Imagen: César Mejías

Toma nota Chile: cómo en 3 años, Taiwán subió 19 puestos en la prueba de lectura de PISA

La pequeña isla asiática se llevó la atención del mundo entero hace algunos años, cuando dio un enorme salto en esta medición internacional. Aquí te contamos qué es lo que hizo para avanzar tanto en tan poco tiempo.

Por Rodolfo Westhoff @rwesthoff | 2016-06-10 | 07:00
Tags | educacion, taiwan, chile, simce, pisa, lectura, desarrollo, politicas

Esta semana recibimos una noticia para nada buena. Se dieron a conocer los resultados de la prueba de lectura del SIMCE, llevada a cabo el año pasado por los niveles de octavo básico y segundo medio. Lamentablemente, las cifras no dejaron a nadie contento. El promedio nacional en esta materia retrocedió cinco puntos, volviendo a los 247.

Pero eso no es todo. Hubo una caída de seis puntos en el promedio entre 2003 y 2015, lo que significa que en vez de avanzar, vamos hacia atrás. Y peor aún, dentro de los hombres, el retroceso con respecto al año anterior fue de 12 puntos, pasando de 259 a 236. Eso sí, las mujeres lograron mantener su promedio de 256 (¡felicitaciones!).

Aunque más allá de los números, estos resultados reafirman la idea de que hay un gran problema de lectura en nuestro país que debemos resolver urgentemente. Sobre todo si consideramos que el 44% de los chilenos no entiende lo que lee. Por eso mismo, buscamos en la experiencia internacional algún país que haya podido solucionar un dilema similar y, entre eso, dimos con Taiwán.

Lógicamente, la idea de esto no es llegar y copiar su modelo por el hecho de que fue exitoso, ya que cada país cuenta con una realidad diferente. Sin embargo, vale la pena conocer las medidas que tomaron, para inspirarnos y ponernos manos a la obra. ¡Atento Mineduc!

El “problema” de Taiwán

Esta pequeña isla que corresponde a un estado autónomo, pero parcialmente reconocido por la República China, no es sólo reconocida por sus juguetes de dudosa calidad y el boom de lo kawaii. También le demostró al mundo que es posible evolucionar rápidamente en términos de educación, si se realizan las reformas necesarias y de la manera correcta.

Todo partió en el 2006, cuando Taiwán participó por primera vez del informe PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), el que corresponde a un programa de tres pruebas que se realizan cada tres años, en donde se evalúa el desempeño de los alumnos en ciencias, matemáticas y lectura.

Y reforzando el estereotipo de que los asiáticos son buenos para las matemáticas, los taiwaneses entraron a la medición llevándose el primer lugar en esta área. Algo similar pasó en ciencias, en donde obtuvieron el cuarto lugar. Pero en lectura el asunto no anduvo tan bien: se quedaron en el puesto número 16.

Aunque a los chilenos nos encantaría ocupar ese lugar, para el país asiático el resultado no fue visto con buenos ojos. Para más remate, el tema empeoró en la evaluación del 2009. A pesar que se mantuvieron dentro de los primeros lugares en matemáticas, experimentaron un leve retroceso en ciencias y una gran caída en lectura: bajaron al lugar 23.

El salto gigante en lectura

Al igual que Delfín Quishpe, los taiwaneses dijeron “¡no puede ser!” y se pusieron las pilas. Desde ese momento comenzaron a desarrollar e implementar una serie de políticas públicas que, en tan sólo tres años, pudieron revertir drásticamente la situación del país en la medición de lectura.

Que conste que no usamos la palabra “drásticamente” a la ligera. Para el 2012, la isla escaló 19 puestos en esa prueba, posicionándose como el cuarto país con el mejor desempeño en lectura de todo el mundo. En ese momento todas las miradas se centraron en Taiwán. Su capacidad de haber avanzado tanto en tan poco se transformó en un enigma para muchos, pero la respuesta se encontraba en el Ministerio de Educación del país.

¿Cómo lo hizo?

Desde su “mediocre” desempeño en lectura durante el 2006 y su caída en el 2009, el país se propuso mejorar sus resultados en esta área. Por lo mismo, desarrollaron una reforma educacional que incluyó una serie de políticas públicas que apuntaban a revertir su puntuación en dicha materia.

Se trató de un proyecto llamado Taiwán Inteligente”, que contempló trece planes individuales para mejorar la educación en general. De ellos, “Happy Reading 101” fue el principal encargado de impulsar el desempeño taiwanés en la lectura.

Una de sus principales medidas fue cambiar el paradigma con el que se enseñaba a desarrollar las habilidades para leer. De un método más mecánico destinado a enfatizar la retención de información y la comprensión de lectura (¿suena familiar?), lo cambiaron a uno que favorecía el pensamiento crítico y el compromiso de los estudiantes con esta materia.

Para esto, el programa llamó a los colegios a instaurar la lectura como el núcleo del aprendizaje, incluso cuando se trataban otras áreas como las ciencias o las matemáticas. La idea era hacer que los estudiantes pudieran enamorarse de la lectura y se acercaran a ella desde una manera más variada.

Un enfoque integral

Para esto, el ministerio de Educación de Taiwán proveyó de fondos tanto a los colegios como a las administraciones locales, para que llevaran a cabo una serie de medidas que pudieran hacer que lo anterior se transformara en una realidad. Así también, estos dineros fueron destinados a la adquisición de libros más actualizados, el desarrollo de herramientas de aprendizaje y la modernización/expansión de las bibliotecas de los colegios.

Otro eje relevante fue el compromiso que se forjó entre los padres y los estudiantes para favorecer la lectura. Se les pidió a las escuelas que idearan formas para hacer que las familias se vincularan con este tema y se les llamó a los apoderados a incorporar hábitos de lectura para ellos mismos.

Así también, se extendieron las horas dedicadas a leer en el colegio y se fomentaron los lazos entre distintos actores de las comunidades (como los negocios, museos, librerías y bibliotecas), para que acudieran a los establecimientos a forjar alianzas y promover iniciativas que favorecieran la lectura.

Todo esto desencadenó en variados proyectos por parte de la comunidad educacional. Por ejemplo, en la escuela Tungmen (ganadora del premio “Reading rock school” en el 2012), desarrollaron un sistema que incluía lecturas entre padres e hijos, mini lecturas matutinas de diez minutos, revisión de la prensa, cursos de aprendizaje online y más.

Otras medidas

Algo que en Chile saca ronchas y que en Taiwán se implementó, fue la evaluación docente. Los profesores se empezaron a someter a rigurosas pruebas para validarlos en el sistema público, las que en algún momento llegaron a tener sólo un 60% de aprobación. La idea detrás de esto era que se valorara más la labor pedagógica y que sólo “los mejores” pudieran desempeñarla.

Además, se cambió la forma en la que se implementaba el programa de educación para los colegios. Desde uno centralizado y estandarizado para todo el país, se pasó a uno en donde los directores de cada escuela podían moldearlo según las necesidades de cada lugar.

¿Qué medidas crees que deberíamos incorporar en Chile?