El domingo pasado se vivió una jornada histórica en Venezuela. Después de casi 17 años, la oposición le arrebató el control del parlamento al oficialismo, adquiriendo así la mayoría en la Asamblea Nacional de Venezuela (algo así como nuestro Congreso, sólo que con una sola cámara de diputados y sin senadores).

Y es que el complejo momento económico que atraviesa ese país, entre otras cosas, fue uno de los principales factores que incidieron en el resultado de los comicios. Y no es para menos. Según la última estimación del Fondo Monetario Internacional (FMI), para este año se prevé una recesión del 10% del PIB en el país, además de una inflación que bordearía el 200%.

Con estos resultados, Venezuela registraría el peor desarrollo en Latinoamérica y se situaría entre los peores del mundo (a pesar de tener las mayores reservas de petróleo del planeta). Así, el país estaría sólo mejor que Yemen, Sierra Leona, Guinea Ecuatorial y Ucrania (uno de ellos devastado por el ébola y otros dos en pleno conflicto bélico).

Todo esto, se suma a las acusaciones de faltas a la libertad de prensa, encarcelamiento de adversarios políticos, desabastecimiento de mercaderías, incremento de la delincuencia y la polarización política y social del país.

En medio de ese panorama, la alianza opositora llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) logró el 65,2% de los votos para acceder al congreso, en contraste con el 32,9% que logró el oficialismo, representado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). De esa forma, el MUD quedó con 109 escaños de la Asamblea, mientras que el PSUV mantuvo 55, de un total de 167. Por otra parte, están los tres puestos de Representación Indígena, quienes representan el 1,8% de la fuerza parlamentaria y que, según afirma la oposición, también formarán parte del conglomerado opositor.

De esa manera, la oposición queda con una mayoría calificada de dos tercios en la Asamblea. Con esto, adquiere un poder extraordinario para realizar grandes cambios de distinta índole, que examinaremos en detalle más adelante en este artículo.

El resultado entregado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) corresponde a un giro en casi 180 grados respecto a las votaciones de las parlamentarias que se celebraron hace cinco años. Ahí, el chavismo obtuvo 101 escaños, mientras que la oposición, 52.

Por supuesto que el asunto no fue bien recibido al interior del gobierno, aunque para alivio de muchos, el resultado fue reconocido por el presidente Nicolás Maduro, quien anteriormente había insinuado que no respetaría un resultado adverso, declarando que "no entregaría la revolución" si la oposición ganaba. Conocidos los resultados, sin embargo, su mensaje fue más conciliador: “llamo a la humildad, a sentarnos a escuchar, a ordenar y disponernos a la acción, rectificadora, profunda, constructiva. Ustedes no saben el dolor que llevamos hoy en el corazón, después de confirmar este revés electoral de cómo la burguesía le hizo daño al pueblo, no solo económicamente, sino que confundió a importantes sectores de nuestro amado pueblo"

Además, anunció que le pidió la renuncia a todo su gabinete, para así “hacer un proceso de reestructuración, renovación y reimpulso profundo de todo el Gobierno nacional”.

El espectro político actual

La aplastante victoria de la oposición se debió, en parte, a una alianza entre cuatro partidos (y un grupo de movimientos no reconocidos como partidos) que conforman al MUD. Tras la celebración de los comicios, quedaron distribuidos con la siguiente cantidad de puestos en la Asamblea:

- Primero Justicia (izquierda): 33 diputados
- Acción Democrática (centro-izquierda): 25 diputados
- Un Nuevo Tiempo (centro-izquierda): 21 diputados
- Voluntad Popular (izquierda): 14 diputados
- Además de ocho movimientos políticos que en total sumaron 16 diputados

Esta unión de fuerzas políticas corresponde al segundo intento para vencer al chavismo desde el 2003. Y es tanto el rechazo al gobierno de Maduro, que incluso Primero Justicia y Voluntad Popular, dos partidos miembros de la Internacional Socialista (y por ende, afines con el gobierno), se agruparon con los otros dos partidos de centro-izquierda en contra de Maduro. Todo esto, en un país donde la derecha que nosotros conocemos pareciera no existir.

Los cambios que podrían venir

Como señalamos anteriormente, con el apoyo de los tres escaños de Representación Indígena, la oposición venezolana logró adjudicarse una mayoría calificada en el parlamento. ¿De qué se trata esto?

En la Asamblea existen la mayoría simple y la calificada. La primera corresponde al control de la mitad más uno de los escaños (84). En tanto, la mayoría calificada ocurre cuando una fuerza contempla los tres quintos (101) o dos tercios de la Asamblea (112), dependiendo de lo que tenga que votarse.

Para hacerse una idea, con una mayoría simple, la Asamblea puede:

• Interpelar a ministros para que den cuenta de su gestión.
• Impedir que se le cedan facultades legislativas al Ejecutivo. Por ejemplo, en junio de este año el Congreso le entregó 90 días de facultades legislativas al gobierno, durante los cuales el Ejecutivo pudo legislar sobre materias económicas, de seguridad ciudadana y de administración.
• Acordar un referendo consultivonacional (para hacer consultas ciudadanas).
• Elegir al presidente y a los dos vicepresidentes de la Asamblea.
• Autorizar que el presidente sea enjuiciado por el Tribunal Supremo de Justicia.

En tanto, con una mayoría calificada de tres quintos, el MUD podría:

• Emitir votos de censura en contra del vicepresidente o los ministros. Esto podría significar la salida de sus cargos.
• Aprobar o rechazar las “leyes habilitantes”, que corresponden a la facultad de promulgar reglamentos sobre algún tema por parte del presidente de la República.

Pero con una mayoría calificada de dos tercios las cosas se ponen más peligrosas para el oficialismo, ya que con esta se puede:

• Llamar a una asamblea constituyente.
• Cambiar a los rectores del CNE (una especie de Servel chileno).
• Cambiar y designar a magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.
• Nombrar miembros del Poder Ciudadano. Este es considerado como otro poder del Estado, aparte del Legislativo, Judicial y Ejecutivo; y corresponde a una especie de mezcla entre la Contraloría y el Ministerio Público de Chile.
• Aprobar reformas constitucionales.
• Someter a referendo aprobatorio a los proyectos de ley. Esto significa que la aprobación del proyecto debería ser vista por la ciudadanía a través de un referéndum.

Posibles escenarios

Ante el nuevo panorama político, surgen un par de cuestionamientos. El primero, es si el proceso será realmente asimilado por el gobierno. El segundo, en caso de serlo, es si se podrán llegar a mayores acuerdos con el chavismo en materia de legislación, para así poder sacar al país de la crisis en la que se encuentra. Y es que varios analistas han advertido que una actitud revanchista de la oposición podría empeorar la polarización del país a niveles peligrosos.

Otro escenario es la eventual remoción del cargo de Nicolás Maduro. Para esto, se necesitaría hacer un referéndum, en el que debería participar por lo menos el 20% del espectro de votantes. Además, el presidente debe llevar al menos en el cargo la mitad de su período, fecha que se cumplirá el próximo 6 de enero. También se necesitaría que la moción sea aprobada por una cantidad igual o superior de votantes que lo eligieron en un principio. Es decir, la oposición necesitaría por lo menos 7.587.579 votos.

Esto último, en todo caso, no parece estar en los planes de la oposición, al menos hasta el momento. En una entrevista para el diario El País, uno de los principales opositores del gobierno, Henrique Capriles, adelantó que se baraja la idea de interpelar a todos los ministros, avanzar en leyes de amnistía para los presos políticos y abogar por la unión nacional, más que desmantelar la estructura del régimen actual.

Sólo el tiempo dirá si esta es la postura mayoritaria.

¿Qué te parece el resultado de las elecciones legislativas en Venezuela? ¿Cómo crees que el país podría superar la crisis que atraviesa?