Todo comenzó cuando Zachary Noble, un joven canadiense, fue diagnosticado con un agresivo Linfoma de Hodkin a sus 23 años, enfermedad que lo mantuvo hospitalizado en Cuidados Intensivos por un período prolongado en el Hospital Juravinski en Hamilton, Canadá. El joven moribundo rogó a su familia para que le llevaran a su perro salchicha Chase para poder despedirse. Y su tía, Donna Jenkins, accedió a la petición de inmediato llevándole al perro a escondidas.
Jenkins cuenta que Zachary inmediatamente comenzó a sentirse mejor y que a pesar de sus dolores y de su escasa energía, el joven se levantó, jugó con él y se le vio más feliz que nunca junto a su mascota. Tanto fue el bien que le hizo la visita de su perro, que después de unos días salió de la UCI y pudo disfrutar un par de días en su casa junto a su familia, gracias a la subida de defensas que le reportó el encuentro con Chase.
Pero su cáncer ya no tenía vuelta atrás y al poco tiempo Zachary falleció en el hospital, no sin antes pedirle a su tía que por favor luchara para que otros pacientes terminales pudiesen tener el privilegio de despedirse de sus mascotas y de pasar tiempo con ellos mientras están internados. Jenkins lo hizo y creó la fundación Zachary´s Paws for Healing en memoria de su sobrino, con el objetivo de convencer al hospital para que permitiese a los animales visitar a sus amos hospitalizados y, al poco tiempo, lo logró incorporar como terapia permanente en todas las unidades del Hospital.
El enorme beneficio que entregan las mascotas a las personas enfermas no es novedad. Ya en 1860, Florence Nightingale describía el bien que hacía la participación de animales domésticos en distintas terapias de patologías crónicas, especialmente en pacientes psiquiátricos y enfermos terminales, ya que la respuesta inmediata que genera la conexión con los animales es de satisfacción, alegría y cariño, y que los beneficios que reportan son tanto físicos, como psicológicos y sociales.
En Estados Unidos y Reino Unido hace años que se vienen practicando las visitas terapéuticas de mascotas en ciertos hospitales, pero en Canadá no existía nada parecido y es por esto que el Hospital Juravinski recibió inmediatamente la propuesta de Jenkins de incorporar el programa de terapia con mascotas y trabajaron arduamente para unir a todo el equipo del hospital tanto médico como administrativo y voluntarios, para desarrollar juntos políticas y procedimientos para facilitar las visitas de mascotas.
Desde que se implementó el programa en el hospital, se ha demostrado que las visitas de mascotas reducen los niveles de estrés de los pacientes, mejoran los signos vitales, mejoran la comunicación entre el paciente y el personal médico, y el paciente recuerda otra razón para llegar bien y volver a casa. Además, las visitas son también un calmante para el estrés de las mascotas que pueden estar sufriendo de ansiedad por la separación con su dueño.
Por otro lado, la fundación se compromete con el proceso de sanitización de las mascotas antes de ingresarlas al hospital y también del cuidado extra hospitalario de las mascotas de los pacientes en tratamientos intensivos que lo necesiten, el que hacen a través de voluntarios. Jenkins señala que esto es fundamental, ya que en muchas ocasiones los pacientes no quieren someterse a tratamientos largos contra el cáncer, porque no tienen con quién dejar a sus mascotas durante el período de internación. El ofrecer esta solución, permite que los pacientes se relajen y se concentren exclusivamente en su recuperación.
Y así, desde septiembre del 2015 que los pacientes pueden recibir a sus mascotas, ya sean perros, gatos e incluso caballos han llegado hasta el hospital por petición de sus pacientes o familiares para poder pasar un tiempo juntos, recibir y dar cariño, despedirse o simplemente retomar fuerzas para el tiempo que quede de hospitalización.