A una década de Katrina, el huracán más destructivo en la historia de Estados Unidos, vienen los balances. Siendo una de las cinco catástrofes naturales en su tipo más mortíferas del país del norte, y el que más daños económicos ha provocado; muchos ojos han estado pendientes de cómo se han logrado levantar, quiénes volvieron a Luisiana, cuántos se recuperaron, etcétera. Y entre tanta pregunta y evaluación, la población vietnamita apareció una y otra vez encabezando los rankings.
La ciudad más afectada del estado de Luisiana fue Nueva Orleans. Si bien un año después del huracán, su población se redujo a casi la mitad, ahora está recuperada y bordea los 340 mil habitantes. Según la Oficina del Censo de EEUU, Luisiana es uno de los 10 estados de Norteamérica con mayor población vietnamita. Solo en el este de Nueva Orleans se estima que viven cerca de 5.000 familias del país asiático.
La gran mayoría de vietnamitas aterrizó en suelo americano en 1975, luego de la caída de Saigón y del fin de la guerra de Vietnam. A medida de que fue creciendo la comunidad en Luisiana, se fueron agrupando y organizando en Village de l'Est, hoy conocido como el barrio de los vietnamitas y de otros inmigrantes.
Precisamente este último es uno de los sectores que más rápido se rearmó luego de que el 80% de Nueva Orleans estuviera bajo el agua. Según investigaciones, son la población con menor estrés post-traumático y también es la comunidad donde más gente ha vuelto a instalarse en la zona, por sobre blancos o afroamericanos. ¿Cómo lo lograron? Aquí lo que se ha concluido al respecto, según The New York Times:
1. La teoría de El himno de batalla de la madre tigre. El polémico libro de la filipina Amy Chua, asegura que muchos inmigrantes asiáticos están predispuestos al éxito por ciertos atributos culturales. En su obra lo ejemplifica avalando a los padres asiáticos que descalifican a sus hijos cuando se equivocan, que no los comprenden cuando fracasan y que a través de una enseñanza poco flexible y rigurosa, los entrenan para lograr el éxito. De hecho, hablamos de este tipo de padres en un artículo anterior. Si bien para nuestros ojos occidentales esto raya en la explotación infantil, esta cultura del esfuerzo sin duda debe haber resultado extraordinariamente útil en un período de gran necesidad.
2. El grupo de vietnamitas que reside en Estados Unidos es selecto. No todos tenían los recursos para pagar un ticket de barco y comenzar una nueva vida en Norteamérica, lo que implica que la migración seleccionó a aquellos más ricos o más emprendedores, con capacidad de levantar recursos y negocios. Según estudios a los que tuvo acceso The New York Times, los vietnamitas inmigrantes también gozan de mejor salud que sus homólogos situados en Vietnam, debido a que el proceso de migración implica de antemano contar con la salud y energía necesaria para realizar un esfuerzo tan grande como es empezar una nueva vida en otro país.
3. Al ser la primera generación de vietnamitas en Nueva Orleans un grupo de inmigrantes, lograron formar una comunidad muy unida y homogénea, que ha trabajado en equipo desde hace décadas. Por eso ante una dificultad, entendían cómo organizarse, buscando que todos avanzaran en la misma dirección y no solo algunos. En grupos cerrados como estos, las oportunidades de trabajo se ofrecen primero a quienes forman parte de la comunidad; información valiosa sobre negocios y riesgos también se comparte con más facilidad, y hay una tendencia mayor a ayudar a aquellos del grupo más desaventajados, que lo que ocurre entre aquellos no inmigrantes.
4. Tienen una imagen social favorable. Según The New York Times, la fama de los vietnamitas es positiva entre los estadounidenses. Incluso, dentro del mismo país, donde viven blancos y afroamericanos principalmente, estos últimos tienen peor imagen que quienes llegaron desde Vietnam, quienes son percibidos como gente muy trabajadora y honesta, lejos de la imagen negativa que los americanos tienen de sus compatriotas afroamericanos.
5. Cuentan con la organización VIET, dedicada a agrupar iniciativas vietnamitas que fomenten su prosperidad económica, la que ha sido fundamental en el apoyo a la comunidad dañada tras los desastres.
6. Sentido de perseverancia colectivo. Parte de la identidad de los vietnamitas es la historia que arrastran, marcada por momentos adversos: guerras, gobiernos poco confiables, insularidad y subsistencia. Esa misma historia y el sentido de superación que los acompaña, logra que las comunidades se entiendan de mejor manera y crean en su poder de resolver los conflictos.
7. Respeto por la jerarquía. Una vez ocurrido el desastre de Katrina, muchas comunidades entraron a discutir sobre cómo se debían hacer las cosas. Hubo muchas disputas y discusiones entre los vecinos del camino correcto a seguir; mientras que la comunidad vietnamita, marcada por la jerarquía de la iglesia católica a la que muchos pertenecen, acataron ordenes de sus superiores y no perdieron tiempo en discutir al respecto.
Así es como las historias complejas y adversas de los países, marcan culturalmente a sus habitantes, y logran que haya un lado bueno que ver en los momentos adversos. Si no, solo hay que revisar los estudios sicológicos de los ciudadanos de Nueva Orleans, y ver cómo los vietnamitas al año de la tragedia, eran los más recuperados.
¿Y por qué nos importa esto a nosotros? Porque demuestra varias lecciones importantes para el momento que estamos viviendo. En primer lugar, la importancia de esforzarnos por construir comunidades solidarias, más homogéneas e integradas, donde prime la confianza, de modo de afrontar los desafíos de manera unida. Segundo, porque demuestra que la adversidad puede ser extremadamente útil para lograr dicha unidad, y resolver los problemas de manera directa, no esperando que terceros lo hagan por nosotros. Y tercero, porque demuestra que una narrativa propia empoderada, una forma de pensar resiliente y esforzada, permite lograr los objetivos mucho mejor que una actitud más derrotista o crítica.