Imagen: Cesar Mejías

El singular caso de la mujer que no sabía que vivía sin memoria

El extraño caso de Susie McKinnon, una mujer que no tiene recuerdos, pero que sí aprende habilidades nuevas, abre una ventana a lo que somos y a lo que nos vuelve humanos. Veamos en qué consiste su singular caso y qué podemos aprender de su situación.

Por Alvaro Lopez B. | 2016-04-14 | 15:15
Tags | memoria, psicología, neurología, neuropsiquiatría, psiquiatría, cerebro, curiosidades, freak, recuerdos

Imagina que un día te reúnes con tus ex compañeros de educación secundaria y empiezan a recordar viejos tiempos, sin problemas... ¡hasta que de repente te das cuenta que todo el mundo recuerda las mismas cosas, menos tú! ¡Cómo! ¿O sea que la mayoría de la gente sí recuerda su pasado? ¿No es normal inventar tu propia historia?

Eso le pasó a Susan McKinnon: pensaba que era normal “inventar” sus recuerdos, hasta que se dio cuenta que ella era la única que lo hacía. ¿Cómo pudo hacer una vida normal, sin preocupaciones, a pesar de esta condición, que para ella no tiene nada de especial?

Aquí responderemos esa interrogante, y exploraremos otras, como por ejemplo, qué es nuestra identidad y qué nos hace ser quienes somos. Pero antes de profundizar en estos asuntos, debemos hacer un pequeño recorrido por el funcionamiento de nuestra memoria, para orientarnos bien en el tema.

Tipos de memoria

Según el modelo de Atkinson y Shiffrin, poseemos tres tipos de memoria, si la separamos por su tiempo de duración. 

En primer lugar tenemos la memoria sensorial, que dura fracciones de segundos y que permite que nuestras percepciones accedan desde los sentidos a un nivel superior, la memoria de corto plazo. 

Esta segunda memoria, de corto plazo, dura hasta unos 20 segundos y puede almacenar entre cinco y nueve elementos. En este nivel, también está la memoria de trabajo u operativa, que es una memoria auxiliar utilizada mientras resolvemos un problema o realizamos o una tarea, y que dura poquísimo.

Aunque el mecanismo es un misterio, resulta que si lo que está en nuestra memoria de corto plazo nos produce una gran impresión o es juzgado importante, por lo general pasa a nuestro tercer nivel de memoria, la memoria de largo plazo, la que puede durar años, almacena una incontable cantidad de elementos, y se divide en dos tipos de memoria:

  • Memoria declarativa, que consiste en todos los recuerdos que pueden ser expresados en palabras, como hechos y eventos específicos. 
  • Y memoria no declarativa, que trata de todos los recuerdos inconscientes, como habilidades y destrezas, como por ejemplo, nadar o andar en bicicleta.

A su vez, la memoria declarativa, se divide en memoria semántica, que almacena todas aquellas cosas que son independientes de la experiencia personal, como por ejemplo estaciones del metro, ciudades, tipos de moda, etc.; y en memoria episódica, que son aquellos recuerdos personales, como viajes, situaciones específicas que debimos vivir, y así sucesivamente.

Esto nos lleva al concepto de conciencia autonoética.

¿Cómo dijo? Conciencia autonoética, es el nombre que se le da a nuestra capacidad de “movernos” en el tiempo cuando recordamos o planificamos cosas. Permite situarnos en el futuro, en el pasado, y además nos da la capacidad de analizar nuestros propios pensamientos y contrastar los hechos con nuestras ideas. Nos permite recordar los acontecimientos en primera persona. Según algunos autores, esta conciencia autonoética, nos da la conciencia de “ser nosotros mismos” y para que funcione, debemos ser capaces de adquirir recuerdos. 

¿Pero qué pasó? Apareció Susie McKinnon, ¡que no tiene recuerdos, pero sabe muy bien quién es!. REALITY SLAP! (parafraseando a mi colega F. Lastra, ji ji ji).

Susie McKinnon no puede recordar haber estado en el momento de la foto, que corresponde al día de su matrimonio. Su marido completa los vacíos por ella. Susie McKinnon / CBC Radio-Canada

El caso de Susie McKinnon

Susie McKinnon nunca notó que pasaba algo raro con ella, hasta que en 1977, una amiga que estudiaba para asistente médico, le pidió que participara en una prueba de memoria como parte de una tarea que le asignaron. Cuando su amiga le comenzó a hacer preguntas básicas sobre su infancia (del tipo: en qué ciudad vivías cuando pequeña, con quién vivías, etc.), Susie le respondió: “¿Por qué preguntas esas cosas? ¡Nadie recuerda eso!”. Siempre creyó que las personas, a pesar de decir que recordaban las cosas, en realidad las inventaban, como ella misma lo hacía.

Su amiga quedó tan impresionada con sus respuestas, que le pidió que fuera a ver a un profesional. Y le hizo caso… ¡pero se demoró casi 30 años en hacerlo!. Por alguna razón, el año 2004 se topó con un artículo sobre Endel Tulving, el mismo que propuso la existencia de la memoria episódica y la memoria semántica, que mencionábamos un poco más arriba. En ese mismo artículo, leyó que un paciente de Tulving había sufrido un accidente que dañó su cerebro y su memoria episódica. En otras palabras, este paciente podía recordar todo el conocimiento básico adquirido antes de su accidente e incluso podía recordar cosas nuevas si se las enseñaban, pero no recordaba haber recibido la información o haber estado en una clase

Todo lo que salía en el artículo le recordaba a su mismo caso, pero a diferencia de lo que se planteaba respecto a los pacientes, su vida era normal y armoniosa. No se había destruido debido a su condición. Sin embargo, Tulving decía también que podían existir personas sin memoria episódica, viviendo vidas normales y felices. Susie McKinnon quedó muy inquieta por todo esto, y no aguantó más.

El año 2006 le envió un correo a un colaborador de Tulving, el Dr. Brian Levine, diciendo:

“Yo podría ser una de las personas mencionadas. Tengo 52 años, soy extremadamente estable, con una vida muy satisfactoria y con un sentido del humor muy desarrollado. Contactarlo es un paso muy grande para mí (y francamente muy atemorizante). Apreciaría cualquier consejo que usted pudiera darme.”.

El Dr. Levine le invitó a su laboratorio y fue sometida a una serie de pruebas. La primera, un examen en busca de algún daño cerebral, lo que no fue hallado. Luego, aplicaron algo llamado entrevista autobiográfica, donde Susie debía contar episodios de su vida. Hablaron con familiares y amigos de ella, para recuperar historias sobre las que consultar. Se le preguntó, por ejemplo, si recordaba haber actuado en “La Novicia Rebelde” en sus años escolares, cosa que no recordaba en absoluto. 

Las zonas junto a las flechas celestes, se activan al momento de recordar episodios que protagonizamos. Esto no ocurre a Susie McKinnon, ni a quienes tienen su misma condición. Canadian Press.

De hecho, los estudios mostraron que tras 24 horas, Susie era incapaz de unir su recuerdo de “haber estado”, con las cosas que había presenciado. Tiene una memoria episódica de 24 horas. En otras palabras, sufre de una severa deficiencia en su memoria autobiográfica. A diferencia de esa bella película que es “50 primeras citas” con la gran Drew Barrymore y don “Cabeza de Pepino” Sandler, donde la protagonista olvida absolutamente todo tras 24 horas (amnesia anterógrada), Susie sí puede recordar las habilidades adquiridas, puede recordar conocimientos que le han sido entregados, puede recordar todo eso, excepto el hecho de que ocurrió y que ella estuvo ahí para vivirlo.

Dicho de esta forma, parece una cruel condición, pero veámoslo nuevamente. Susie ahora tiene más de 60 años y para su percepción, ella siempre ha sido la amable anciana que es en estos momentos. Recuerdos aterradores, como por ejemplo la vez en que su marido llegó lleno de heridas, tras haber ido a pescar y ser asaltado en el camino, a ella no le provocan ningún sentido de miedo o de dolor. Sabe intelectualmente que eso ocurrió, pero no puede hacer asociación emocional alguna. De la misma forma, es incapaz de guardar rencor. Si observa una fotografía suya de cuando era joven, sabe que es ella porque se lo han contado, pero no puede “sentir” que esa persona es ella. Por lo tanto, el envejecer no le atemoriza. Alguna vez, intentó llevar un diario, anotando las cosas que le ocurrían, pero luego encontró que no tenía sentido alguno, pues le basta con vivir el día a día y no perder ese día mientras intenta preservarlo.

Algunas preguntas que surgen de esto

Dejando a un lado lo posiblemente “anecdótico” del caso, surgen potentes cuestiones de fondo.

De partida, ¿qué nos da la conciencia de ser nosotros mismos? Como no es únicamente la memoria, quizás hay otros factores, que tal vez no sea posible medir en la actualidad en forma experimental. Esto nos puede llevar incluso a algunas teorías bastante serias que postulan que la conciencia, en sí, no es un fenómeno que se pueda explicar mediante la mecánica clásica, y que hay que apelar a efectos subatómicos en nuestras neuronas.

El punto, es que resulta sano no dar por sentado las cosas que parecieran obvias. Como por ejemplo, lo que somos o de dónde viene esta conciencia de ser nosotros mismos.

Otra cuestión de fondo es: si se puede vivir de esa manera, sin memoria episódica, entonces ¿por qué evolucionamos para tenerla? ¿De qué nos sirve? En particular si tomamos en cuenta que la memoria a largo plazo se puede alterar considerablemente con el tiempo.

La pregunta anterior es más interesante aún si consideramos que nosotros mismos nos estamos volviendo un poco como Susie McKinnon: con el uso de la tecnología, hacemos que nuestros recuerdos descansen en una suerte de “prótesis mental”, en un sucedáneo de la memoria. Incluso, cuando tomamos muchas fotos, tendemos a olvidar los hechos que fotografiamos, algo conocido como el efecto de discapacidad fotográfica”. De hecho, a Susie McKinnon le desagrada tomar fotografías o filmar lo que hace. Tampoco está en ninguna red social. Siente que pierde contacto con lo real, y tiene toda la razón. ¿Puede la tecnología definirnos hasta ese punto?

Finalmente, otra cuestión de fondo, se relaciona con la cuestión de dónde situamos nuestra vida. ¿Existe realmente el pasado o el futuro? ¿O son sólo construcciones mentales? Varias tradiciones espirituales de oriente (y algunas occidentales, como las de Omraam Mikhaël Aïvanhov, o Eckhart Tolle), hacen un énfasis especial en el “estar presente”, en que lo más importante es situar nuestra conciencia en el ahora, y que tanto el pasado como el futuro no son tan importantes, al menos desde el punto de vista de nuestra felicidad personal. Y esa es exactamente la postura que ha adoptado Susie McKinnon, sin tener que acudir a ninguna de estas tradiciones, únicamente por su condición de no poder recordar su presencia en ningún momento de su vida. Para ella existe sólo el hoy.

De hecho, su situación no parece ser incapacitante en absoluto, pues al momento de ser estudiada Susie, también lo fueron otras dos personas en la misma condición: una de ellas incluso tenía un doctorado y la otra disfrutaba una muy larga relación romántica.

La memoria episódica, por lo tanto, no determina por completo nuestra capacidad para realizarnos como personas. Esto nos lleva a una pregunta que puede ser incluso central en nuestras vidas: ¿Qué necesitamos para nuestra felicidad? ¿Qué es la felicidad?

Pero dejemos aquí esta serie de preguntas de cada vez mayor alcance. Y les dejamos con una última inquietud:

¿Qué significa la memoria para ustedes?