Imagen: Rodrigo Avilés

3 casos de músicos que alcanzaron la fama cuando ya se preparaban para el retiro

La industria musical nos tenía acostumbrados a que en el mundo del rock los ídolos fueran todos jóvenes. Hoy, sin embargo, comienzan a aparecer artistas que alcanzan su máxima fama a edades inusuales.

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2016-05-23 | 15:00
Tags | música, fama, rock, The Black Keys, The Sonic, Seasick Steve

Estás ensayando con tu banda y de la nada aparece un ejecutivo de una discográfica. Le gustó su música, se acerca a ustedes y les ofrece un contrato para grabar un disco que los lanzará al estrellato.

Todos los que han tenido una banda (aficionada o profesional) han fantaseado alguna vez con esta escena. Las películas lo hacen ver bastante fácil, como que solo se necesitara un poco de suerte para pasar del garaje de la casa a emborracharse con Mötley Crue en los camarines del festival Monsters Of Rock. O peor aun, que es cosa de ir a un programa de concursos y la televisión hará el resto como por arte de magia. Mucha gente cree que es así de simple. Pero las cosas no funcionan tan así para la mayoría.

Es cierto, Elvis Presley tenía 21 años cuando su primer disco alcanzó el N°1 del ranking Billboard, uno menos que la edad que tenía Álvaro Henríquez al lanzar el exitoso primer disco de Los Tres en 1991; Jim Morrison tenía 24 al lanzar el single Light My Fire, al igual que Kurt Cobain al lanzar Smells Like Teen Spirit.

Durante su historia, el rock siempre ha estado asociado a los jóvenes: esa pasión rebelde propia de la juventud es ese sello característico que dotó de energía al rock n’ roll, de confrontación al punk y de disconformidad al grunge, respectivamente.

Hoy en día, tras el retroceso que sufrió la industria musical en las dos últimas décadas y el surgimiento de las plataformas digitales, es normal encontrarse con tipos a los que la fama los encuentra en su adultez temprana, por lo general pasados los 30. El trabajo autogestionado y el surgimiento a puro pulso se han consolidado como una opción tan válida como las demás, y eso está cambiando los patrones etarios de la industria musical.

Actualmente podemos encontrarnos con un predominio de los rostros jóvenes en escenas como las del pop y el folk angloparlante, en los que artistas consagrados como Jake Bugg y Ed Sheeran apenas llegan a los 25 años. Pero en el rock, si bien sí existen bandas que han despegado temprano ( The Strypes, Alabama Shakes y Tame Impala, los estoy mirando), existe una corriente llamativa de bandas que se están consagrando de manera tardía, por lo general después de varios años de carrera.

Hoy te contamos de algunos ejemplos y sus historias.

The Black Keys

La dupla de garage rock y blues rock compuesta por Dan Auerbach y Patrick Carney es una de esas muchas bandas que han debido trabajar duramente por años para que alguien se fije en ellos. No hubo productores milagrosos, ni un programa de televisión que los catapultara. Si ellos están en la cima es porque, nos guste o no, son de esos grupos que merecen estar donde están.

Todo comenzó el año 2001, cuando la dupla comenzó a juntarse a componer canciones y grabar discos en el sótano de Carney, utilizando una vieja grabadora a cinta. Se fueron ganando su espacio poco a poco: sus tres primeros álbumes, The Big Come Up (2002), Thickfreakness (2003) y Rubber Factory (2004) fueron lanzados por sellos independientes y les valieron un valioso reconocimiento en el underground musical. Su música, cruda y desprolija, tocada en el entonces novedoso formato de guitarra y batería, sin bajo, los hizo ser rápidamente comparados con The White Stripes.

Su incorporación en 2006 a Nonesuch Records, perteneciente a Warner Music, fue un importante espaldarazo musical y comercial, que los llevó a presentarse ante mayores audiencias y a girar por diversos puntos dentro y fuera de Estados Unidos. El álbum fue grabado con la misma técnica amateur de sus trabajos anteriores, en un sótano poco acondicionado y con viejos y obsoletos equipos de grabación.

La banda comenzaba a despegar, pero su éxito seguía siendo reducido. Sus giras internacionales los dejaban endeudados y las radios se negaban a tocar sus canciones. Los muchachos estaban frustrados.

Al principio eran reacios a conceder licencias para el uso de sus canciones, por miedo a parecer unos “vendidos”, pero tras mucho reflexionarlo, accedieron a que  una de sus canciones fuera usada por Nissan para un comercial. Este acto, que en primera instancia les generaba culpa, en realidad les ayudó enormemente a que un mayor marco de público los conociera y que las radios empezaran a tocar sus canciones. La buena recepción y la rotación mediática que les dio este acto los llevó a seguir comercializando sus obras, siendo estas utilizadas en campañas publicitarias y en películas como School of Rock (2003) y Zombieland (2009).

El lanzamiento de su disco Brothers (2010) les dio sus primeros tres premios Grammy, casi diez años después de su formación como banda. Posteriormente vendría la consolidación con su álbum El Camino (2011), que marcó la evolución de la banda no solo a nivel sonoro, sino también a nivel comercial: por primera vez eran los “platos de fondo” en sus conciertos, siendo teloneados por bandas del calibre de Arctic Monkeys, The Flaming Lips y Tame Impala. Paradójicamente, en la portada de este último álbum figura la vieja y destartalada furgoneta en la que se movilizaron durante años para viajar de una ciudad a otra durante sus giras.

Para entonces contaban con 31 y 32 años de edad, respectivamente, y llevaban una década de ininterrumpido trabajo musical.

Seasick Steve

¿De qué esquina rescataron a ese vagabundo? Esa es la reacción inicial de casi todos los que ven a Seasick Steve por primera vez. Su gorro de John Deere, su camisa a cuadros, su barba gris y sus guitarras destartaladas no ayudan mucho a la hora de emitir un comentario libre de prejuicios.

Pero no es un prejuicio infundado: la vida de Seasick Steve es de verdad la historia de una persona sin hogar, que viajó por muchos lugares y realizó toda clase de trabajos para sobrevivir… hasta que su música lo hizo famoso.

Steven Wold tenía 13 años cuando decidió escapar de su hogar para nunca más volver: prefirió vivir en las calles antes que seguir recibiendo los maltratos de su padrastro. Se subió a trenes, trabajó en granjas y ciudades y colaboró con diversos artistas de blues y de otros géneros musicales. Nunca fue un delincuente, pero algunas veces terminó pasando la noche en un calabozo. La mayoría de las veces era porque la policía lo encontraba durmiendo en la calle o caminando borracho por ahí.

Trabajó con muchos artistas, algunos de ellos importantes nombres de la escena musical, como la leyenda del blues, Son House. Sin embargo, nunca se creyó demasiado su propio cuento. Prefería ser músico de acompañamiento o trabajar con bandas en el estudio. Durante los años ’80 y ’90 vivió cerca de Seattle y durante ese tiempo ejerció como ingeniero y productor de varias bandas de la época.

Finalmente, tras casarse con una ciudadana noruega y obtener cierta “estabilidad” (se cambiaron de casa "solo" 57 veces en 25 años), se mudaron a Europa y finalmente Seasick Steve accedió a grabar Cheap, su primer disco, en 2004... a los 64 años de edad.

Para la grabación de este álbum, Seasick Steve se acompañó de The Level Devils, la dupla binacional compuesta por el sueco Jo Husmo en el bajo y el noruego Kai Christoffersen en batería. Esta agrupación, sin embargo, duraría poco, ya que en poco tiempo Seasick Steve comenzaría a tocar como solista. Su primer álbum en esta dinámica fue Dog House Music, que fue lanzado el año 2006.

Sus guitarras eran viejas piezas de dudosa procedencia y calidad, casi ninguna contaba con todas sus cuerdas y se encontraban sometidas a precarias reparaciones en que el trabajo de “luthería” se hacía con huincha aisladora. Su percusión en casi todas las canciones era la Mississippi Drum Machine, una caja de madera decorada con una patente de motocicleta en uno de sus costados a la que pegaba con sus bototos al compás de sus canciones.

Sus letras hablaban de su vida, de sus historias y de sus viajes, al son de una fusión de blues, folk y rock que se llenaba de potencia al salir por un viejo amplificador que distorsionaba todo lo que por él pasaba.

Su música comenzó a llamar la atención de diversos fans y expertos en el medio. Comenzó a rotar en las radios y al poco tiempo, llegó a los oídos del pianista y conductor de televisión Jools Holland, quien de inmediato lo invitó a presentarse en el especial de año nuevo de su programa Later With Jools Holland. Desde allí el despegue fue instantáneo: fue un éxito rotundo en en Youtube y fue añadido al lineup de varios festivales masivos de la temporada de verano. Seasick Steve dio de forma abrupta el paso que no dio con gradualidad durante más de 40 años de carrera: casi sin pasos intermedios pasó de tocar en las calles de Paris y Oslo a tocar en festivales masivos como Reading Festival, Glastonbury, Lowlands y Leeds, siendo acompañado en el escenario por artistas del calibre de Jack White y John Paul Jones. Sí, el bajista de Led Zeppelin.

Hoy Seasick Steve tiene 75 años y está en plena actividad. Reconoce que su cuerpo ya no aguanta tanto su vida nómade, pero siempre existe una parte de él que le pide que siga moviéndose. La música le ayuda a sanar los recuerdos dolorosos de su historia de vida, y le permite llegar a gente más joven. Como declaró en entrevista para el diario The Telegraph: “la gente idealiza la vida en la ruta, pero tú sabes, si fuera tan buena, todos la practicarían. Un día puedes estar sentado en un vagón de carga en medio de Wyoming mirando una noche estrellada, pero a la semana siguiente podrías estar en prisión. Y eso, no importa cómo lo arregles, no es bonito de contar. Yo cuento mis historias en una versión apta para todo público por el bien de mi propia salud mental. No quiero pensar demasiado en la parte fea. La hago entretenida para mí mismo: podría tomar la guitarra y sentarme a escribir durante los próximos 20 años sobre las mismas cosas. Tengo muchas historias que quieren salir”.

The Sonics

Un ejercicio que me gusta mucho hacer es el de mostrarle a amigos el último disco de The Sonics, lanzado el año pasado, y preguntarles cuántos años creen que tienen los integrantes de la banda. La mayoría les echa menos de 30 o 35 años. Acto seguido, les muestro un video de Youtube y disfruto sus caras de sorpresa.

La banda, formada en Tacoma, Washington, en 1959, comenzó como casi todas las bandas juveniles de la época: en el garaje de su casa, tocando sus canciones favoritas a todo volumen.

Su estilo estaba caracterizado por la energía y el salvajismo de sus canciones. Si bien su música no era compleja, sí era visceral y directa. Eran capaces de hacer que Little Richard sonara como soft music. Con eso te lo digo todo.

Su primer disco, Here Are The Sonics (1965), fue seguido por Boom (1966). Al poco tiempo se separaron y, salvo reuniones esporádicas o parciales, la banda no hizo mucho. Sus integrantes se retiraron y llevaron vidas “normales”. Sin embargo, su música comenzó a ser redescubierta al aparecer todo el revivalismo del protopunk y el garage rock, a principios del nuevo siglo. Bandas como The Fuzztones y los mencionados The Black Keys no tuvieron problema en reconocer su fanatismo por The Sonics, trayendo su música de vuelta gracias a versiones de sus temas.

Este revivalismo comenzó a ejercer presión sobre los músicos para que se reunieran, aún cuando para entonces llevaban décadas sin siquiera tocar un instrumento. Pero accedieron de todos modos y abandonaron el retiro para retomar sus ensayos y volver a tocar después de décadas. Se prepararon durante un año y medio para aprender nuevamente a tocar y sacar el repertorio de su concierto de reunión. Así, el año 2007, The Sonics se presentaron juntos por primera vez en décadas, con motivo del Cavestomp Garage Rock Festival, realizado en Brooklyn. Se les veía mayores, pero bastaba con cerrar los ojos para sentir que el tiempo parecía no haber pasado. Seguían igual de enérgicos, igual de potentes.

De ahí en adelante vinieron una serie de giras internacionales, apariciones en festivales y producción de nuevo material. Dos discos de estudio y uno en vivo son los resultados de esta reunión musical que los ha dejado mucho mejor parados que en su juventud: en los ’60 sus audiencias eran reducidas y sus conciertos mal pagados. Hoy, en cambio, son reconocidos como influencia por bandas tan importantes como Pearl Jam, The White Stripes y Ramones, y sus conciertos los tienen sobre escenarios de primer nivel al lado de artistas del calibre de Eddie Vedder y Robert Plant… a sus setentaitantos años de edad.