Parece futurístico, pero ya es realidad: está listo para la venta comercial el primer auto que funcionará con hidrógeno y que en vez de llenar la ciudad de smog, solo emitirá vapor de agua.

El Toyota FCV correrá por las calles de Japón en abril del 2015 y meses después se pondrá a la venta en Estados Unidos y Europa. La región de Tokio será la primera privilegiada, porque tiene estaciones de recarga de hidrógeno, pero se proyecta un plan en toda la isla para construir 100 estaciones más.

Este inocuo auto utiliza el hidrógeno como combustible, que al mezclarse con oxígeno, produce electricidad (que alimenta los motores) y desecha agua.  Hecho en versión sedán, con su estanque lleno puede recorrer hasta 700 kilómetros y alcanzar una velocidad máxima de 170 kilómetros por hora. Además, tiene la capacidad de partir el motor incluso a -30°C. Todo esto fue posible después de más de 20 años de investigación, pruebas y desarrollo.

Hasta el momento hay dos cosas por resolver con el señor hidrógeno, antes de seguir soñando  con calles llenas de estos limpios y sustentables autos. 

1. Producirlo: El hidrógeno es tan liviano que nuestra atmósfera no alcanza a retenerlo, por lo que no anda por ahí dando vueltas solitario de manera natural, sino que hay que producirlo artificialmente separando compuestos, siendo extraído principalmente de los hidrocarburos, como el petróleo, que al tener como sus otros componentes el carbono y el oxígeno, termina produciendo como subproductos monóxido de carbono (CO) o dióxido de carbono (CO₂) dependiendo del método usado, lo cual en definitiva contradice el objetivo de reducir la contaminación y la dependencia de este combustible. 

Afortunadamente, el hidrógeno también se puede extraer del agua (H₂O) y actualmente hay varias formas de hacerlo (electrólisis, biorreactores de algas), pero lamentablemente, aún no se encuentran los suficientemente desarrolladas para ser competitivas. 

Descomponer el agua aprovechando las altas temperaturas de los reactores nucleares o de concentradores solares son otros de los procesos de producción disponibles.

2. Distribuirlo: Debe existir una red que permita llevar el hidrógeno a distintas estaciones de servicio y actualmente los costos son más altos que los de la gasolina, por lo que actualmente sólo es rentable si se produce cerca del lugar donde se utilizará. Una de las alternativas es usar la infraestructura de otros combustibles, como la del gas natural, donde con algunos cambios, se podría transportar hasta un 20% de hidrógeno por los mismos gasoductos.

El precio del Toyota FCV está estimado en unos 72.000 dólares, casi 40 millones de pesos chilenos, un lujo que muchos japoneses se puedan dar, pero poco alcanzable para el común de los mortales. 

Aún así, la masificación de un vehículo que funciona a partir de hidrógeno y que no contamina nuestro medioambiente es el primer gran paso para que comience a ser cada vez más común y factible el uso de esta tecnología. 

Mientras más marcas comiencen a imitar a Toyota y se trabaje en los métodos de fabricación y distribución, más alcanzables se irán haciendo los precios de estos revolucionarios autos para los consumidores.