* Esta nota fue originalmente publicada en 2015. Hoy la removemos en vista de los últimos sucesos de violencia en Argentina que llevaron a posponer la final de la Copa Libertadores. Un ejemplo como el inglés, puede inspirarnos a buscar soluciones a este recurrente problema.
El problema está claro, ahora ¿la solución? Un caso que causa admiración es el modelo inglés.
Las barras bravas no nacieron en Chile y nosotros no somos los creadores de las bengalas. Muchos piases tienen que lidiar con esto, incluso Inglaterra, cuya fama se asocia al autocontrol y lo políticamente correcto. Famoso es el caso de los Hooligans, la “barra brava” inglesa que adquirió notoriedad por los disturbios provocados en las décadas del '70 y '80.
El comienzo del fin de la violencia en Inglaterra se dio en 1985, con la tragedia de Heysel, cuando Liverpool y la Juventus definían la Copa de Campeones de Europa. Los aficionados del cuadro "Red" se abalanzaron sobre la hinchada italiana y terminaron con la vida de 39 personas.
En ese entonces, la Primera Ministra británica era Margaret Thatcher, quien se hizo cargo del asunto, viéndolo como un problema social más que un problema deportivo. La gota que rebalsó el vaso ocurrió 4 años más tarde, en una de las tragedias más grandes de la historia del fútbol, cuando 96 hinchas del Liverpool murieron en una avalancha de gente, lo que fue conocido como "la tragedia Hillsborough".
La primera medida fue vetar de por vida la entrada a los estadios a los líderes de las barras bravas de ese entonces. Para identificar a todos los integrantes de las barras, se creó un carné y se normaron sanciones para quienes provocaran desmanes, entre las que destacó impedirles el ingreso a la canchas y obligarlos a firmar en una comisaría durante los partidos de su equipo. Quienes rehuían de esa pena, incluso, arriesgaban castigos mayores. si entraban al estadio no podían cometer ninguna acción violenta, ni tampoco estar involucrados en consumo de drogas y alcohol.
Se instalaron cámaras de seguridad con las que se identificaban a los que cometían desórdenes. Se legisló para endurecer las penas (incluir faltas, ampliar aplicabilidad); grupos de policías fueron creados para combatir el núcleo de los Hooligans en los barrios donde estos se encontraban, además varios policías fueron infiltrados al interior de las hinchadas para identificar a los elementos más violentos. Los equipos capacitaron a sus guardias para el manejo de masas, con la intención de sacar paulatinamente a la policía del interior de los recintos. Además, se estableció un sistema de seguridad para los estadios, el que incluyó desmantelar de a poco las rejas y los alambres, se empezó a utilizar cámaras con mejores tecnologías y se instalaron butacas en todos los sectores.
Para combatir este problema, los clubes de la Federación Inglesa debieron invertir mucho dinero. Los que no podían costearlo, podían aplicar a créditos otorgados por "la dama de hierro".
Actualmente en Inglaterra, cualquier persona que no respete una ley dentro de un estadio, recibe como mínimo 3 años para no entrar a ninguna cancha en Inglaterra.
Con una medida tan simple como esta, la violencia en Inglaterra mermó y fue ejemplo mundial. Esto se consiguió solo una vez que se produjo la unión entre los clubes, el gobierno, los hinchas pacíficos, la federación, dirigentes y policías, todos en pro de un mismo objetivo que lograron sacaron adelante: terminar con la violencia en los estadios ingleses.
Esperemos que así como hay quienes dicen que somos "Los ingleses de latinoamérica", la próxima vez que se escuche, sea porque tenemos en común que los estadios volvieron a ser de las familias y no hay disturbios.