*Esta nota fue publicada originalmente en 2013.
Un ascenso en el trabajo lo llevó a salir rápido de la oficina para contárselo en persona a su pareja. Cuando salió, se dio cuenta que estaba lloviendo, pero justo pasó un amigo en auto y le ofreció llevarlo. Al contarle las buenas nuevas, el amigo le dice que tienen que celebrarlo juntos en su casa esa misma noche y que invitaría a otras viejas amistades.
Al llegar a su hogar, sus hijas saltan de felicidad mientras le dicen las excelentes notas que se sacaron. Le cuenta a su pareja la noticia del aumento, ella le dice estar orgullosa y se arreglan para la fiesta de la noche. Cuando llega, todos lo saludan con entusiasmo. Está extasiado con la cantidad de cosas buenas que le han pasado. Una ansiedad recorre su cuerpo. Saca su cajetilla del bolsillo, pero al sacar el encendedor, su amigo le advierte que en su casa no se fuma.
La escena termina con el protagonista, que vivía uno de los mejores días de su vida, afuera de la casa, helándose bajo la lluvia, sin compañía, echando humo y pensando "¿Por qué cresta no puedo dejar de fumar?"
El londinense Allen Carr podría haber sido el de la historia. Desde los 18 años se convirtió en un fumador empedernido, llegando a fumarse hasta 100 cigarrillos diarios. Cuando bordeaba los cincuenta años e impulsado por su esposa, fue a una sesión de hipnosis y en dos horas tomó la determinación de acabar con su adicción.
Tras apagar su último cigarro escribió el libro Es fácil dejar de fumar si sabes cómo, donde narra su método easyway. El texto se ha traducido a más de 25 idiomas, se han vendido más de 10 millones de ejemplares y hoy hay centros en varios países donde se aplican sus consejos, convirtiéndose en la manera más eficaz para dejar el vicio a nivel global.
Según Allen Carr, sólo dos motivos pueden llevar a una persona a fracasar en el intento de dejar el cigarro siguiendo su método: No seguir al pie de la letra las instrucciones, que incluyen no reducir el consumo durante el tratamiento, no probar con chicles de nicotina ni usar parches, entre otras. Para él, la gente que dejó de fumar utilizando esos trucos pudieron haberlo hecho a pesar de ellos, no gracias a ellos. El segundo es que todo lo que se haga, se comprenda. Cuestionar el por qué del método, del vicio, de lo que la sociedad dice al respecto, es clave para llegar a un resultado exitoso.
Lo primero que hay que hacer es preguntarse:
1. ¿Qué beneficio me proporciona fumar?
2. ¿Realmente disfruto de ello?
3. ¿Necesito, para seguir viviendo, pagar un dineral por meterme un cilindro a la boca y llenar mis pulmones de humo tóxico?
Carr dice que lo bueno de la primera pregunta es que el tabaco no proporciona absolutamente ningún beneficio. Si tú eres fumador, piensa en la respuesta respecto a qué te aporta: ¿Es el olor? Si es eso utiliza aerosol con olor a tabaco. ¿Es el sabor? No creo que tu comida favorita te haga estar todo el día pensando en ella y que no puedas estar en un lugar donde no la sirven. Además, ¿por qué la primera, segunda y tercera vez que lo probaste, no te gustó? Quizá es porque te gusta tener algo en la mano, pero entonces no es necesario encenderlo. O porque puede ser un plus social, aunque cada día es menos "cool" fumar y te aparta de lo social más que integrarte. La respuesta más usual debe ser "porque relaja", pero para eso, también hay un contraargumento en el libro.
Allen Carr dice que la primera vez que fumas sin sentir desagrado, se forma dentro tuyo "un monstruito", que se alimenta de nicotina y que cuando tiene hambre te produce un síntoma de ansiedad que sólo puede ser calmado con un cigarro. Entonces, cada vez que "necesitas" un cigarro, es el monstruito que se está haciendo notar y que deja de reclamar cuando fumas. El resultado de esto es una sensación de tranquilidad a la que atribuimos el acto de fumar, pero también es la adicción la que te produjo en primeros términos ese estrés. Sin fumar no hay necesidad de "relajar" nada, porque no existe algo dentro tuyo exigiéndote lo que no tienes.
Lo lamentable es que en tu "barómetro de bienestar", la satisfacción que te produce el cigarro es cada vez menor y se aleja del de una persona que no fuma. El libro dice que si se compara a un no fumador con un fumador, los días buenos serán menos buenos para este último y los días estresante serán más estresantes. Siempre vas a sentirte mejor previo o post adicción que durante ella, debido al síndrome de abstinencia. Ese constante vacío interior que hay que preocuparse de llenar y que cuando no se puede (vuelos en avión, hospitales, oficina) te frustra y te pone de mal humor, determinan tu estado de ánimo, mientras que el no fumador desconoce esos factores de vulnerabilidad.
¿Quién tiene el control entonces? ¿Quién tuvo el control ese día en que el tipo tuvo un excelente día, pero no pudo aguantarse de fumar? Es el cigarro y eso es lo que Carr quiere que los fumadores asuman. No están siendo dueños de sus vidas, dependen de algo externo para sentirse mejor de una manera mal entendida. Entre el alcohol, la heroína, la marihuana, el crack y la nicotina, es esta última lejos la más adictiva de las drogas. Sus efectos son a largo plazo, sólo lo puedes notar si comparas una foto tuya con otra de hace 10 años atrás y quizás ves tus dientes un poco más amarillos o los dedos teñidos, es por esto que no impacta tanto. Pero si te inyectaras la nicotina de un cigarro en las venas, te mataría porque es un veneno letal.
Por último, Carr sugiere que no veas dejar de fumar como un sacrificio. Ya viste que no estás sacrificando nada, por el contrario, te estás haciendo un favor. Y no es una costumbre, es una adicción y eso es un hecho, si no, no te costaría tanto dejarlo. No por dejar de fumar puedes darte el permiso a comer a deshoras, dice el libro. Sí en un comienzo puedes comer más porque es natural sentir ansiedad, pero uno no reemplaza una enfermedad por otra, no hay que darse permiso para eso.
Y cada vez que quieras fumarte un cigarro, piensa en que eres libre, en cómo te hace sentir decir "no fumo", en lo que ahorras, en que no tienes que apartarte del grupo, en el orgullo que sienten los que te quieren y bueno, la envidia que produces a quienes no pueden dejar de alimentar su monstruito.
Si probaste este método ¿Te sirvió? ...y si no ¿lo intentarás?