¿Te lo perdiste? Regularmente republicamos contenidos vigentes que pueden resultarte interesantes. Esta nota fue publicada originalmente el 28 de abril de 2016.
La sexualidad es un tema complejo. Además de los tabús que puedan existir en torno a esta, cada cierto tiempo se hacen conocidos términos que para la mayoría podrían ser ajenos. Como esa vez que una famosa declaró ser pansexual, lo que probablemente desencadenó un aumento de ventas de diccionarios a nivel mundial.
Y es que existen una serie de definiciones sobre conductas u orientaciones sexuales que para muchos no son conocidas y que se escapan de lo que se considera “típico”. Por lo mismo, decidimos hacer un artículo para tratar de disipar algunas incógnitas que pueda haber respecto al tema.
Como siempre, hay que partir por lo básico: desde la ONG Red de Psicólogos de la Diversidad Sexual nos explican que la orientación sexual significa “el deseo que dirijo hacia alguien”. Para que quede claro, orientación sexual no es lo mismo que identidad de género, que corresponde a cómo uno se reconoce: masculino, femenino o transgénero.
“Para ser más simple, orientación es hacia donde se mira e identidad es cómo me miro”, explican desde la Red de Psicólogos.
Eso sí, aseguran que en Chile la consciencia de las diversas orientaciones sexuales sigue siendo un tema que está en su “adolescencia”. Esto, ya que recién en el 1999 se logró derogar el artículo del Código Penal que castigaba con cárcel las actitudes homosexuales (y que regía desde el 1874).
Las distintas clasificaciones de conductas u orientaciones sexuales podrían subdividirse en dos grupos: las que corresponden a una figura médica y las que nacen a partir de una construcción social.
En cuanto a las primeras, la organización explica que corresponden a las que están establecidas por la medicina y que se diferenciaron para comprenderlas desde un propósito científico. Ahí se encuentran las más conocidas por todos nosotros:
- Heterosexualidad: sentir deseo hacia las personas del sexo opuesto.
- Homosexualidad: sentir deseo hacia las personas del mismo sexo.
- Bisexualidad: sentir deseo hacia las personas tanto del mismo sexo como del opuesto.
Pero también existen las tendencias sexuales que surgen como una respuesta de la sociedad a aquellas categorías mencionadas anteriormente, sobre todo cuando la gente no es capaz de identificarse con ellas. Ahí podemos encontrar algunas como:
- Pansexualidad: sentir deseo hacia las personas, independientemente de su sexo biológico o identidad de género. Se diferencia de la bisexualidad ya que en la pansexualidad se “instala otra forma de amor, mientras que la bisexualidad es una categoría médica que sólo da cuenta de la conducta que vive la persona”, explican desde la ONG.
- Demisexualidad: sentir deseo hacia alguna persona sólo en aquellos casos en los que previamente se ha establecido un fuerte vínculo emocional o íntimo.
- Sapiosexualidad: sentir deseo hacia alguna persona sólo en aquellos casos en los que previamente se ha establecido un fuerte vínculo intelectual.
- Lithsexualidad: sentir atracción hacia otras personas, pero sin tener la necesidad de ser correspondido. Algo así como una especie de amor platónico constante.
- Asexualidad: no sentir atracción sexual por nadie. Según un estudio de la Universidad de Brock, en Canadá, el 1% del a población del Reino Unido cabe dentro de esta categoría.
- Autosexualidad: sentir atracción exclusivamente hacia uno mismo. Eso sí, este punto puede generar discrepancias, ya que algunos sostienen que las orientaciones o conductas sexuales sólo pueden ir destinadas hacia otra persona.
Se trata de una confusión constante. Muchas veces, en encendidos debates sobre diversidad sexual, se suele asociar erróneamente a ciertas tendencia sexuales, con ciertas parafilias, como la pedofilia, que nada tienen que ver con ellas y que pueden presentarse en casi cualquier orientación sexual.
“Las parafilias son todas aquellas conductas sexuales que implican un sufrimiento a la persona que la vive”, explican desde la Red de Psicólogos de la Diversidad. Esto quiere decir que si alguna conducta de este tipo interrumpe la vida cotidiana de la persona (es decir, son una conducta obsesiva o incontrolable), entonces se está hablando de una parafilia. Lo mismo si la conducta causa sufrimiento a otros o quienes participan no lo hacen consciente, voluntaria y consensuadamente.
“Todas ellas generan angustia y hacer el diagnóstico adecuado de ellas es importante, ya que caer en la confusión de lo que es parafilia es fácil, más aún en esta sociedad donde no hay expertos en esta materia”, aseguran.
En general somos buenos para clasificar: si te gusta “a” y “b” eres “c” y si te gusta “d” y e” eres “f”. Por lo mismo, desde la ONG creen que “intentar definir algunas de estas categorías (sexuales), cae en la lógica de tener control de la sexualidad”, algo que según ellos podría ser ilusorio, ya que dentro de estas orientaciones existe la posibilidad de poder “transitar, pues son figuras en movimiento, al igual que la sociedad”.
Aunque también agregan que al no ser un patrón estático, siempre existirán nuevas categorías que buscarán el reconocimiento de la sexualidad como igualmente válida. Por lo mismo, sostienen que “como psicólogos debemos legitimar las diversas formas de vivir la sexualidad, teniendo siempre presente en el ejercicio profesional lo que el código de ética y las leyes sentencian”.