Atención terrícolas, esto lo reconoció la NASA: es por lejos el planeta más similar a la Tierra que se ha encontrado hasta la fecha. Orbita alrededor de una estrella muy parecida a nuestro sol, se estima que tiene una superficie rocosa y se encuentra a una distancia prudente del astro que lo hace habitable.
Kepler 452b lo llamaron y está lejos, a 1.400 años luz de distancia en la constelación de Cygnus, pero en el mar del universo no parece demasiado. Su sol es más viejo, con 1,5 mil millones de años más, un 4% más grande y 20% más brillante que el nuestro, pero tiene la misma temperatura.
El planeta está un 5% más lejos de él que nosotros del nuestro, por lo que su año es de 384,84 días terrestres, pero en un rango de distancia que hace posible la existencia de vida como la conocemos hoy. Aunque su masa no se puede determinar directamente, los científicos estiman su tamaño en base a modelos: mediría 1,6 veces el tamaño de la Tierra. Tampoco la materialidad del planeta es conocida, pero dada la experiencia de la NASA, planetas así suelen ser rocosos.
No es el primer planeta que se nos parece, hace algunos años se vienen identificando otros planetas potencialmente habitables que se han catalogado antes, tarea de la Misión Kepler de la NASA, pero en este caso la semejanza es considerablemente mayor.
"Podemos pensar en Kepler-452b como un primo mayor, más grande de la Tierra, proporcionando una oportunidad para entender y reflexionar sobre el medio ambiente en evolución de la Tierra", explicó Jon Jenkins, principal analista de datos en el Centro de Investigación Ames de la NASA en California, que dirigió el equipo que descubrió Kepler-452b. "Este planeta ha estado 6.000 millones de años en la zona habitable de su estrella; más que la Tierra. Eso es una importante oportunidad para que la vida surja, deben existir todos los ingredientes y las condiciones de vida necesarias en este planeta".
Comparación con algunos exoplanetas existentes.
El planeta primo, fue encontrado en un nuevo grupo de 500 exoplanetas candidatos a partir de cuatro años de datos, los que suman ya 1.030. Todos estos se encuentran en zonas habitables de sus sistemas solares, es decir, en el rango perfecto para que exista agua en estado líquido, uno de los principales elementos necesarios para la existencia de vida.
Por ejemplo, el año pasado los científicos quedaron impresionados con el Kepler 186F, más similar a la Tierra en tamaño, pero que orbita una estrella enana roja, más pequeña y fría que el sol del Kepler 452b, que es casi un clon exacto de nuestro astro mayor.
"Hemos sido capaces de automatizar completamente nuestro proceso de identificación de planetas candidatos, lo que significa que por fin podemos evaluar todas las señales en tránsito en el conjunto de datos Kepler de manera rápida y uniforme", explica Jeff Coughlin, científico de la Misión Kepler en el Instituto SETI en California, quien dirigió el análisis de este nuevo grupo de planetas. "Esto le da a los astrónomos una población estadísticamente sólida de planetas candidatos para determinar con precisión el número de planetas pequeños, posiblemente rocosos como la Tierra en nuestra galaxia, la Vía Láctea".
La ansiedad por saber más detalles sobre la composición de éste y otros exoplanetas carcome no solo a los científicos, sino a cualquiera. Lo que sucede es que la presencia de vida en ellos es difícil de detectar por las enormes distancias.
Aunque se están diseñando nuevos telescopios, como el Telescopio Espacial James Webb (JWST), especialmente para esta labor, el rango que tienen para una observación precisa es solamente decenas de años luz de la Tierra. Con su distancia, Kepler 452b impide que lo conozcamos mejor. Pero ojo, la tecnología avanza a pasos agigantados.
Por mientras, el proyecto SETI ya se encuentra estudiando el planeta, apuntando el conjunto de Radiotelescopios Allen en su dirección, en busca de alguna señal de origen artificial. Aunque no han recorrido aún todas las frecuencias, no han hallado aún señal alguna. Esto, en todo caso, no significa que el planeta no albergue o haya albergado vida inteligente, incluso una que hubiese intentado comunicarse con el resto del universo. Recordemos que, dado que nada puede viajar más rápido que la luz, todo lo que recibimos desde Kepler 452b tiene 1400 años de antigüedad. Podrían estar mandando una señal ahora mismo y no lo sabremos hasta un milenio y medio más (si es que seguimos aquí). Y dada la antigüedad del planeta, cualquier civilización pudo haber florecido y extinguido hace largo tiempo. Ese el gran problema de la busqueda de vida inteligente en el universo: no sólo hay que acertar al "dónde", sino también coincidir en el "cuándo".
"Kepler 452b es un pequeño paso para responder a la pregunta [de ¿estamos solos?] hoy", señaló John Grunsfeld, administrador asociado del Directorio de Misiones Científicas de la NASA.
A pesar de las limitaciones actuales, mientras más aparece evidencia de planetas similares a la Tierra, mayor es la posibilidad de encontrarnos con vida -sea inteligente o no- que acompañe a la nuestra en el vasto, y por ahora, solitario Universo.
* Si quieres conocer más detalles científicos de la NASA sobre este descubrimiento (en inglés), puedes entrar aquí. Si te interesa conocer más sobre la habitabilidad de los planetas, lee este artículo.