Si con suerte nos acordamos de lo que desayunamos ayer, sería mucho pedir que supiéramos con exactitud todo lo que ha sucedido en los miles de años que componen la historia de la humanidad. Para eso existen libros, películas y el infaltable amigo freak, que se encargan de introducirnos esos conocimientos sin que nos demos cuenta.
¿Roma? Ah, sí, vi Gladiador ¿Grecia? Sí, sí, pasaron 300 en la tele ¿Segunda Guerra Mundial? Acabo de darme vuelta el Call of Duty.
Si bien se agradece el esfuerzo de crear historias basadas o inspiradas en "hechos reales", la necesidad de entretener, por lo general, supera a la de ceñirse a investigaciones históricas. Así nacen ciertas concepciones erróneas sobre periodos previos al nuestro que, en ocasiones, se contradicen totalmente con lo que de verdad sucedió.
Tomemos, para partir, el ejemplo de los gladiadores ¿Eran los futbolistas de la era romana?
Hasta el descubrimiento, en el siglo XVIII, de las ciudades romanas de Pompeya y Herculano en el sur de Italia, la única evidencia de la existencia de estos luchadores de la arena romana eran antiguos documentos. Aún 300 años después, todavía hay mucho que no sabemos sobre ellos.
¿Es cierto que el emperador podía salvar la vida del gladiador vencido haciendo con el dedo hacia arriba? Los historiadores concuerdan en que existía una gesto con la mano hecho por el público como forma de voto, tanto para la muerte (llamado pollice verso o "pulgar girado") como para la vida (pollice compresso o "pulgar comprimido"). Lo que no se sabe es cómo eran exactamente estos gestos. Se cree que el primero involucraba extender el pulgar hacia algún lado, y que el segundo se gesticulaba escondiendo el pulgar dentro del puño.
Los erróneos gestos usados en la película Gladiador derivan del oleo del francés Jean-Léon Gérôme, llamado "Pollice Verso".
Sobre su modo de vida, han surgido recientemente descubrimientos que nos dejan las cosas un poco más claras. ¿La idea de gladiadores tratados como campeones con grandes festines de comida y mujeres? Sorry, recordemos que los gladiadores eran esclavos y aunque uno fuese una superestrella en la arena que peleaba por su familia y esas cosas, al final del día seguía siendo un esclavo que, según estudios del año pasado, vivía encerrado en un lugar parecido a una prisión. "Vivían en celdas, en una fortaleza con solo un portón de salida", explica el arqueólogo Wolfgang Neubauer, quien también dice que raramente se movían de ciudad.
Su dieta tampoco era nada envidiable. Un estudio reciente encontró que su alimentación consistía, mayormente, en granos de baja calidad que complementaban con una bebida de vinagre y cenizas vegetales para el fortalecimiento de sus huesos. Tal como a los vegetarianos de hoy, sus contemporáneos los palanqueaban llamándolos hordearii o "los que apenas comen".
Damiselas en aprietos, camaradería y códigos inviolables de honor son algunas de las fantasías que el romanticismo del siglo XIX embetunó a la sangrienta profesión de los caballeros de la Edad Media.
El concepto de caballería lo introdujo recién la Iglesia en la Francia del siglo X, o sea, 500 años luego del inicio "oficial" de la Edad Media, para regular la violencia de la sociedad franca. Con el tiempo esto dio origen a la profesión, encarnada por el caballero, quienes eran más pragmáticos que ceremoniosos. Usualmente el motivo por el que luchaban no era ni la patria ni honor, sino oro, tierras o simplemente botín, escribe el académico Nigel Saul en su libro Caballería en la Inglaterra medieval. En ese sentido, los caballeros no eran más ni menos que mercenarios que, muchas veces, actuaban derechamente como imbéciles insoportables.
Un ejemplo es el de Sir John Arundell, un caballero inglés del siglo XIV, quien, según el cronista de la época Thomas Walsingham, no solo ingresó a un convento de monjas donde él y sus hombres violaron, robaron y raptaron, sino que luego, abordo de un barco azotado por una tormenta, no dudó en tirar a las monjas por la borda para aligerar la carga. Todo un caballero.
Fue varios siglos después, cuando figuras de la realeza comenzaron a identificarse como caballeros, que se comenzó a "farandulizar" la profesión con la aparición de torneos. Las famosas justas, por ejemplo, recién surgieron en el siglo XV como espectáculo (antes eran un ejercicio militar). Luego escritores como Shakespeare se encargaron de romantizar la profesión con frases como "Dale este anillo a mi verdadero caballero" y otras bastantes cursis que abundan en su obra.
¿Así que Colón le demostró a la humanidad que la Tierra era redonda? En realidad la sociedad de la época lo tenía bastante claro y era una minoría la que insistía en que era plana.
La confusión nace por la narración del estadounidense Washington Irving de la vida del navegante, publicada en 1828 con el nombre de Una historia de la vida y viajes de Cristóbal Colón. La escena específica es cuando Colón presenta su idea al Consejo de Salamanca, que supuestamente la rechaza argumentando fragmentos de la Biblia donde se menciona la forma plana de la Tierra.
"A pesar del material a su disposición", escribe el historiador científico Darin Hayton al respecto, "las fuentes eran a veces silenciosas, desaparecían o no eran muy interesantes. Así que Irving lo adornó. Escribió lo que debió haber sucedido, lo que de seguro sucedió incluso si la evidencia había desaparecido. Hizo lo que los historiadores han estado haciendo desde Heródoto: lo inventó".
Irving la hizo. No solo pasó desapercibido, sino que también otros historiadores y escritores comenzaron a perpetuar el mito hasta nuestros tiempos.
Ahora, esto no quita que Colón haya sido un protagonista importante de la historia, aunque quizás su aporte fue más por el lado de la paciencia e insistencia que por el lado de la ciencia.
¡Rápido! ¿Qué es lo primero que se les viene a la mente cuando escuchan "evolución"?
Lo más probable es que se les haya aparecido el gráfico evolutivo del mono al hombre o la peluda cara del naturalista inglés Charles Robert Darwin. Si bien su trabajo es tremendamente meritorio, pocos saben que gran parte de su teoría está basada en postulados publicados más de un siglo antes por científicos como Benoit de Maillet, Pierre-Louis Maupertuis y George Louis Buffon. Este último llegó incluso a especificar que "el mono y el hombre tienen un ancestro en común", describiendo con detenimiento aquellas similitudes y diferencias entre las especies.
Quizá más sorpresivo es el hecho de que fue un Darwin, pero no Charles, el que más avanzó lo que sería la teoría evolutiva. Erasmus Darwin, abuelo de Charles, fue un brillante doctor, filosofo y poeta que publicó en su libro Zoonimia varios conceptos que serían tomados y desarrollados por su nieto. Cyril Dean Darlington, importante genetista del siglo pasado, descubridor del mecanismo del entrecruzamiento genético, decía que Erasmus "originó casi todas las ideas importantes que desde entonces han aparecido en la teoría evolutiva".
Otros van más allá, como el físico inglés Desmond King-Hele, quien opinaba que las ideas de Erasmus eran más maduras y mejor desarrolladas que las de su nieto, quien, por lo que sabemos, nunca dio crédito al trabajo de su abuelo.
Clint Eastwood y compañía nos enseñó que, en el Salvaje Oeste del siglo XIX, la única habilidad valiosa era la de desenfundar el revólver en medio segundo. La diferencia entre ficción y realidad es chocante en este caso.
Eugene Hollon, respetado historiador del siglo pasado, comentaba, luego de revisar documentos históricos, que el Oeste Americano era "un lugar mucho más civilizado, pacífico y seguro que la sociedad americana de hoy" (esto lo dijo en los '70s). La idea de balaceras diarias en un pueblo sin orden donde el sheriff mismo es un criminal, dista bastante de lo que, en opinión de Hollon, sucedió. El orden durante este periodo, decía el experto, fue impuesto con éxito por instituciones privadas como asociaciones de ganado y campos de minería que "proveían las bases necesarias para una sociedad ordenada donde la propiedad estaba protegida y los conflictos eran resueltos". En muchos pueblos fronterizos era, de hecho, ilegal portar armas.
Aunque no se podría hablar de un edén donde todos se tomaban de las manos, las estadísticas de homicidios son bastante más bajas de lo que Hollywood nos hace creer. Un estudio publicado en 1996, encontró que en icónicas ciudades ganaderas de la época, como Tombstone y Dodge City, se reportaban apenas entre 1.5 a 2 homicidios por año gracias a su política de restricción de armas. Los robos a bancos también eran muy inusuales. En un periodo de 40 años estudiados, apenas se registraron ocho asaltos a bancos en 15 estados.
Incluso famosos criminales de la época no fueron tan letales como se podría pensar ¿Cuántos homicidios le echan a Billy The Kid? ¿50? ¿30? Él decía que 21, uno por cada año de su vida, pero lo más probable es que haya matado a 4 personas, la mayoría en enfrentamientos con varias partes involucradas, lo que hace aún más difícil definir su responsabilidad. La mayoría de las historias de grandes maleantes del oeste americano, fueron exageradas por revistas y obras teatrales de la época, o incluso por las mismas personas que dieron muerte (habitualmente de un disparo por la espalda) a estos delincuentes, buscando exagerar su propio heroísmo.
Otras concepciones erróneas tienen que ver con los vaqueros. Más que pistolas, el arma primordial del vaquero americano era el lazo (recordemos que su trabajo era supervisar el ganado). Tampoco era común el "vaquero solitario", porque un ganado de miles de cabezas difícilmente podía ser controlado por un individuo. Ah, por cierto, se estima que el grueso de los vaqueros eran afroamericanos y descendientes de mexicanos, por lo que gente como Clint Eastwood hubiese sido la minoría.
Lazos, lazos everywhere.
Acercándonos un poco a la época contemporánea, está el mito urbano de que el Viejito Pascuero salió nada menos que de la fábrica publicitaria de Coca-Cola por 1930. El verdadero origen de este viejito, incluida su imagen actual de barba y panza, es mucho más antiguo.
El Viejo Pascuero, Santa Claus o como quieran decirle, está basado en la figura de San Nicolás y en las fiestas que lo celebran en Holanda, conocidas como Fiestas de San Nicolás o Sinterklaas, nombre que fue popularizado en inglés por el escritor Washington Irving (el mismo que nos mintió sobre Colón) como Santa Claus.
La descripción original de Irving era la de un ser delgado y pequeño, parecido a un duende, que fue cambiando al fundirse con otras personificaciones de la Navidad, como el Papá Noel francés, resultando en la imagen que fue caricaturizada por el dibujante alemán-estadounidense Thomas Nast en 1881, 50 años antes de que Coca-Cola lo usara, así: