inmediatamente. En eso apareció la figura de Mobutu Sese Seko, un militar que tomó el poder durante 32 años y ejerció uno de los más brutales y largos gobiernos dictatoriales de África. Luego de muchos abusos, guerras con países vecinos, crisis y conflictos con la oposición, los gobiernos de Estados Unidos y Bélgica le pidieron que renunciase al poder. El fin de su gobierno dio paso a la lucha por el poder y la proliferación de focos guerrilleros.
Luego de 6 años de guerra civil se logró llegar a ciertos acuerdos, que no siempre fueron respetados. Recién el 2006 celebraron las primeras elecciones multipartidistas desde la Independencia y desde mediados de 2007, la tensión se trasladó al Este del país y se ha incrementado por la actuación del General Laurent Nkunda, líder de unas fuerzas paramilitares de la etnia tutsi.
Las milicias violentas y los grupos rebeldes controlan muchas minas del Congo y sus países vecinos, cosechando millones de dólares al vender los minerales extraídos por sus trabajadores explotados. Con este dinero compran armas, financian su control sobre la población y violaciones de los derechos humanos. Mientras que los mineros, que incluyen niños y mujeres embarazadas, reciben un pago ridículo en condiciones inhumanas de trabajo.
Esa ha sido su historia. Teñida de anarquía y de sangre, llena de desórdenes e inestabilidad. "Pocas personas últimamente han sufrido tanto tiempo y en una escala tan horrible, como los congoleños", comenta Jeffrey Gettleman (Jefe de la Oficina de áfrica Oriental del New York Times) en National Geographic.
Fuente: Cortesia de Mark Craemer
Hace cuatro años, el enfoque de responsabilidad social del gigante tecnológico puso la mira en los minerales. Por ese entonces, la industria de la electrónica comenzó a despertar sospechas, incluso antes de la Ley Dodd-Frank en EEUU (2010), que ahora exige a las empresas estadounidenses revelar el uso de minerales de guerra procedentes de la República Democrática del Congo y sus países vecinos.
Pero para Intel simplemente dejar de comprar minerales provenientes del Congo no era la respuesta, pues privaría a los congoleños de una de sus pocas fuentes de ingresos. El camino debía ser otro y entonces desarrollaron e implementaron sistemas y procesos para asegurar que el oro, tantalio, estaño y tungsteno que se usara en sus productos fuera limpio, "libre de conflicto".
"Los minerales son importantes, pero no tan importante como la vida de las personas que trabajan para conseguirlos", dice el CEO de Intel, Brian Krzanich. Ese fue el punto de partida para poner fin a los abusos. Intel, como el mayor consumidor comercial de tantalio, tenía el poder para cambiar el mercado: dejar de hacer vista gorda y transparentar. Junto con otras compañías de electrónica como Motorola, HP y Apple, llegó a la conclusión de que debería centrar sus investigaciones específicamente en las fundiciones. Descubrieron que muchos de los proveedores no sabían ni siquiera qué fundiciones utilizaban y otros tenían problemas de confidencialidad, porque son industrias secretas que no acostumbran a ser analizadas.
Les tomó años, pero Intel finalmente identificó todas las fundiciones que producían los minerales en sus microprocesadores y les realizó una auditoría. Hasta la fecha, ha visitado más de 60 fundiciones diferentes que trabajan con los cuatro tipos de minerales de conflicto para proporcionar educación sobre el tema y hacerlas partícipes del Programa de Fundiciones Libres de Conflicto (CFS). La iniciativa no es barata, para nada. A pesar de esto, Intel afirma que no aumentará por eso los costos de los microprocesadores para sus clientes.
Intel lideró la auditoría y verificación en fundiciones donde el mineral en bruto se refina. Los pasos y logros más recientes que han seguido para acabar con las injusticias insertas en su tecnología son los siguientes:
Esta iniciativa ha empujado a parte importante de la industria electrónica a convertirse en empresas libre de conflictos. Otras compañías, como las que nombrábamos anteriormente, también han logrado avances en la identificación de sus fundiciones, aunque Intel está clasificado primero en el ranking del Enough Project. "Creo que todo el mundo está interesado en hacer esto", dice Krzanich.
Pero esta empresa no puede trabajar sola y aún queda mucho por hacer antes de que la mayoría de las fundiciones se sientan realmente presionadas a dejar de recibir minerales que provienen de zonas en conflicto y donde se pasan a llevar los derechos humanos. Es importante que este trabajo que están haciendo por sí mismas las empresas, esté acompañado también de políticas públicas como la Ley Dodd-Frank, por ejemplo. Los países fabricantes e importadores de artículos electrónicos debieran normar de manera explícita sobre este tema.
Los desafíos que quedan son muchos, pero hay luces. Este caso de Intel demuestra cómo el cambio de prácticas en una empresa puede conducir a un contagio de responsabilidad en el mercado que compite con ella y, especialmente, a generar un impacto real en la población de la RDC.
Tal vez Intel se demoró en comenzar o quizás pensemos que algunas compañías lo hacen sólo por mejorar su imagen. Pero puede que la motivación detrás de lo mismo, mientras se hagan cosas por mejorar la situación. Su intervención directa en la zona conflictiva es un ejemplo de cómo empresas y personas impactan en los problemas del mundo a través de su manera de consumir y una demostración de cómo enfrentar los problemas y las irregularidades: de frente, en vez de hacer vista gorda.