¿Has escuchado alguna vez que los japoneses no duermen?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) dormir “mal” es un problema de salud pública que afecta la vida escolar, laboral y social de las personas. Las horas de sueño dependen de cada persona, sin embargo, los especialistas recomiendan un lapso entre 6 y 8 horas diarias. Investigaciones de la Universidad de Surrey, revelan que dormir 6 horas o menos hace que se activen los genes involucrados en los procesos inflamatorios, la respuesta inmune y el estrés.
Por lo tanto, que los japoneses no duerman, resulta científicamente imposible. Pero sí es un hecho que es una de las sociedades más trabajólicas del mundo, donde salir tarde del trabajo es casi una obligación social y estudiar hasta quemarse las pestañas, es visto como el "mínimo" esperable del estudiante. Esta cultura del esfuerzo extremo es motivo de orgullo para sus habitantes.
Por eso llama la atención, cuando se visita la nación nipona, que pese a la agitada vida cotidiana de los ciudadanos y la cultura de "abeja trabajadora" sin descanso que cultivan, un sinnúmero de personas dormita sin ninguna vergüenza durante el día por toda la ciudad: en parques, plazas, escalinatas, trenes subterráneos e incluso mientras están de pie, sin importar su edad, sexo, profesión o estrato social, o lo elegantemente ataviados que estén. Lo más interesante es que a nadie parece sorprenderle, según cuenta Brigitte Steger, en una columna publicada por BBC.
Pero la cosa no se queda ahí: ¿qué te parecería estar en medio de una reunión de trabajo y que tus colegas se duerman? En más de una empresa de nuestro país, esto ameritaría una llamada de atención y hasta sentaría un buen precedente para un futuro despido.Pero al parecer, no es mal visto en la tierra del sol naciente.
Es que esta especie de narcolepsia colectiva, en Japón tiene un nombre: Inemuri, la tolerancia a dormir siestas en el transporte público, conferencias, trabajo y clases, donde hombres, mujeres y niños, aparentemente, tienen poca inhibición para quedarse dormidos cuando y donde sea que se sientan con ganas de hacerlo.
¿De dónde viene y por qué se acepta esta forma de sueño?
Una de las primeras preguntas a hacernos para responder esto, es de dónde sacamos el concepto de que el dormir sólo debe ocurrir de noche, o al revés, que durante la noche sólo se puede dormir.
Aunque nuestros cuerpos, por sus ritmos biológicos (ciclos circadianos), tienden a empujarnos a dormir cuando la luz natural desaparece, existe documentación que indicaría que los antiguos no aplicaban la lógica de las 8 horas de sueño continuo que acostumbramos en la vida moderna, sino más bien dos secciones de sueño, interrumpidas por una vigilia a mitad de la noche, en un período de 12 horas. Algunos textos hablan del "primer sueño" y "segundo sueño" y hasta recomiendan actividades para el período intermedio.
Esto también era así en Japón. Antiguamente, los estudiosos –sobre todo los samuráis jóvenes– se consideraban altamente virtuosos si interrumpían su sueño para estudiar. Aunque la práctica puede no haber sido muy eficiente, ya que requerían de aceite para sus lámparas y a menudo se dormían durante durante las clases.
Por otro lado, sabemos que hay otro horario en que nuestros cuerpos nos piden dormir: después de almuerzo, la tradicional "siesta" que en la vida moderna tenemos relegada a los fines de semana, pero que muchos llaman a reinstaurar en la vida laboral (como algunos pueblos españoles hacen hace siglos), por sus múltiples beneficios.
¿Será que, simplemente, los japoneses entienden el horario para dormir de otra manera? No parece explicación suficiente. Sigamos investigando.
Otra clave para entender esta curiosa costumbre, se encuentra en el colecho, o que los niños duerman acompañados de sus padres.
En la mayoría de los países occidentales, a los padres se les recomienda que sus bebes duerman en una habitación separada, para así evitar perjudicar su descanso (y el de los propios padres), ya que el insomnio altera y compromete la segregación de la hormona del crecimiento. Además, se entiende esta primera separación, como un paso necesario para fomentar la independencia de los menores.
Por el contrario, se dice que en Japón ocurre lo contrario y tanto los médicos como los padres insisten en que el que los niños duerman con los padres hasta que tengan por lo menos la edad escolar, los ayuda a tranquilizarlos y a que en un futuro sean adultos independientes y socialmente estables.
¿Qué tiene que ver eso con que duerman en vías públicas? Una hipótesis es que, tal vez, esa norma cultural los ayuda a dormir en presencia de los demás, incluso cuando son adultos, cosa que, de hecho, se demuestra en que tras desastres importantes, como el terremoto y posterior emergencia nuclear de Fukushima, las personas trasladadas a albergues declaraban que el dormir entre otros les ayudaba calmarse y recuperar sus rutinas de sueño.
Aunque las explicaciones anteriores pueden dar pistas para entender la popularidad de esta costumbre, Brigitte Steger piensa que la clave final para descifrar el enigma es la siguiente: el inemuri no se considera dormir en absoluto, por lo tanto, además de ser visto como algo diferente al sueño nocturno en la cama, también es visto como algo diferente a tomar una siesta.
En el término Inemuri, se compone de dos caracteres. “I” (del verbo imasu) que significa “estar presente”, mientras que “nemuri” significa “sueño”. Por lo tanto, sería "estar dormido, pero en situación de alerta". De esta manera, la persona que se encuentra en ese estado, puede estar mentalmente alejada, pero también es capaz de volver a la situación social cuando se requiere de ello, y se espera que encaje en la situación y contexto en que se encuentra, tanto en vestuario como actitud. Sería una especie de "distracción mental" tolerable, siempre que no interfiera con las otras actividades en que se espera que participe.
Si en nuestras tierras la gente tiende a considerarte como “flojo” al verte dormir de día, sobre todo en situaciones importantes, parece ser que para los japoneses significa todo lo contrario, siendo más bien el resultado del agotamiento y por ende un signo de trabajo duro. Quien hace inemuri, sólo ha sucumbido momentáneamente al cansancio de una jornada agotadora y un esfuerzo sobrehumano; y por lo tanto es alguien que demuestra compromiso, esfuerzo y espíritu de sacrificio.
De esa manera se justifica dormitar en las reuniones, por ejemplo, que generalmente son largas y que implican escuchar aburridos informes. Lo valorado es el esfuerzo de asistir, más que cuánto se logre en la reunión. Es una especie de "espíritu olímpico": participar es lo que importa.
Más aún, en una sociedad en que la modestia es un valor y el alarde es muy mal visto, pocas formas son tan efectivas para demostrar cuán trabajador se es, que dormirse o "enfermarse" de tanto trabajar. Es por esto que no pocos japoneses fingen dormirse en el trabajo sólo para representar bien el papel de agotamiento.
Loco mundo, uno fingiendo que trabaja y ellos fingiendo que duermen... ¡perdón! Inemuri, que es muy distinto.