Imagen: César Mejías

El Estado Islámico busca el apocalipsis y otras 7 cosas que no sabías sobre ellos

Están obligados a vivir en su califato, son más sanguinarios con musulmanes que cristianos, tienen prohibida la paz, decapitan por "misericordia" y creen que Jesús vendrá a salvarlos. Conoce como piensan estos radicales y por qué son tan difíciles de derrotar.

Por Marco Canepa @mcanepa | 2015-11-20 | 11:19
Tags | Estado Islámico, EI, ISIS, guerras, terrorismo, milicias, ejércitos, musulmanes, Islam, Corán, batallas, apocalipsis
"Tal vez el 85 por ciento de la Sharia (la ley islámica) estaba ausente de nuestras vidas. Estas leyes están en suspensión mientras no exista un califato. Ahora tenemos uno" -Anjem Choudary

Para el mundo occidental, el radicalismo musulmán siempre ha sido difícil de comprender, pero a la vez, existían pocas razones para intentarlo. Se trataba, a nuestro entender, de pequeños grupos subterráneos, liderados por algún psicópata, conspirando contra países a los que culpaban de las desgracias de sus pueblos, o torpes intentos por imponer su religión por la fuerza. Bastaba con tacharlos de locos, perseguirlos con los órganos de inteligencia y reventar a sus líderes con algún ataque por drones, para hacer desaparecer el problema.

Por eso la aparición e impresionante crecimiento del grupo radical Estado Islámico y la migración masiva de jóvenes nacidos o criados en Europa hacia sus huestes, ha dejado confundidos a analistas y autoridades mundiales por igual. Y es que este movimiento y las ideas que lo sustentan, no pueden comprenderse sólo como actos de locura, odio o por objetivos políticos específicos, ni puede combatirse de la manera en que tradicionalmente se ha lidiado con este tipo de amenazas.

En marzo de este año, el sitio The Atlantic publicó un muy muy extenso artículo titulado What ISIS really wants (Lo que realmente quiere ISIS) en que el periodista Graeme Wood exploró las motivaciones del grupo, su origen, estrategias, objetivos y los diversos modos de combatirlo. Se trata, como ningún otro, de un texto que permite entender la psicología detrás de este grupo y el magnetismo que ejerce sobre una minoritaria, pero aún así enorme población de seguidores del Islam; así como comprender por qué las estrategias seguidas hasta el momento resultan completamente insuficientes e ineficaces.

A partir del artículo, uno descubre que el Estado Islamico no puede, por sus principios religiosos, aceptar la paz; considera al genocidio como una obligación; no puede cambiar ni aceptar tratos con los gobiernos del mundo –ni siquiera para salvarse de la destrucción–, y considera que está llamado a traer el fin del mundo.

Sí, el fin del mundo.

Por eso, hemos querido traducir, resumir –y en algunos puntos, complementar con información más reciente– este artículo para ustedes; porque de otra manera, jamás entenderíamos qué está pasando. Pero primero, pongámonos rápidamente en contexto.

Algunos datos básicos 

La milicia radical Estado Islámico (EI) surgió en 2004 como una división de Al Qaeda luego de la invasión de Estados Unidos a Irak, y comenzó a tomar control de este territorio tras el vacío de poder que dejó la caída de Saddam Hussein. Luego, el 2011, aprovechó la guerra civil que se desató en Siria producto de la Primavera Árabe, para tomar control de buena parte de ese país también. Este control territorial le permitió, además, dominar una enorme cantidad de pozos petroleros, los que utiliza para financiar sus operaciones.

Su líder es Abu Bakr al-Baghdadi desde 2010, quién a fines de 2014 proclamó un "califato islámico" en la zona que controla. Un califato es un gobierno islámico liderado por un califa, o sucesor político y religioso del profeta Mahoma, que gobierna sobre toda la comunidad musulmana, con estricto apego a las leyes islámicas. No ha existido un califato auténtico desde hace casi un milenio, aunque algunos consideran que el Imperio Otomano, que duró desde 1299 a 1923, sí lo fue. Para la gran mayoría del mundo musulman, en todo caso, el de al-Baghdadi tampoco sería un califato legítimo (pero anda a decírselo a él).

Desde el momento en que se proclamó el califato, miles de musulmanes comenzaron a emigrar hacia la zona para unirse a la lucha contra prácticamente todos los gobiernos, rebeldes y grupos radicales que les rodean. Hoy en día, se estima que el grupo tiene entre 30 mil y 50 mil combatientes activos (aunque hay quienes lo cifran en 200 mil), de los cuales cerca de 12 mil son occidentales.

Okey, con eso basta por ahora. Partamos:

1. El Estado Islámico no es como Al Qaeda (y de hecho, se odian)

Uno de los grandes errores de occidente ha sido lidiar con el EI con la misma lógica aplicada al grupo terrorista de Osama Bin Laden. Aunque el Estado Islámico tuvo su origen en Al Qaeda, hoy en día muchos de los líderes del Estado Islámico lo desdeñan, y cuestionan su liderazgo y sus prioridades.

Osama Bin Laden veía el terrorismo como un prólogo para el califato que no esperaba llegar a ver mientras viviera. Su organización era flexible, difusa y formada por celdas autónomas. El Estado Islámico, por el contrario, requiere territorio para mantenerse legítimo y una estructura jerárquica para dominarlo (su territorio está dividido en provincias y su burocracia tiene unidades civiles y militares).

Otra importante diferencia, es que Al Qaeda, a su manera, era un grupo terrorista del siglo XX y actuaba bajo las lógicas de la modernidad: era una franquicia y sus objetivos eran logros específicos, como el retiro de las tropas estadounidenses de ciertos territorios o la abolición de Israel. Su actuar era pragmático. El Estado Islámico, en cambio, no calza con nuestros ideales y lógica moderna. Aplica a rajatabla, en pleno siglo XXI, lógicas del VII, cuando se escribió el Corán. Para los líderes y miembros del Estado Islámico, el Corán es un libro sagrado perfecto, que nadie tiene el derecho de interpretar ni cuestionar; todo lo que dice, debe aplicarse. Literalmente.

Esto es como si nosotros aplicáramos textualmente las instrucciones de la biblia sobre apedrear adúlteros. La instrucción está ahí, pero optamos por ignorarlas.

El celo religioso del Estado Islámico y su fe ciega en las profecías sagradas ofrecen la primera clave para derrotarlos: su fanatismo los hace predecibles, pues se sienten obligados a seguir las instrucciones al pie de la letra y llevarlas hasta sus últimas consecuencias.

2. El E.I. puede perdonar la vida de cristianos, pero debe matar a 200 millones de musulmanes

Otra diferencia fundamental entre Al Qaeda y el Estado Islámico, es que los primeros consideran a la mayoría de los musulmanes como pecadores por no vivir bajo las normas del Corán; mientras que el Estado Islámico los considera apóstatas (que han abandonado su religión), y por lo tanto, merecedores de la excomunión y la muerte, lo que se denomina takfir.

Entre las cosas que te pueden ganar el título de apóstata en el Estado Islámico y condenarte a muerte, están: vender alcohol o drogas, usar ropa occidental, afeitarte, votar en elecciones, referirte a otros musulmanes como "apóstatas" injustificadamente y, muy especialmente, ser chiita. Y hay aproximadamente 200 millones de ellos.

Recordemos que a la muerte de Mahoma, sus sucesores se dividieron en dos ramas: chiitas y sunitas, que se odian desde entonces y cuya división explica –al menos en parte– las constantes guerras en medio oriente. Dentro del sunismo, existe un grupo especialmente radical, los Salafistas, que intenta emular la vida de los primeros maestros en todo aspecto. Tanto Al Qaeda, como el Estado Islámico, pertenecen a este grupo. Para ellos, el chiismo es una "innovación" sobre el Corán, lo que es considerado como una negación de la perfección del texto sagrado.

También deben morir, a ojos del Estado Islámico, los presidentes de cualquier país islámico que haya optado por leyes terrenas en lugar de leyes sagradas. O sea, más o menos todos los gobernantes musulmanes del mundo. (Ya podemos entender por qué ningún gobierno quiere al Estado Islámico).

Curiosamente, algo que no te gana una ejecución inmediata, es ser cristiano. Siguiendo las instrucciones del Corán, los cristianos y seguidores de otras religiones, simplemente no han sido iluminados por la verdad del Corán, por lo que pueden seguir viviendo, siempre que paguen un impuesto llamado yizia y acepten su sumisión. Y por cierto, la crucifixión y la esclavitud son perfectamente legítimos como formas de tratar a los enemigos del Islam.

3. Sin Territorio, no hay califato. Ni salvación.

En el mundo musulman (al menos en la interpretación salafista), la inexistencia de un califato sume a todos los musulmanes en el pecado y es su deber sagrado construir uno. Es que el califato es un vehículo de salvación: para el salafista, un musulmán que ha aceptado la existencia de Alá y le reza, pero que no ha vivido bajo las reglas de un califato, no ha vivido una vida verdaderamente islámica. A su vez, un califato sólo puede existir si hay un territorio bajo su dominio.

Esto explica por qué miles de musulmanes radicales empezaron a llegar desde todo el mundo en el momento mismo que se instauró el califato: no se trata de luchar por luchar, se trata de salvar su propia alma.

Este punto pone en duda la teoría de que los ataques terroristas, particularmente el del París, haya sido efectivamente planificado desde la cúpula del Estado Islámico. El propio Baghdadi llamó públicamente, en noviembre del año pasado, a sus agentes a "enfrentar la rafida (chiitas) primero... luego a los Sulul (sunitas que apoyan a la monarquía Saudita) ...antes que a los cruzados y sus bases". Aquellos combatientes que regresan a Europa desde Siria, parecen ser considerados por el grupo más como desertores, que como agentes encubiertos.

La mayoría de los ataques registrados, entonces, pueden corresponder a simpatizantes del grupo, que buscan aportar a su causa desde sus países, ya que no han podido viajar al califato por las restricciones que han impuesto los gobiernos para intentar frenar la ola de combatientes sumándose al grupo. De hecho, hasta el momento casi todos los autores identificados del ataque de París tenían nacionalidad francesa o belga.

Otra alternativa es que, frente al estancamiento de su expansión en Siria, el grupo haya pasado a una nueva etapa de "internacionalización" de su lucha, la que además buscaría introducir dudas en los gobiernos antes de meterse al combate. Esta parece ser la opinión predominante entre los analistas que consulta la prensa.

4. Cuando aparece un califato, se "activan" ciertas leyes del Corán (incluidos servicios sociales)

Según Anjem Choudary, salafista líder de un grupo islamista prohibido llamado Al Muhajiroun (los emigrantes), a quien Graeme Wood entrevistó en Londres, "tal vez el 85 por ciento de la Sharia (la ley islámica) estaba ausente de nuestras vidas. Estas leyes están en suspensión mientras no exista un califato. Ahora tenemos uno".

Entre las obligaciones que la creación de un califato activó, está la obligación de emigrar hacia el territorio en que el califato existe. También está la ley penal: el cortar las manos de los ladrones que sean sorprendidos en el acto, latigazos por fornicación o beber alcohol, apedreamiento por adulterio y cortar las cabezas de asesinos.

Sin embargo, la Sharia no es sólo un código penal, sino también implica una serie de beneficios sociales que, incluso hoy en día, consideramos progresistas: salud y vivienda gratuita, comida y ropa para todos. El califa está obligado, por ley divina, a cumplir con todas estas obligaciones, so riesgo de ser removido y excomulgado por sus propios súbditos, razón por la cual el Estado Islámico ha ofrecido todas estas ventajas a quienes se unan a sus filas.

De hecho, la experta en violencia política, guerra civil y seguridad, Benedetta Berti, explica en esta charla TED que la mayoría de las milicias del mundo, son también verdaderos gobiernos paralelos, que otorgan salud, seguridad, justicia y servicios sociales a las poblaciones que quedan bajo su mando, reemplazando la ausencia o negligencia de los gobiernos oficiales y ganando así adherentes entre la población civil. Otra clave, entonces: el permanente descuido de estos factores, cada vez que se favorece la vía militar para resolver conflictos políticos, es precisamente lo que crea y fortalece a estos grupos armados.

5. El Estado Islámico trae el apocalipsis (o eso esperan)

El Estado Islámico está obsesionado con el fin del mundo, porque piensan que ellos lo van a traer y ven señales de las profecías sagradas en todas partes.

Algunas de estas profecías, al menos en la interpretación suní, es que habrán 12 califas legítimos (Baghdadi sería el octavo); que los "ejércitos de Roma" se enfrentarán a los ejércitos del Islam en el norte de Siria; y que el enfrentamiento final entre el Islam y el "anti-mesías" ocurrirá en Jerusalén después de un renovado período de conquistas islámicas.

Para el Estado Islámico, la ciudad siria de Dabiq, cerca de Alepo, es de gran importancia, al punto que llamó a su revista de propaganda como la ciudad. Aunque estratégicamente no tiene mayor importancia y no es más que una planicie agrícola, gastaron grandes recursos y sacrificios en tomarla. Esto, porque según sus profecías, esta será la ciudad en que las tropas de "Roma" harán su campamento y donde el ejército del Islam las enfrentará y vencerá, aunque no está claro quién sería "Roma" ahora, se puede suponer que se trata de cualquier ejército de infieles, especialmente occidentales.

Luego de la batalla de Dabiq, el califato se expandirá y saqueará Istambul (en Turquía). Entonces, un "anti-mesías", Dajjal en la literatura apocalíptica, llegará desde Irán y matará a la gran mayoría de los combatientes del califato, hasta que queden sólo 5.000, acorralados en Jerusalén. Sin embargo, justo cuando estén a punto de ser aniquilados, Jesús volverá a la Tierra, atravesará con una lanza a Dajjal y llevará a los musulmanes a la victoria. (Sí, Jesús. Es el segundo profeta más importante del Corán, luego de Mahoma. Si eso te sorprende, es que no leíste nuestro artículo sobre el Islam).

¿Conclusión? El Estado Islámico espera ser atacado y llevado al borde de la destrucción, y sólo ven en ello el cumplimiento de sus profecías, por lo que las derrotas militares poco les importan o desmoralizan.

6. El Estado Islámico está obligado a estar en guerra y las decapitaciones son por "misericordia"

Otra de las obligaciones que se "activan" al existir un califato, es el de la Yihad (guerra santa) ofensiva. Expandir el califato es una obligación esencial del califa y para hacerlo, tiene la "santa" obligación de aterrorizar a sus enemigos a través de decapitaciones, crucifixiones y la esclavización de mujeres y niños, para acelerar el fin del conflicto y evitar el sufrimiento que traería uno más largo. Un acto de misericordia, como ven.

La ley islámica para un califato sólo permite tratados de paz temporales, que no duren más de una década y no con todos los enemigos a la vez (el califa debe pelear una yihad al menos una vez al año). Además, prohíbe aceptar ninguna frontera permanente.

Como si fuera poco, el califato no puede reconocer la autoridad de ningún otro gobierno, pues sería aceptar una autoridad terrenal en lugar de la divina. Así, jamás podría, por ejemplo, formar parte de las Naciones Unidas; ni aceptar la democracia como un sistema electoral válido. Esta es una diferencia fundamental, incluso, con los talibanes, que al mando de Afganistán intercambiaron embajadores con Arabia Saudita, Pakistán y los Emiratos Árabes Unidos).

7. Ninguna alternativa militar contra ellos es buena, pero deben considerarse

En vista de todo lo anterior, parece claro que no existe tratado o negociación alguna que pueda aplacar el ánimo guerrero y expansivo del Estado Islámico, lo que nos lleva a analizar las posibles estrategias militares para frenarlo.

Hasta el momento, las grandes potencias están peleando la guerra contra el califato a través de los gobiernos y grupos armados locales, entregándoles armamento, entrenamiento, apoyo logístico y refuerzo aéreo. Sin embargo, desde hace tiempo, y especialmente después de los ataques a París, las voces que piden una intervención armada directa de gran escala se han intensificado.

En principio, parece una buena idea. Al Qaeda puede sobrevivir subterráneamente, pero el Estado Islámico requiere de territorios y presencia visible para mantener su califato y su retórica triunfalista de conquista. Aplastarlos militarmente (especialmente si ocurre en la Dabiq, donde esperan su gran victoria) y quitarles su territorio podría desacreditar su rol profético y eliminar al califato, eliminando a la vez la obligación moral de los combatientes para servirlo. Pero la medida también tiene enormes riesgos, recordemos que fue también una intervención militar la que dio origen a esta agrupación. Además, mientras exista el califato, el deber sagrado de sus combatientes es vivir en él, mientras que si este desaparece, podrían llevarse su guerra al resto del mundo, aumentando los ataques terroristas que se busca evitar. Por último, un ataque desde las grandes potencias occidentales podría ayudar a la maquinaria propagandística de la agrupación, al transformar el conflicto en una nueva cruzada cristiana contra el Islam.

Por otro lado, continuar la estrategia actual, desangrando al grupo mediante el apoyo a ejércitos locales, difícilmente llegará a derrotarlo, pero sí puede frenar su avance (de hecho, recientemente ha logrado hacerle retroceder cerca de un 10% en los terrenos que había conquistado). Ello impediría su misión sagrada de expandirse y, dado lo inhóspito del territorio y la falta de ayuda internacional, tampoco podría cumplir con sus promesas y obligaciones hacia sus súbditos. De hecho, el E.I. parece tener legítimas preocupaciones de recursos luego del bombardeo a sus reservas petroleras y la huida de millones de profesionales a los que cobraba altos impuestos. Sin embargo, el proceso sería muy lento y el costo humanitario de esta estrategia es altísimo, al punto que los países vecinos a Siria, así como Europa, ya se encuentran superados por el constante flujo de refugiados que ha dejado el conflicto.

8. Posible disuación: usar a los otros fanáticos

El resto del mundo no puede decirle a los musulmanes en qué creer, y por bien intencionados que sean los esfuerzos de muchos musulmanes pacifistas por negar que el Estado Islámico siga las enseñanzas del Corán, el hecho es que los líderes intelectuales del grupo conocen al revés y al derecho el texto y reciben estas críticas con burlas, calificando a quienes las emiten, de ignorantes, hipócritas y apóstatas. Pero hay un grupo que lee el Corán con el mismo fanatismo que ellos, y que puede oponérsele con la misma fuerza.

Como dijimos, el Salafismo es la búsqueda de vivir estrictamente bajo las leyes islámicas tal cual se escribieron en la época del Corán. Sin embargo, no todos los salafistas apuntan a reestablecer un califato y una yihad contra el mundo "pagano"; existe una versión que se centra en la batalla interna por la pureza del cuerpo y el alma, y la observancia religiosa.

Esta postura considera que Mahoma privilegiaba ante todo la unidad de su pueblo y que, por lo tanto, es un error sembrar la discorida en la umma (comunidad musulmana) o tratar a otros musulmanes como apóstatas; además del deber de seguir una autoridad, incluso si es pecadora. Para ellos, se puede vivir una vida musulmana sin un califato, rindiendo lealtad a otro tipo de liderazgo religioso musulman.

Aunque estos salafistas también creen las profecías del Corán y la eventual victoria y conquista del mundo, piensan que ésta ocurrirá por obra de Alá, y que el califa será aceptado por todos los académicos del Islam, cosa que no ha ocurrido con Baghdadi y el Estado Islámico.

Difícilmente quienes tienen una mentalidad combativa y viven en busca de aventura y venganza, se interesarán por esta interpretación, pero al menos ayuda a quienes, sin querer ser hipócritas o pecadores, buscan una alternativa a las carnicerías del Estado Islámico.

Más allá de eso, es muy difícil saber qué hacer, pero lo importante es que, haga lo que se haga, las decisiones se tomen entendiendo bien la psicología y accionar del enemigo, y midiendo las posibles consecuencias de cualquier acción. El Estado Islámico surgió de nuestra incomprensión de las dinámicas del mundo musulmán y la ingenuidad militarista de Estados Unidos luego de los ataques del 11/9. No sea que recorramos el mismo camino nuevamente y empeoremos la situación.

¿Se te ocurre alguna solución para este problema?