El cine y la televisión no solo tienen la capacidad de distraernos o entretenernos, sino que también tienen el poder de ampliarnos la conciencia y la perspectiva hacia nuevas ideas, abriendo la puerta al pensamiento disidente.
Al menos esa es la premisa de la campaña Flash Drives For Freedom de la fundación Human Rights Fundation, la cual busca introducir 20 mil memorias portátiles (pendrives y otros) de contrabando con contenido audiovisual a Corea del Norte, conocido mundialmente como un reino ermitaño, por ser el país más aislado del mundo.
La iniciativa de la organización con sede en California, en colaboración con Forum280, busca acaparar, borrar e introducir estas memorias flash con el apoyo de Seúl (Corea del Sur) y la disidencia interna de Norcorea.
Aunque el contenido que irá en los USB será determinado por la disidencia norcoreana, se espera que haya programas de televisión y películas surcoreanas, óperas, contenido off line de Wikipedia, filmes de Hollywood y discursos de disidentes que han podido escapar del yugo de Piongyang.
Lo interesante es que quien reciba dicha memoria drive, ni siquiera sabrá que en sus manos tiene un dispositivo con esos contenidos, el cual estará "encriptado". Solo hace falta una simple configuración para que dicho contenido aparezca.
Incluso quienes quieren donar su pendrive antiguo lo pueden hacer en la página web de la organización.
El país gobernado por la dinastía Kim hace más de 60 años, se caracteriza por ser el país más cerrado del mundo y aunque, como mencionamos en este artículo, en Corea del Norte el gobierno de Kim Jong-un ha impulsado una tibia apertura, aún existe un férreo control de las comunicaciones y de todo el contenido que entra al país, contando con un acceso a internet muy limitado, en donde la gran mayoría de la población cuenta con una red que solo funciona en el país, conocida como Kwangmyong.
Y es que después de la alimentación, la segunda cosa más valiosa y más escasa en el país son los medios extranjeros, puesto que la cultura que se consume es principalmente local, permitiéndose solo la entrada contenido audiovisual y música del mundo exterior previamente filtrada por las autoridades del régimen.
Para romper este cerco, se debe intentar todo tipo de artimañas, tales como: pasarlos mediante globos con helio, adosarlos a las partes inferiores de los camiones y a los trenes que transportan mercancía, y sobornar a los guardias fronterizos.
La ONG North Korean Strategy Center incluso asegura que cada año logra contrabandear entre 3 mil a 5 mil pendrives, aspirando a enviar unos 2 mil al mes en los siguientes tres años.
La llegada de material audiovisual de entretenimiento, como las telenovelas surcoreanas, comenzó en la década de los '90 en el contexto de la gran hambruna, luego del colapso de bloque socialista. Los cientos de personas que cruzaban a China en busca de alimentos y otros bienes para poder revender, introdujeron al país los VHS, los CDs y DVDs, y sus reproductores, convirtiéndolos en productos enormemente demandados en el mercado negro.
Los desertores del régimen afirman, que la entrada de material han tenido un enorme impacto, no tanto por su contenido, sino porque se ha constituido prácticamente como la única ventana de los norcoreanos hacia el mundo exterior, enseñándoles las comodidades de su vecina del sur, un país con un nivel de vida muy superior en varios aspectos. Al mismo tiempo, les enseña otras maneras de entender y comprender el mundo.
Las imágenes cotidianas para un occidental, de calles congestionadas, reuniones en cafés, grifos de donde sale agua caliente, mujeres que usan ropa diferente, pueden ser revolucionarias para una gente acostumbrada a vivir con pocas comodidades y con muy poco conocimiento de cómo se vive en el mundo exterior.
Al darse cuenta del potencial peligro que significa un pueblo con acceso a información y a formas de vida alternativa, Kim Jong-il, padre del actual líder norcoreano, quien falleciera en 2011, impulsó grupos de represión que irrumpían en los hogares norcoreanos, con el propósito de identificar y detener a quienes se reunían en secretos ver filmes o series occidentales o surcoreanas, tratándolos como auténticos enemigos del Estado.
Es difícil saber a ciencia cierta la efectividad que tiene la entrada de contenido exterior en Corea del Norte para combatir la dictadura totalitaria de los Kim, pero sí existe un antecedente del poder de la introducción de contenido occidental en una sociedad comunista fuertemente cerrada. Es el caso de la Rumania de Nicolae Ceaușescu durante la segunda mitad de la década de los '80.
Como nos muestra el documental Chuck Norris vs. Communism, participante de múltiples festivales en 2015 (actualmente disponible en Netflix), en 1985 Rumania estaba bajo la típica censura de los países tras la Cortina de Hierro, en donde la televisión trasmitía casi exclusivamente información oficialista, algo común en dictaduras de todo espectro político.
Fue entonces cuando se armó una sofisticada red de contrabando de cintas de VHS con películas como Terminator, Scarface, El Exorcista, entre muchas otras, creciendo como una bola de nieve el rumor e interés por dicho material, llegándose a organizar funciones secretas en departamentos que contaban con los reproductores para verlas.
De esta manera, los rumanos tuvieron acceso a un mundo desconocido, en donde los héroes luchaban contra villanos (que les recordaban a sus gobernantes), y estilos de vida a los que nunca habían tenido acceso, siendo los filmes de acción protagonizados por Sylvester Stallone, Chuck Norris o Jean-Claude Van Damme, los que más interés generaron.
Al mismo tiempo que se llevaba adelante esta masiva introducción ilegal, el régimen comunista permitió la emisión en la televisión estatal de la muy popular serie estadounidense, Dallas, la cual mostraba con lujo de detalles las ""comodidades del sistema capitalista (para nada perfecto, pero que contrastaba enormemente con la realidad rumana) y en donde se exaltaban valores propios de dicho sistema como la “avaricia”. Curiosamente el gobierno de Ceaușescu, consideró que dicha serie era beneficiosa para la causa comunista, en la medida que mostraba la “decadencia de la sociedad estadounidense y del capitalismo”.
Sin embargo "el tiro le salió por la culata" y en diciembre de 1989, una masiva revolución acabó derrocando a este régimen comunista. Aquí una nota (en inglés) sobre el impacto de "Dallas" en el proceso:
Hay que dejar en claro que el centro de la iniciativa Flash Drives For Freedom no se trata de atacar una ideología en sí misma y promover otra, sino de acabar con un estilo de gobierno, un régimen dictatorial que está impidiendo el acceso libre de su pueblo a la información y la expresión.
El caso de Rumania, nos permite imaginar que si Corea del Norte sigue el camino de apertura no oficial a miradas, valores y perspectivas de diferentes sociedades, el régimen de los Kim tendrá que reformarse o sufrirá la misma suerte que la dictadura rumana. Hay ocasiones en que no hace falta las armas para iniciar una revolución, sino simplemente una videocasetera o una memoria drive cargada de series como Friends y películas de acción como Rambo para derrocar a las peores dictaduras.