Su nombre científico es Eloria Noyesi, pero es popularmente conocida como "la gringa". A principios de los '80s, esta mariposa nocturna apareció por los alrededores del río Igaparaná, en Bolivia, devastando las plantaciones de coca de la zona ¿La razón? En estado larval, su dieta consiste solo en hojas de coca. De ahí su apodo.
Ya por entonces, científicos comenzaron a preguntarse si era posible tener criaderos de esta especie, nativa de Perú y Colombia, para liberarlas en zonas específicas donde miles de hectáreas de plantaciones ilegales de coca sobrepasaban cualquier medida de control de los gobiernos locales. Sin embargo, los límites tecnológicos de aquellos años limitaron el potencial de la idea y no se llegó a discutir en profundidad. Hace 8 años, volvió a surgir la opción, pero el prevalente uso de herbicidas, que se creían efectivos, hizo que no se tomara en consideración.
Luego de casi una década, la idea de usar estos insectos vuelve a surgir por un reciente anuncio del gobierno colombiano, ya que los avances tecnológicos actuales sí facilitarían la cría de esta mariposa nocturna.
El sábado 9 de mayo, el presidente colombiano Juan Manuel Santos, anunció que se dejaría de usar el herbicida glifosato para destruir plantaciones ilegales de coca. La medida fue adoptada luego de que diversos reportes salieran a la luz advirtiendo sobre posibles efectos dañinos del químico contra la población y el medioambiente, además de no ser tan eficiente como se pensaba. “Hay muchos estudios que señalan que no es tan eficaz como mucha gente dice. Los propios narcotraficantes se han encargado de buscar formas para protegerse de las aspersiones”, dijo el presidente.
Si bien se trata de una buena noticia, pues el glisofato atentaba directamente la salud de los campesinos, la medida deja al gobierno colombiano en mal pie para lidiar con las cerca de 44 mil hectáreas de coca plantadas ilegalmente en el país.
Colombia se enfrenta la situación literalmente a mano, lo que no promete muchos avances en el corto plazo. “La tarea de erradicar manualmente (cortando) las 48.000 hectáreas de hoja de coca tardaría, por lo menos, 30 años en hacerse” dice Juan Carlos Ortega, analista del conflicto armado en Colombia.
Ante esta complicada situación vuelve a surgir la idea de utilizar a la especie Eloria Noyesi para atacar al narcotráfico sin efectos colaterales.
La dieta de "la gringa" es llamativa por decir lo menos, si consideramos que la cocaína es producida por la planta de coca como defensa química contra insectos. Curiosamente, el ingrediente que los ahuyenta o incluso mata, es devorado con gusto por la oruga de la Eloria Noyesi. Es, de hecho, su único alimento y el lugar donde deposita sus huevos cuando es mariposa. Científicos han descubierto que su secreto es la alta resistencia que presentan a la sustancia, lo que le permite devorar cerca de 1,5 veces su peso diariamente sin ningún efecto adverso.
Cabe destacar que "la gringa" es nativa de Colombia, por lo que su propagación no supone peligro para el equilibrio del ecosistema.
Son estas características las que califican a la oruga como un arma ideal contra las plantaciones ilegales, dice Alberto Gómez Mejia, director de Jardín Botánico del Quindío, principal propulsor de esta idea.
"Hace ocho años, cuando Juan Manuel Santos era Ministro de Defensa, le hablé sobre usar la mariposa", dice Gómez Mejía. Por entonces, en Colombia, se utilizaba una dosis de glifosato de 13,47 litros por hectárea, cinco veces la recomendación internacional de 2,5 litros, y su uso ya levantaba algunas banderas de alerta. "Dijo que era una idea interesante", agrega.
El botánico envió una propuesta a la Policía Anti-narcóticos del país, que incluía un presupuesto de $30.000 dólares (cerca de 20 millones de pesos) para capturar ejemplares del insecto y comenzar a construir criaderos. Pese al millonario programa anti-narcóticos de Colombia, la institución declinó la propuesta por falta de dinero y no se volvió a hablar del tema.
Pero hoy, con el uso de glisofato suspendido, se ha puesto a la Eloria Noyesi nuevamente en la palestra luego de casi una década. Anthony Shelton, entomólogo de la Universidad de Cornell, en Nueva York, dice que no es ninguna locura: "Hay muchísimos casos exitosos de control biológico de malezas. Es una solución mucho más permanente al problema". En Chile el primer control biológico exitoso data de hace más de 100 años, cuando un agricultor de la zona central introdujo "chinitas" de Estados Unidos para combatir la plaga de las conchuelas que afectaba a los olivos.
Gonzalo Andrade, profesor de biología de la Universidad Nacional de Bogotá, coincide con Gómez Mejía en que es necesario explorar la posibilidad, aunque antes descartando cualquier tipo de efectos adversos: "Hay cinco tipos de (plantas de) coca en Colombia, y sólo uno o dos de ellas se utilizan para hacer cocaína. Si la mariposa se termina comiendo los otros tipos de coca (...) podría destruir cosechas de coca legales usadas por comunidades indígenas con fines tradicionales".
"Las mariposas no solucionarán esto" dice con honestidad Gómez Mejía, quien piensa que la solución al problema de las drogas va más allá del uso de herbicidas o de la "la gringa". "No puedes decirle a la gente que deje de crecer coca y dejarlos morir de hambre. La solución pasa por darles a estas personas en áreas remotas medios (legales) para ganarse la vida".
Esta original oruga podría ser parte de la solución, pero sin duda se necesitará de otras medidas que ataquen la raíz del problema. Solo así se podrá terminar de una vez con la producción de cocaína en Colombia que, sumado a la de Perú y Bolivia (el top 3 de productores de cocaína), supera las 1.000 toneladas anuales.