Algo innegable en los resultados futbolísticos de los últimos años es el renacer de los alemanes. La selección germana ocupa el segundo lugar tras España, según la clasificación de la FIFA. En las últimas cuatro copas mundiales y eurocopas, el equipo ha estado entre los cuatro primeros y el próximo 25 de mayo, dos equipos de la Bundesliga (Bayern y Borussia) se enfrentarán en la final de la Champions League. Algunas de las razones del éxito son: El cambio en el estilo de juego y una apuesta fuerte por los juveniles, la sanidad financiera de los clubes, la repartición equitativa de dineros de los derechos televisivos y la premisa “el hincha es lo más importante”.
La suma de los factores descritos tiene como resultado un campeonato nacional atractivo por su alto nivel de competencia. En las últimas siete ediciones de la Bundesliga, han sido cuatro equipos diferentes los ganadores del torneo (SV Werder Bremen, VFB Stuttgart, Borussia Dortmund y Bayern Munchen).
La matemática es sencilla: El alto nivel competitivo de los 18 clubes que componen el torneo alemán, además de una política de precios asequibles para todas las clases sociales a los estadios, generan la mayor asistencia de público por partido en el mundo. El ex jugador y entrenador alemán, Sepp Herberger, lo resumió alguna vez de esta manera: “¿Sabes por qué la gente va a los estadios? Porque no saben cómo acabará”.
Los derechos de TV se negocian colectivamente y su repartición es más equitativa que en España e Inglaterra. El Bayern Munich es el que más recibe y en 2012 obtuvo 28 millones de euros versus los 14 del Colonia, el último en la lista. En España, Real Madrid y Barcelona reciben 140 millones y Levante, sólo 12.
Los clubes son dueños de recintos bien acondicionados que se encuentran en lugares céntricos, lo que evita que la gente viaje grandes distancias. Cuentan con restaurantes, bares, tiendas y se eliminaron las pistas de atletismo para favorecer la cercanía de los aficionados. Una historia muy diferente a lo que sucede en Italia donde la mayoría de los estadios de fútbol pertenecen a gobiernos locales, así que los clubes no invierten en la renovación de recintos que no les pertenecen.
La Bundesliga posee un calendario organizado de principio a fin de temporada lo que permite a los aficionados comprar y planear sus fines de semana con antelación y los partidos gozan de horarios familiares porque no hay violencia ni destrozos gracias a políticas muy restrictivas.
Cada club vende abonos anuales, pero reservan buena parte de su capacidad para la venta del día del partido. El precio de las entradas es de 22 euros promedio, un precio bajo para el estandar europeo y hay descuentos para niños, jubilados y discapacitados.
Según cifras de un estudio de Prime Time Sport, Alemania promedia un 92% de ocupación de sus estadios con 42 mil aficionados por partido. Le sigue Inglaterra con un 90% y con 35.283 personas por encuentro y en tercer lugar está España con un 74% de la capacidad total de sus recintos y 29.128 asistentes por fecha.
Si alguien duda del fanatismo alemán por el fútbol, debe saber que el equipo que llevó más gente al estadio en la temporada 11-12 en la segunda división en el mundo fue el Entraicht Frankfurt con 37 mil 200 espectadores por partido. Durante la última edición del torneo, el club jugó en primera división y quedó en la sexta posición.
En 2004 con miras al mundial que se desarrolló dos años después llegó como director técnico a la selección alemana Jurgen Klinsmann. Su llegada generó cambios potentes en la manera de jugar. La selección pasó del tradicional juego físico al dinamismo y la posesión del balón, modelo que actualmente tiene a dos clubes germanos a punto de disputar la final de la Champions.
Al estilo impuesto por Klinsmann se le sumó la apuesta por una contundente formación de las selecciones juveniles con una remodelación completa de las estructuras. Además, se les impuso a los clubes que ascienden a la Bundesliga la regla de invertir en sus categorías inferiores. Por su parte, la ayuda financiera realizada por la Federación Nacional de Fútbol ha permitido el surgimiento de más de 350 centros deportivos para la preparación de jóvenes jugadores.
Actualmente los equipos desembolsan en conjunto más de 40 millones de euros para desarrollar sus academias formativas y en los últimos años el porcentaje de jugadores menores de 23 años en la Bundesliga creció del 6% al 15%.
La regla del 50+1 establece que el 51% de las acciones de un club son propiedad de los socios, o sea, un jeque, un millonario ruso o grandes compañías tienen nulas posibilidades de apropiarse de un equipo. Sin embargo, hay una excepción y esta es para las empresas que han estado ligadas durante más de 20 años a un club, como es el caso de Bayer con el Bayer Leverkusen o Volkswagen con el Wolfsburgo.
Según un informe económico de la UEFA, los cubes alemanes casi no poseen deudas. El fútbol alemán ha incrementado un 24% sus ganancias en los últimos cinco años y la liga así lo confirma. El año 2012 la Bundesliga tuvo ingresos por 1.746 millones y presentaron entre todos los clubes beneficios por 52 millones de euros.
El gran presente de la Bundesliga fue resumido de manera brillante por Uli Hoeness, presidente del Bayern Munich, quien afirmó “El Real Madrid solo, tiene más deuda que toda la Bundesliga” y “nosotros (Alemania) pagamos cientos de millones para que salgan de la mierda (España) y luego los clubes no pagan sus deudas”.
El ejemplo Alemán tiene bastante que rescatar para el fútbol nacional: Centrarse en el espectáculo, planificando la temporada con suficiente antelación, mantener las deudas de los clubes al mínimo y apostar fuerte en los juveniles, en lugar de figuras internacionales, son todos conceptos que requieren más de voluntad que de grandes inversiones.
Otras, como asegurar la propiedad de los clubes para los socios, la construcción de estadios y la repartición equitativa de ganancias por los derechos de TV pueden encontrar más resistencia de los clubes grandes y sus actuales dueños, pero, como ha demostrado el ejemplo Alemán, cuando las ligas de fútbol son competitivas y el espectáculo entretenido, el público vuelve a los estadios y todos salen beneficiados.