Imagen: Global Teacher Prize

La premiaron como la mejor profesora del mundo y donó el millón de dólares a su escuela

Hace más de 20 años que Nancie Atwell enseña literatura y escritura a alumnos de octavo básico. Ella logra que sus alumnos, en lugar de leer ocho libros al año, como el promedio de los jóvenes, lean 40. Acá te contamos cómo lo hace.

Por Antonia Laborde @antonialaborde | 2015-03-19 | 07:00
Tags | Nancie Atwell, mejor profesora del mundo, Global Teacher Prize, lectura, libros, alumnos, inspiradora

Un profesor te puede cambiar la vida. Te puede hacer descubrir quién eres o, por el contrario, empequeñecerte y hacer que te olvides de tus sueños. Pararse ante una sala llena de niños o jóvenes ilusionados con lo que hay allá afuera y lo que pueden hacer con eso, es un gran desafío. Uno que, sin duda, cuando se hace bien, merece reconocimiento. Así al menos piensa la Fundación Varkey GEMS, que todos los años otorga el Global Teacher Prize al mejor profesor del mundo, lo que se traduce en nada más ni nada menos, que un millón de dólares.

Este año fue el turno de la profesora norteamericana Nancie Atwell. Entre 5.000 postulantes provenientes de 127 países, ganó esta profesora de lenguaje. Desde 1973 enseña sobre lectura y escritura a jóvenes que cursan séptimo y octavo básico. Hace 15 años fundó el Centro de Enseñanza y Aprendizaje, una escuela sin fines de lucro en Maine, lugar donde trata de impregnar a las nuevas generaciones su amor por los libros. Si bien un quinceañero norteamericano lee en promedio seis a ocho libros al año, los alumnos de Nancie leen cuarenta. C-u-a-r-e-n-t-a. ¿Cómo lo hace? Con una estrategia que la hizo acreedora de este premio, que es conocido como el "Nobel de la Enseñanza".

La estrategia de Nancie

Lo primero para ella, es predicar con el ejemplo. Lectora voraz desde que tiene recuerdo y autora de nueve libros, uno de ellos "In the middle", una especie de manual de instrucciones para enseñar a leer y escribir a adolescentes que tengan dificultades. Lo segundo, es ofrecerles libros de su interés. Los alumnos de Nancie eligen sus lecturas, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los colegios, donde te las imponen. En una entrevista al Newsweek, Atwell se preguntaba sobre los jóvenes apasionados por el deporte "¿Por qué no les ofrecen apasionantes historias de deportistas? Denles libros que les interesen a ellos también y entonces los leerán". Para eso, cada sala tiene una biblioteca riquísima en variedad. Además, como buena lectora, tiene mucho conocimiento para poder recomendar libros. Sus alumnos se le acercan en busca de respuestas y ellas las tiene según cada perfil.

Otro método para incentivar la lectura en sus alumnos, que van "desde niños disléxicos hasta sofisticados críticos literarios", es darles tiempo de clase para que lean. En general, leer siempre es una tarea que mandan para la casa, sin haber creado el hábito primero en la sala de clase. Aquí ocurre que al estar obligados a dedicar parte de su tiempo escolar a los libros, se sumergen en las historias, y cuando llegan a la casa, voluntariamente quieren seguir leyendo para saber cómo sigue el texto que ellos mismos escogieron.

Nancie, al recibir el premio en una ceremonia donde se encontraba Mohamed bin Rashid Al Maktum , primer ministro de los Emiratos Árabes Unidos, el ex-presidente Bill Clinton y el responsable del informe PISA, Andreas Schleicher, entre otros, dijo que ocuparía el millón de dólares completo en su escuela: recursos, becas y libros. Aclaró que la decisión no iba porque ella fuera desinteresada, sino que estaba comprometida con el servicio público. También dijo que esperaba que este premio atrajera a más jóvenes norteamericanos inteligentes y creativos a la enseñanza, que para muchos se ha vuelto un acto técnico de repetir un programa, en vez de una carrera profesional que ayuda a reflexionar.

Desde Haití hasta Cambodia - Los otros finalistas

Si bien el premio es monetario, para Sunny Varkey, de la Fundación Varkey, que es la que hace entrega del galardón, el sentido de todo no va por ahí. Hay dos objetivos claves y ninguno tiene que ver con el millón de dólares: Otórgale a los docente la legitima posición que les pertenece y reconocérselas de manera pública. Y sacar a la luz historias anónimas de profesores que día tras día inspiran a jóvenes estudiantes en las aulas de clase y a sus comunidades.

Junto con Nancie, otros nueve profesores competían por el galardón. Entre ellos se encontraba el profesor afgano Azizullah Royesh, quien tuvo que enseñar a sus alumnos a leer y escribir tras la caída del Gobierno talibán, en 2001. También llegó a la final Phalla Neang de Camboya, quien ha estado trabajando con estudiantes ciegos en desde la década del '90 y ayudó a desarrollar una versión en Braille de la lengua jemer, para evitar que los niños ciegos fueran tratados como "parias" por el sistema educativo. Así como Richard Spencer, profesor de ciencias en Middlesbrough College en Inglaterra, que fue elogiado por su éxito hacer de la ciencia algo accesible para los jóvenes, con un estilo de enseñanza que incluye el uso de canciones y bailes.

Los 10 finalistas fueron:

Nancie Atwell, EE.UU.

Chico Etienne, Haití

Jacqueline Jumbé-Kahura, Kenia

Neang Phalla, Camboya

Stephen Ritz, EE.UU.

Azizullah Royesh, Afganistán

Kiran Bir Sethi, India

Madenjit Singh, Malasia

Richard Spencer, Reino Unido

Naomi Volain, EE.UU.

El jurado estuvo compuesto por educadores, empresarios, periodistas y dirigentes de organizaciones benéficas ligadas a la educación. Si quieres saber qué hace cada uno de estos docentes, puedes leerlo aquí.

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