Buscando el santo grial: ¿A quién creerle las recomendaciones de vinos?

Cuando se trata de vinos, el tema se aborda de manera casi religiosa, pero ¿sabías que un experimento reveló que incluso los catadores profesionales serían incapaces de evaluar un buen vino consistentemente? Así que relájate, puedes descubrir el vino perfecto tú mismo.

Por Bruno Carrillo | 2014-03-17 | 10:40
Tags | Vino, cata, expertos, gusto, subjetivo

“Si alguien vino al mundo y no toma vino, entonces: ¿a qué vino?” Es un dicho añejado, con taninos fragantes y un cuerpo grueso pero, al mismo tiempo, poético. Claro, es un poco injusto para quienes no beben alcohol, pero independiente de si te gusta brindar con merlot, agua o yogurt, el vino es parte de nuestra cultura y nunca está de más saber un poco al respecto. Especialmente cuando te dicen que la manera que se ha usado por décadas para definir qué vino es bueno y cuál no, podría no ser muy confiable.

Hasta los catadores más expertos son incapaces de catar y distinguir vinos con precisión y consistencia. Esta polémica aseveración fue el resultado de una serie de experimentos realizados por Robert Hodgson, un pequeño vitivinicultor californiano. De más está decir que el estudio, publicado en el prestigioso Journal of Wine Economics, estremeció a la industria del vino. ¿Cómo llegó a esa escandalosa conclusión?

Cada año, las mejores cepas de la viña Fieldbrook (perteneciente a Robert Hodgson) son elegidas para entrar en competencias. El californiano levantó las primeras cejas al ver que un mismo vino que un año ganaba una medalla de oro, el año siguiente quedaba colista. ¿Era su vino el inconsistente o eran los jueces? Recibió permiso para llevar a cabo experimentos en la prestigiosa Feria del Estado de California entre los años 2005 y 2008. Presentaba a los jueces lotes de 30 vinos, en que incorporaba muestras triplicadas, servidas de la misma botella. La idea era ver si le ponían el mismo puntaje a las tres muestras del mismo vino. Además, volvía a incorporar muestras de esos vinos en el lote siguiente. Los resultados sorprendieron a todos: solo un 10% de los jueces presentaron evaluaciones consistentes y, peor aún, aquellos jueces que habían logrado consistencia un año, no lograban ser consistentes al año siguiente, lo que implicaría que su nivel de consistencia fue simple azar. Los jueces sólo se mostraban más consistentes con los vinos que NO les gustaban.

La conclusión, en todo caso, no fue que los jueces, catadores y enólogos no supieran de vino (al contrario; probablemente tienen mucha más expertise que el grueso de la población), sino más bien que la cata de vinos es un proceso sumamente complejo y subjetivo. Estadísticamente hablando, Hodgson calculó que el recibir medallas o buenos puntajes era más bien cosa de suerte que mérito del vino o habilidad de los jueces: considerando las evaluaciones casi al azar de los catadores, cada vino tenía un 9% de probabilidades de llevarse una distinción. Una suerte de ruleta rusa etílica, ¿no? Puedes ver más detalles de la metodología de Hodgson en el siguiente link (en inglés)

Eminencias etílicas y Hollywood: las grandes influencias de consumo

Por muchos años, el abogado norteamericano convertido en crítico de vinos, Robert Parker, fue considerado la eminencia mundial en cuanto a cata de vinos. Apodado “el emperador del vino”, “el dictador del gusto” y “la nariz del millón de dólares”, Parker llegó a tener tanta influencia, que se dice que sus críticas y puntajes pueden llevar a viñas a alcanzar éxito mundial o a fracasar rotundamente. Sus críticas de vino han incluido términos como “sexo puro en una botella…” y “un rascacielos imponente en tu boca”. 

Tal es la influencia de este abogado oriundo de Maryland, que varias viñas alrededor del mundo han modificado sus vinos expresamente para apelar al paladar de Parker, con el fin de obtener comentarios positivos. ¡Y cómo no, si una buena crítica de esta eminencia puede convertir a un vino en un bien de lujo! En el libro escrito por Tyler Colman Wine Politics: How Governments, Environmentalists, Mobsters, and Critics Influence the Wines We Drink (Política del vino. Cómo ambientalistas, mafiosos y críticos influencian el vino que bebemos), se describe el proceso que usa Parker para catar vinos: una cata a ciegas en su oficina cada mañana, con cien vinos frente a él y un cuadernillo para escribir su puntaje y notas. Sin embargo, se hace notar que el crítico norteamericano no hace catas públicas para demostrar su habilidad de ser consistente con sus puntajes. 

Por otro lado, otro caso muy estudiado fue el “Efecto Entre Copas” (Sideways Effect, en inglés), basado en la película Entre Copas, ganadora de un Óscar (y nominada a cinco). Esta producción de Hollywood retrata a un protagonista amante del pinot noir, quien durante la filmación habla maravillas de esta cepa y despotrica activamente contra los merlot. La película tuvo un efecto medible y considerable en la industria del vino y patrones de consumo: el consumo de vinos merlot disminuyó, mientras que la demanda por pinot noir simplemente se disparó. 

Esto no quiere decir que el pinot noir sea mejor que su par tinto, sino que simplemente el consumo, preferencias y opiniones respecto al vino pueden ser muy fácilmente influenciables por factores externos (en este caso, una película). Y ni hablar del gusto personal, la temperatura, qué comiste con anterioridad, con qué estás acompañando el vino e, incluso, la presión atmosférica. La cantidad de factores que entran en juego a la hora de juzgar el sabor de un vino son simplemente astronómicos. 

¿A quién creerle a la hora de comprar o beber vino? 

En primer lugar, a tu propio paladar. El gusto es relativo y está más que comprobado que, en el mundo de los vinos, mayor precio no implica necesariamente que el producto te vaya a gustar más. Puedes encontrar vinos baratos que te sientan como anillo al dedo y vinos caros que quedan por debajo del “cartoné” más básico. Y viceversa, claro.

Ahora bien, si no sabes mucho de vino (como este humilde servidor) las recomendaciones funcionan de perilla para iniciar la búsqueda personal. Teniendo en cuenta que nadie es dueño de la verdad, tanto amigos, críticos o gente que trabaja en tiendas de vino van a poder recomendarte algo. Y, de hecho, si tienes la suerte de tener un sumiller recomendándote acompañamientos de vino para ciertas comidas, aún mejor: es un hecho que ciertos tipos de vinos son más afines con determinados tipos de comida, y sumilleres y enólogos son profesionales con un buen entendimiento de los diferentes cepas de vino, sus procesos y hasta historia. Sólo recuerda que a fin de cuentas, se trata de que a ti te guste el vino y que las recomendaciones son solo eso: recomendaciones, no dogmas de fe.

En Chile tenemos excelentes vinos y una amplísima variedad en el mercado nacional. Si bien en el exterior tenemos fama del vino “bueno, bonito y barato” (en comparación con los grandes de Francia, por ejemplo), la industria ha expresado continuamente que se debe perseguir la “premiumización” de los vinos para mejorar los márgenes de ventas. 

Teniendo en cuenta los resultados de los experimentos de Robert Hodgson, pareciera ser más bien cosa de ser perseverante para conseguir reconocimiento internacional; no debiera ser tan difícil teniendo en cuenta que ya contamos con varias viñas aclamadas en el extranjero. En mayor o menor medida, cuando se está exportando vino, también se está exportando cultura y nunca está de más dejar una buena impresión en paladares ajenos. 

Y hablando de paladares, ¿tienes alguna recomendación de un vino bueno, bonito y barato?