1 de cada 9 personas en el mundo no tiene acceso a agua potable. Eso equivale a 750 millones de personas que cada día son propensas a enfermarse de cólera, disentería, diarrea y parásitos varios que se ensañan, especialmente, con los niños.
Pese a que las estadísticas son más que escalofriantes, éstas no logran dimensionar la verdadera naturaleza del problema: muchas de estas personas no saben que toman agua contaminada, los peligros que eso conlleva, ni qué medidas deben tomar para evitarlos.
¿Cómo, entonces, se soluciona un problema cuando las personas que lo sufren no son conscientes de su existencia? Una química, un diseñador y una ONG encontraron una creativa solución 2-en-1 que educa sobre los peligros del agua contaminada, y además puede ser arrancada, literalmente, para llevar la teoría a la práctica.
En 2008, Theresa Dankovich se encontraba realizando un doctorado en química en la Universidad McGill (Canadá), cuando comenzó a trabajar en un papel. No era cualquier papel, claro está.
Se trataba de un papel hecho de celulosa kraft blanqueada inmerso en una solución de nitrato de plata, que, en las pruebas en el laboratorio Dankovich, resultaba 99,99% efectivo al filtrar agua contaminada. En el papel (¡ja!) no suena muy emocionante, pero las implicaciones sí lo eran.
"Estaba intrigada por la simple idea de un filtro de agua barato. No estaba pensando necesariamente en ningún mercado. Estaba enfocada sólo en la ciencia. Luego comencé a leer más acerca de la crisis del agua. Pensé que podría ser un gran método para limpiar el agua de mucha gente allá afuera", recuerda Dankovich. No tardó mucho en probar sus efectos en las poblaciones que más lo necesitaban.
En 2013 llevó estos filtros a Sudáfrica, consiguiendo buenos resultados y afirmando su efectividad. Fue entonces cuando se le acercó Brian Gartside, entonces diseñador de la agencia de publicidad DDB, quién conectó a la química con Water Is Life, ONG cuya misión es proveer de agua potable a países en desarrollo. De este tridente química-diseño-ONG nació The Drinkable Book, un libro, literalmente bebible, gracias a que cada hoja puede ser doblada para funcionar como filtro.
¿Pero por qué un libro? No se trata de una sensibilidad artística ni nada por el estilo, de hecho, su explicación es increíblemente racional.
"Muchos de los problemas con el agua no son solo porque la gente no tiene la tecnología adecuada", dice Dankovich, "sino que también es porque no están informados, para comenzar, de por qué tienen que tratar el agua", agrega.
El hecho de que los filtros sean a la vez un libro soluciona el problema desde ambos ángulos: le explica a las personas, tanto en inglés como en su lengua nativa, la situación del agua en su zona, qué medidas hay que tomar (por ejemplo, que la basura no esté en contacto con ésta) y, por si fuera poco, se puede arrancar el mensaje para filtrar hasta 100 litros de agua. Cada libro le permite a una familia tener agua limpia por cuatro años.
Hoy Dankovich preside su propia ONG, pAge Drinking Paper, que junto a Water Is Life han llevado este libro a zonas sin agua potable en Ghana, Haití, India, Bangladesh y Kenia. Cada libro es actualmente hecho a mano por la química, quien estima que ha producido cerca de 2.000 hojas. Y va por más.
El desafío inmediato de los creadores de The Drinkable Book es producir mil libros, equivalentes a 25 mil filtros. Para ello han iniciado recientemente una campaña de crowdfunding con la que esperan reunir 30 mil dólares (cerca de 21 millones de pesos chilenos), para realizar pruebas en dos pueblos, aunque no han especificado en qué país.
Una de las peculiaridades de este filtro es que, si bien su formato, un libro, es reconocible universalmente, su uso está ligado a un contenedor (donde se vierte el agua) cuya forma y material varía dependiendo de cada cultura. Es por ello la labor de pAge Drinking Paper y sus socios incorpora la adaptación cultural de producto en cada lugar donde se usa. En el caso de Bangladesh, la labor estuvo a cargo de diseñador quien desarrolló toda una serie de conceptos gráficos que consideraban el contexto de uso:
Fuente: pAge Drinking Paper
La adaptación cultural es un punto importante del proyecto y se espera que sigan iterando en cada lugar donde llegue el libro.
Otro punto que podría acelerar radicalmente el escalamiento de The Drinkable Book es el uso de nanopartículas de cobre en vez de plata, un elemento diez veces más barato y que permitiría rebajar el costo del libro ostensiblemente (actualmente cada libro hecho a mano tiene un costo de $10 dólares).
Las pruebas que ha realizado Dankovich han sido esperanzadoras. En un paper publicado a finales de 2014, la químico concluía que "este filtro de papel con nanopartículas de cobre tiene el potencial de ser una forma extremadamente barata de purificar agua".
Solo queda confirmar su tecnología a mayor escala, y esperar a que este libro sea un bestseller.