A la sombra de Corea del Norte

Con el gobierno de Kim Jong-un lanzando cada vez más amenazas ¿Qué significa ser un habitante de Corea del Sur? Un joven soldado cuenta cómo se está viviendo la crisis.

Por Bruno Carrillo | 2013-04-05 | 18:18
Tags | Corea del Norte, guerras, conflictos,
Cuando bombardearon la isla, fue la primera vez que pensé para mis adentros: "Hey, esto realmente puede pasar"

¿Qué harías tú si es que Chile estuviera bajo amenaza de una guerra nuclear? ¿Aprovisionarte, cavar un búnker o irte de viaje? Ahora, imagina que fueran años y años de amenazas, una tras otra, y cada vez que pareciera que va a pasar algo, no ocurre nada. Esa ha sido la situación de Corea del sur por varias décadas, aunque sólo en años recientes se incorporó el aspecto nuclear a las amenazas. 

El conflicto en la península de Corea ha ido en aumento estos últimos días, al punto que es constante material de discusión en medios internacionales y locales. Cada vez que he hablado con familiares, amigos o conocidos ha salido a colación el tema de una u otra forma, a pesar de ellos no tener ninguna conexión con Corea. 

Ahí me nació la pregunta: Si mis propios amigos y la gente que conozco están ansiosos por la situación, ¿cómo lo estarán viviendo los mismos habitantes?

"Es como los terremotos en Japón", me dice por Skype Moses Hee Jae, un joven sargento en reserva del ejército de la República de Corea, "siempre existe el peligro de que ocurran, pero la gente ya está tan acostumbrada que hace su vida normalmente". 

Moses terminó hace poco los dos años de servicio militar obligatorio y enseña inglés en un instituto de Busan, la segunda ciudad más poblada de Corea del Sur después de Seúl. "Si bien Busan está lejos de la frontera, es un punto importantísimo en términos de defensa. De haber una ofensiva militar, el consenso es que bombardearían la capital y atacarían Busan con submarinos y barcos, intentando hacerle una especie de sándwich a nuestras fuerzas". 

Perro que ladra ¿no muerde?

Moses me recuerda diligentemente que el conflicto con los vecinos del Norte nunca ha dejado de existir, pues lo que detuvo la guerra en 1953 fue simplemente un armisticio que a comienzos de marzo fue 'oficialmente' anulado por el gobierno de Kim Jong-un. 

A sus veinticinco años, "mi generación nunca ha vivido en carne propia la guerra, a diferencia de nuestros padres. Por lo mismo, son ellos los que hablan un poco más del conflicto, pero los jóvenes hoy en día están más interesados en saber qué hizo o dijo un ídolo de la música o la televisión", confiesa el joven sudcoreano.

Las amenazas de Pyongyang han sido abundantes durante las últimas dos décadas. En 1993 ya habían puesto el país en estado de 'pre-guerra' luego de anunciar que abandonaría el Tratado de no-Proliferación Nuclear, y las amenazas contra Estados Unidos y Corea del Sur nunca faltan cuando estos dos aliados llevan a cabo ejercicios militares de rutina. 

Riesgo nuclear

"El tema de las bombas nucleares no es tan grave para nosotros, puesto que estamos tan cerca que ellos [Corea del Norte] también se verían afectados por la radiación, pero el caso en Japón y Estados Unidos es distinto", dice Moses, frunciendo un poco el entrecejo.

Sea para llamar la atención o no, las amenazas de ataque con misiles nucleares a Hawaii, Guam y los Estados Unidos continentales no han dejado indiferente a este país, y recientemente se anunció la instalación de artillería anti-misiles en Guam. Como bien se expuso en un artículo previo, es difícil saber qué amenazas tomar en serio, pero en este caso son difíciles de ignorar.

Ya en el año 2010 las relaciones entre las dos Coreas habían estado tensísimas. Los pocos coreanos que conocí estando en Hong Kong en ese momento estaban indignadísimos luego de que el barco de guerra surcoreano Cheonan fuera hundido por lo que se cree fueron torpedos lanzados por submarinos del Norte (Pyongyang negó el ataque). Para agregarle la guinda a la torta,  meses más tarde Corea del Norte bombardeó la isla de Yeonpyeong, territorio de Corea del Sur, matando a cuatro personas. 

Moses recuerda ese momento con algo de nerviosismo: "Cuando bombardearon la isla, fue la primera vez que pensé para mis adentros 'hey, esto realmente puede pasar'. Estuvimos semanas durmiendo abrazados a nuestros rifles, listos para responder ante cualquier situación. La posibilidad de un conflicto estuvo más palpable que nunca".

Eventualmente, Corea del Sur no contraatacó y eso le valió bastantes críticas al gobierno del entonces presidente Lee Myung-bak. Las mismas críticas le pesan a la actual presidente, Park Geun-he. Con algo de confianza, Moses me comenta que "la presidente Park ha sido clara en el sentido que si nos llegasen a atacar, nosotros primero devolveríamos el golpe y pensaríamos en las consecuencias políticas después".

¿En qué nos afecta a nosotros?

La globalización ha acercado tanto las fronteras entre países que es difícil estar al margen de los acontecimientos, aunque ocurran al otro lado del mundo. Cabe recalcar que Corea del Sur está en el puesto número seis de los países a los cuales Chile más exporta (y número siete en las importaciones), con más de 4 mil millones de pesos (8,5 millones de dólares) en exportaciones, aunque es difícil estimar en qué forma se verían afectadas en caso de guerra.

Si bien Chile no correría un riesgo de un ataque físico, chilenos viviendo en el extranjero (Japón, Corea y Estados Unidos) sí estarían potencialmente expuestos, pero –repito- solo en caso de un conflicto armado.

Como bien recalca Moses, es bueno poner paños fríos a la situación: "El resto del mundo pareciera preocuparse más sobre estas cosas que nosotros, que ya estamos acostumbrados. De hecho, los familiares que tenemos en el extranjero nos llaman casi cada cinco minutos preguntando si estamos bien". 

Personalmente, situaciones como esta me hacen agradecer la paz que gozamos en Sudamérica. Conflictos territoriales van a existir mientras haya países con fronteras físicas, pero se requiere de un sistema maduro y desarrollado para discutir estas diferencias de manera diplomática, con respeto de todas las partes involucradas y con la buena voluntad para resolver cualquier conflicto de manera pacífica. 

A fin de cuentas, es fácil enseñar los dientes y ofrecer los puños, pero las soluciones alcanzadas a través del diálogo tienen repercusiones más leves sobre la población y son mucho más duraderas. Habrá que cruzar los dedos para que Kim Jong-un tenga esto en mente a la hora de los "quihubos".