Imagen: César Mejías

Esta "Universidad Vertical" de Nepal enseña a leer la naturaleza y preservarla

La Organización KTK-BELT ha creado en Nepal una “Universidad Vertical”, desde las faldas de los Himalayas a las tierras inundables del sur; senderos que conectan la sabiduría ancestral de los aldeanos con jóvenes a los que la deforestación les ha quitado sus oportunidades.

Por María Jesús Martínez-Conde | 2016-05-11 | 12:28
Tags | universidad, nepal, himalayas, conocimiento, educación, sustentabilidad

*Esta nota fue originalmente publicada en 2016. Hoy la destacamos para celebrar el Día Internacional de las Montañas, valorando su importancia en nuestras culturas y ecosistemas.

Quienes conocen y entienden los ciclos de la Tierra, el funcionamiento práctico de la agricultura, las migraciones de las aves y las propiedades curativas de las hierbas, a veces tienen mucho más que enseñar que quienes asistimos durante catorce años a un colegio convencional y luego cinco años a la universidad. Las comunidades locales, conectadas a su ecosistema de manera que hoy podríamos denominar "sustentable", entienden sus ciclos, porque han vivido centenares de años autoabasteciéndose de sus frutos, de su flora y de su fauna, entendiendo cuándo el uso se transforma en abuso y leyendo los signos que la naturaleza envía a los hombres cuando hay que detenerse o aprovechar sus bondades. Experiencia es su palabra clave, un conocimiento que se ha traspasado de generación en generación y que hay quienes han comprendido que es la clave del desarrollo en muchos lugares de nuestro planeta.

Esta descripción podría calzar tanto para comunidades que viven en el Norte Grande de nuestro país, en el interior del Amazonas, o bien, en las faldas de los Himalayas. Cuando las pequeñas comunidades de hombres se han debido enfrentar a la naturaleza, no queda otra que ser paciente y aprender haciendo; el concepto de “Universidad Vertical”, desarrollado actualmente en Nepal, busca atesorar y divulgar ese conocimiento en las aldeas rurales, protegiendo la diversidad de especies y hábitats que abundan en los bosques nepaleses.

Un pequeño país con una enorme biodiversidad

Entre los años 1990 y 2005, Nepal perdió alrededor del 25% de sus bosques a causa del urbanismo salvaje que azota a la región. Este país, situado en las tierras bajas de los Himalayas, ha debido enfrentar entonces una enorme migración campo-ciudad de sus miles de aldeanos, especialmente los más jóvenes, a causa de la precariedad en la que se vio envuelto el modo de vida rural que durante miles de años había primado en la región. Así y todo, Nepal continúa ostentando el puesto número 21 en los índices de biodiversidad a nivel internacional, su flora y fauna, desarrollada en climas y topografías extremas, son únicas en el mundo.

A falta de oportunidades, el 40% de los jóvenes de la población nepalesa hoy se encuentran desempleados y muchos de ellos han decidido emigrar a otros países, dedicándose a trabajar en empleos que les piden una baja calificación por un pago que muchas veces resulta miserable. El campo ya no es una oportunidad atractiva para estos jóvenes; la desforestación cada día se come más porciones del bosque, mientras la tierra se fragmenta y la caza furtiva abunda como medio de subsistencia de muchas comunidades, azotando los ecosistemas.

En 2013 se puso una voz de alerta respecto a este problema y fue un profesor de escuela primaria quien primero tomó consciencia de la situación. Además de trabajar en escuelas rurales, Kumar Bishwakarma es un experto en plantas medicinales, por lo que echó a andar una investigación que tenía como propósito “comprender la naturaleza del conocimiento indígena de la población local acerca de los paisajes circundantes”. Consiguió el apoyo de la Cornell University, de Oxfam USA, del Atkinson Center para un futuro sostenible y de la Phul Maya Foundation para realizar un estudio en la zona de Yangshila, al este de Nepal, en el distrito de Morang. El mapeo de las relaciones de las comunidades locales con su entorno tuvo sorprendentes resultados: en un área de 20 kilómetros cuadrados, se identificaron 412 especies de vegetales que abarcan 96 familias de plantas cuyos usos por parte de las comunidades están detalladamente descritos.

Una Universidad Vertical desde las tierras bajas a los Himalayas

Fue entonces que se inició el gran proyecto que hoy ha dado a conocer la región al mundo: una “Universidad Vertical” situada a los pies de los Himalayas, sin campus, sin salas de clases convencionales y sin profesores presentando aburridos PowerPoints. Un lugar en donde los campesinos pudieran transformarse en profesores y las aldeas en salas de clases, destinado a preservar ese conocimiento ancestral y poniendo así en las manos de los jóvenes aldeanos una información invaluable que, en el futuro, les permitirá desarrollar su región de manera sostenible.

La organización que dio nacimiento a la universidad vertical lleva por nombre KTK-BELT y su cofundador, Rajeev Goyal, ex voluntario de Cuerpo de Paz, indica que los conceptos claves en que está fundada son la conservación, la educación y la subsistencia. Él llevó a cabo el proyecto en conjunto con Briyanka Bista con la idea de crear verdaderas aulas vivientes. En la actualidad, KTK-BELT ya ha comprado 100 acres de tierra (40 hectáreas) en 20 lugares de la región, convirtiéndolos en centros educativos informales al aire libre. La enorme región que comprende la Universidad Vertical va desde las tierras bajas e inundables de KoshiTappu, al sudeste de Nepal, cerca de la frontera con India, hasta el monte Kachenjunga, en el norte, al llegar a los Himalayas. A través de todo este enorme campus natural, el estudiante puede moverse recorriendo senderos educativos, aprendiendo de las comunidades locales y de su relación con los diversos ecosistemas, así, sus creadores lo entienden como “un corredor de conservación botánica y de educación”.

Funciona como una red de pueblos interconectados en donde los pobladores imparten educación informal y los estudiantes agradecen por el conocimiento adquirido sobre especies nativas y hábitats. A lo largo de los senderos habitan alrededor de 150 mil personas, quienes día a día tendrán acceso libre al conocimiento que corre a través de estas redes. Nadie quedará indiferente, pues cada uno de los 107 hábitats y cada planta será etiquetada y debidamente identificada. Se establecerán también políticas a nivel regional y nacional para facilitar esta inédita posibilidad de aprendizaje y participación activa en el desarrollo sostenible de la zona.

Google Maps

A lo largo y ancho de este gigantesco y diverso paisaje, el estudiante se topa con grullas, buitres, tigres, elefantes, rinocerontes y, si tiene suerte, con un tímido leopardo de la nieves. “Si te mueves 50 metros en cualquier dirección, hay un nuevo microclima, algo nuevo que se puede aprender, por lo tanto, ¿por qué tener un solo lugar de aprendizaje? ", señala Goyal.

Investigación + conservación = oportunidades para todos

Gracias a esta nueva forma de traspasar el conocimiento, las comunidades locales tendrán la opción de contar con fuentes alternativas de dinero, como en el caso de Dahar, en donde los aldeanos han descubierto que el negocio de aceites esenciales y jabón de nuez es excelente. La utilización de los productos de la zona de manera sostenible les permite una subsistencia digna, sin tener que recurrir a la migración.

La idea es que las mismas comunidades locales implementen el sistema, por esta razón fue creada en 2013 la Yangshila Permaculture Learning Grounds (YPLG. En español, Tierras de Aprendizaje en Permacultura de Yangshila) una cooperativa de agricultores que tiene como misión defender el ecosistema de la deforestación a partir de las 40 hectáreas que tienen a su disposición. Cada una de las parcelas a lo largo de la región funciona como un lugar de aprendizaje, en donde se establece un banco de semillas comunitario, un centro de investigación y práctica agrícola, un centro de recursos de energía alternativa e infraestructura de conservación.


KTK-BELT

Goyal se considera a sí mismo un explorador en constante búsqueda de nuevos lugares con necesidad de protección y de conocimientos locales que ayuden a conservarlos y desarrollarlos. El foco son esos jóvenes que están por migrar a causa de la falta de oportunidades, convencerlos y crear un espacio para que se desarrollen, promoviendo sus habilidades en pos del medio ambiente. Así, la organización financia voluntarios y ofrece becas de estudios a los interesados, quienes se encargan de mapear los senderos junto a los aldeanos y ambientalistas. Etiquetan hábitats, categorizan plantas y especies y crean espacios e instancias de aprendizaje.

Una de las chicas becadas es Ganga Limbu, una joven que ha debido enfrentar los estereotipos de género y demostrar a su comunidad de lo que es capaz. Ganga ha colaborado en el mapeo de vastas zonas gracias a que aprendió a utilizar un sistema de información geográfica (GIS, en sus siglas en inglés), dirigiendo la investigación de nombres científicos y los usos de las plantas. Hasta ahora, Ganga ha catalogado más de 600 especies y ha realizado varias útiles encuestas a hombres y mujeres de las comunidades locales. De acuerdo a Bista, cofundadora del proyecto, “a Ganga tenemos que decirle que se vaya a casa porque no quiere dejar de trabajar”.

Sin electricidad, sin Internet, sin herramientas básicas

De acuerdo a Goyal, el reto más grande no es cumplir con el objetivo del proyecto, sino el desafío de trabajar en un medio rural, sin acceso a elementos básicos para cualquier institución educacional, como electricidad o Internet. El mérito de KTK-BELT es haber podido sortear estos obstáculos y lograr trabajar de manera exitosa (aunque más lenta) en un medio precario y a través de una accidentada topografía.

Un enorme desafío que debieron enfrentar en 2015 fue el terremoto en Nepal. A los obstáculos ya existentes, se sumó esta catástrofe natural de inmensas proporciones. El gran problema se suscitó cuando la Comisión Nacional de Planificación de Nepal, que está encargada de formular políticas de desarrollo para el país, debió posponer su apoyo incondicional a KTK-BELT en vista de la situación de emergencia en la que se encontraba el país completo. Tanto Goyal como Bisba también pusieron en paréntesis sus proyectos y viajaron a Katmandú para convertirse en trabajadores de asistencia; la necesidad (de trabajo y de recursos) estaba en otros lugares y había que poner ahí la atención para ser consecuentes con el espíritu de la organización.

Goyal y Bisba planean seguir creciendo y expandir el modelo de la universidad vertical a otras regiones y países: el oeste de Nepal, Bután, Indonesia o Filipinas. Se trata de una forma de conservación mucho más consciente, que no se limita sólo a cerrar zonas como parques nacionales (algo muy necesario), sino también a interconectar sabidurías ancestrales que permiten desarrollar y utilizar los recursos naturales de una manera sostenible, conservando y respetando. Por otra parte, el compromiso de la organización con la educación comunitaria colabora a crear modos de subsistencia alternativos que podrían llegar a transformar el escenario económico de las aldeas. Frente a los lamentables abusos al medio ambiente del que son víctimas gigantescos ecosistemas alrededor del mundo, una iniciativa como ésta debiera ser aplaudida y, por supuesto, imitada.

¿En qué zonas de Chile crees que podría crearse una universidad al aire libre como ésta?