Joyas de cenizas fúnebres: Polvo eres y en diamante te convertirás

Cada día más personas buscan alternativas para recordar a sus familiares difuntos que escapen del tradicional entierro o la cremación. Es por esto que una empresa suiza ofrece convertir las cenizas de los seres queridos en diamantes a través de un proceso químico y a un precio competitivo.

Por César Burotto @cburotto | 2014-11-20 | 12:10
Tags | muerte, funeral, joya, diamante, restos, cenizas, gema, funeral, recuerdo

Hace algún tiempo les contamos sobre la urna fúnebre-macetero en la cual se depositan las cenizas de un difunto y es puesta en la tierra permitiendo que crezca un árbol. Una opción interesante para quienes desean ver perdurar en el tiempo a sus seres queridos de una manera simbólica. Pero no es la única opción que escapa de las formas tradicionales de entierro.

Desde hace algunos años, la empresa suiza Algordanza, cuyo nombre significa “recuerdo”, ofrece la posibilidad de fabricar diamantes a partir de las cenizas de los fallecidos. Algo que puede parecer un tanto extravagante (y lujoso),pero que se ha vuelto muy popular. De hecho, la empresa ya tiene sucursales en gran parte de Europa, en Asia, y América del norte.

Convertirse en diamante

Las joyas se elaboran a partir de las cenizas de los difuntos que son cremados. De acuerdo a lo que señala la empresa, el proceso dura entre cinco a seis semanas y se puede llevar a cabo a partir de cenizas antiguas, recientes o bien de una exhumación. Cada diamante requiere de alrededor 500 gramos de cenizas, lo que es una pequeña parte de los restos si se considera que cada cuerpo produce entre 2,5 y 3 kilos de cenizas. Esto permite que los familiares, si así lo desean, puedan solicitar hasta cinco joyas.

Las gemas se elaboran gracias al carbono presente en el cuerpo humano y que se mantiene en las cenizas luego del proceso de cremación. El carbono obtenido es transformado en grafito a través de un proceso químico y purificado varias veces. Posteriormente el grafito se calienta a una temperatura cercana a los 1500 grados celsius y se presuriza en unas enormes máquinas. Después de un par de semanas el material se convierte en un diamante.

El color de la joya puede variar desde el blanco hasta un azul profundo, todo depende de la cantidad de boro presente en el cuerpo del difunto. La empresa Algordanza asegura que no agrega nada durante el proceso de transformación y el diamante es producido en un 100% a partir de los restos del difunto. “Nuestra técnica exclusiva respeta en todo momento la esencia de las personas de quienes provienen los Diamantes al no realizar añadidos que alteren su esencia original, ni hacer manipulación de color”, señalan en el sitio web de la empresa.

Cuando se obtiene el diamante en bruto, son los familiares que deciden el futuro de este. Bien pueden querer conservarlo en bruto o pueden solicitar que sea pulido y tallado como deseen. Sin embargo, el tamaño normalmente no supera los 6 milímetros de diámetro, ya que la tecnología disponible y el proceso no permiten hacerlo más grande. La empresa también permite contactar con joyerías, para utilizar los diamantes en collares, pulseras, anillos o básicamente lo que se desee.

Durante todo el tiempo que toma el proceso los familiares son contactados frecuentemente por la empresa, quien les cuenta sobre los detalles de la elaboración y los mantiene informados. Además, junto con el diamante se entrega un Certificado de Origen con la descripción química de la gema. Cada diamante es único en su especie, no existen dos iguales ya que dependen de las concentraciones químicas de cada difunto.

¿Cuánto cuesta?

Cada joya que se crea, tiene un valor que parte de los 3.500 euros o 2 millones 600 mil pesos chilenos y puede llegar a los 20 mil euros (cerca de 15 millones de pesos). El costo varía dependiendo del corte que elijan los familiares para su gema y de los quilates. También está la opción de escribir una frase en la joya con laser. Esta puede ser de hasta 75 caracteres y tiene un precio de 580 euros (436 mil pesos). Considerando que enterrar a un difunto puede costar más de un millón y medio, el precio no parece tan exagerado y se transforma en una alternativa viable.

Quienes solicitan este servicio, no tienen que desplazarse para llevar las cenizas, ya que es la empresa la que se encarga de retirarlas en los países en que tienen sucursales (puedes revisar la lista de los países en donde se ofrece el servicio aquí). Describen su servicio como personalizado, directo y discreto. “Nuestro objetivo es que la atención y cuidado en cada detalle estén unidos a la experiencia de amor que usted merece vivir”, dicen en Algordanza.

¿Te gustaría que tus restos se transformaran en una joya?