Hay solo 4 entidades en el mundo que han logrado llevar una nave al espacio en un viaje de ida y vuelta a la tierra: EEUU, Rusia, China y SpaceX.
SpaceX es una empresa norteamericana fundada por el sudafricano Elon Musk quien también es cofundador de Paypal y Tesla Motors.
Su objetivo es convertir al ser humano en una especie interplanetaria, asentando colonias en Marte. Para ello SpaceX trabaja en reducir los costos de los viajes espaciales a un décimo de lo que cuestan actualmente, gracias a la reutilización de las naves y cohetes que van al espacio. Su sueño es que ir a Marte sea algo accesible para gran parte de la población y que tengamos una ciudad completa funcionando en otro planeta.
El año 2001, dos multimillonarios se pusieron a conversar: Elon Musk y Adeo Ressi. Ambos tenían millones de dólares en sus cuentas y discutían acerca de qué cosas interesantes podrían hacer - quien no quisiera estar en esa situación -. En primera instancia la exploración espacial les pareció muy complicada y cara… hasta que se preguntaron: ¿será tan difícil? Su primera misión fue buscar la respuesta.
Al visitar el sitio web de la Nasa y buscar por Marte; Musk no encontró por ningún lado lo que a su parecer era el paso natural en la exploración espacial: llevar al hombre a Marte. Claramente Marte no era prioridad en el horizonte cercano y esto aumentó su motivación por llamar la atención del mundo realizando una misión privada al planeta rojo.
Un mes más tarde, un consultor aeroespacial llamado Jim Cantrell, recibe una misteriosa llamada de un “billonario de Internet” de apellido Musk, quien le dice que desea cambiar el futuro de la humanidad convirtiéndola en una especie multiplanetaria y que puede ir a buscarlo a su casa en su jet privado para sostener una reunión - no solo pasa en las películas -. El consultor le pide a Musk reunirse en un lugar público, pues todo le parece bastante extraño. Para su sorpresa, la llamada no era una broma. Se reunió con Musk y Ressi; comenzaron a trazar sus primeros planes.
La idea inicial era comprar cohetes y enviarlos a Marte con alguna “cosa viva”. Demostrando de este modo que dos tipos con visión y dinero pueden llegar a Marte; despertando el apetito de los gobiernos por continuar su exploración. Crearon una empresa llamada “Life to Mars” y comenzaron su búsqueda de tecnología para hacer esto posible.
Musk pensó en comprar la tecnología a los rusos. Fue a Rusia un par de veces; entre múltiples conversaciones y brindis de vodka, comenzó una negociación para comprar unos cohetes intercontinentales. En el intertanto, devoraba todos los libros que podía y cada día sabía más acerca de cohetes, motores, propulsión, etc.
Decidido a comprar tres cohetes por 21 millones de dólares, viajó a Rusia a cerrar un trato; pero los rusos querían venderle solo un cohete por 21 millones. Mientras tanto su amigo Adeo Ressi, quien lo había acompañado en los viajes anteriores, se fue convenciendo de que Elon había perdido la cabeza, el proyecto era demasiado arriesgado y costoso. Más aún cuando Elon volvió de Rusia con las manos vacías y comenzó con la idea de fabricar los cohetes con sus propios recursos.
Durante el viaje de regreso de su fallida negociación con los rusos, Elon mostró al consultor aeroespacial Jim Cantrell su genialidad, enseñándole su plan para que construyan los cohetes ellos mismos. En ese momento Cantrell supo que Elon no solo leyó todos los libros de cohetes y propulsión que le pidió; los comprendió en tiempo récord y estaba decidido a fabricar cohetes para lograr sus objetivos.
Ressi comenzó a hacer todo lo posible por no ver a su amigo despilfarrar su fortuna en lo que él veía como un fracaso seguro. Musk sabía que tenía bajas probabilidades de éxito, pero eso no lo detenía, aunque Ressi le mostró un sin fin de videos de cohetes explotando para disuadirlo y acudió a expertos para que le convenzan de que enviar un cohete a Marte está lejos de ser un objetivo alcanzable con sus fondos y baja experiencia en el rubro. No fue posible cambiar su opinión, estaba totalmente decidido a intentarlo.
Musk se contactó con un fanático de los cohetes llamado Tom Mueller, quien además de ser ingeniero en propulsión trabajaba para una empresa aeroespacial. Como hobbie participaba de un grupo con quienes iban al desierto a experimentar con cohetes. Tom estaba construyendo un motor para cohetes de propelente líquido en el garage de su casa y era la persona que Elon necesitaba. Le preguntó cuánta gente y dinero se necesitaría para hacer uno; entonces comenzó una aventura con bajas probabilidades de terminar bien. Elon Musk no era nadie en el mundo de la ingeniería aeroespacial, no tenía la experiencia, ni los abultados recursos que usualmente se utilizan para este tipo de proyectos y su amigo Ressi, quien desistió de embarcarse en la aventura, creía que estaba a punto de perder su fortuna en una locura.
Elon Musk es una persona fuera de lo común, uno de los pocos en el mundo que ha creado negocios de alto impacto en diferentes industrias y la fuente de inspiración para el director de la película Iron Man, el actor que interpretaría a Tony Stark conoció a Musk para encontrarse con la persona más parecida al súper héroe.
Para lograr tantas cosas, Elon trabaja muy duro: alrededor de 100 horas semanales. En lugar de comprarse una isla y estar de vacaciones el resto de su vida, decidió realizar proyectos que beneficien a la humanidad, relacionados con el transporte, la energía solar y la conquista de otros planetas. Fundó SpaceX el año 2002 y su fortuna personal comenzó a disminuir por varios años.
En el camino se encontraron con que no solo los cohetes rusos son caros, también lo son los proveedores de las diversas piezas que requiere uno de estos aparatos. Tom Mueller necesitaba una válvula y llamó a un fabricante. Su construcción demoraba 1 año y costaba un cuarto de millón de dólares. Decidieron construirla ellos mismos, tal como lo hacen con alrededor del 80% de los componentes que requieren para sus cohetes. El fabricante los llamó al tiempo para preguntar cómo les había ido con la válvula: quedó boquiabierto cuando supo que no le necesitaban, ¡ellos mismos estaban construyéndolas!
Los irreverentes cohetes no respetan ni a las grandes potencias y no dudan en explotar a las más mínima incomodidad: no importa si son chinos, rusos o norteamericanos,¡los cohetes explotan! Es que enviar un aparato que pesa toneladas disparado a miles de kilómetros por hora siempre ha sido difícil, abundante combustible y gran energía liberada son una combinación peligrosa. Esto bien lo saben quienes llevan años en la industria del transporte aeroespacial, que miran con un dejo de escepticismo lo que está logrando SpaceX; empresa que estuvo al borde del fracaso: sus tres primeros intentos de lanzar un cohete a órbita fueron fallidos: el año 2006, 2007 y 2008. Una pila de fracasos que no dieron tiempo ni para reponerse… la fortuna de Musk estuvo a punto de esfumarse.
El 2008 Elon Musk estaba perdiendo millones de dólares, su otro negocio: Tesla, tampoco iba bien en ese momento y le quedaban recursos solo para realizar un último lanzamiento. Fueron por el cuarto intento, el que no podía fallar y los tenía a todos con pelos de punta. El lanzamiento determinaba su destino, si fallaban todo estaba perdido y si lo lograban, estaban en una mejor posición, pero el escenario no dejaba de ser complicado. Los cohetes queman mucho dinero y producen adrenalina, una actividad no apta para conservadores ni inversionistas.
Realizaron el cuarto lanzamiento el año 2008 y el Falcon 1 surcó los cielos; dejando en órbita una carga de 165 Kg y una pequeña marca en la historia, era la primera vez que una empresa privada lograba tal hazaña: un cohete impulsado por oxígeno líquido orbitando la Tierra. Ni los videos de cohetes explotando, ni su fallida aventura en Rusia detuvieron a Musk y finalmente, justo cuando estaba al borde de perder su fortuna, la Nasa le ofreció un contrato de millones de dólares.
Actualmente, SpaceX transporta cargas desde y hacia la estación espacial internacional, además es muy probable que próximamente también transporte a los astronautas. Ha sido la primera empresa privada en crear cohetes y naves espaciales completamente reutilizables; regresan del espacio y aterrizan, quedando rápidamente disponibles para un siguiente viaje. Adicionalmente a veces sus cohetes aterrizan en una plataforma en medio del mar, reduciendo de esta forma el uso de combustible. Contra todo pronóstico, los sueños de Musk van por buen camino, no obstante aún quedan muchos viajes exitosos y no sabemos si los cohetes seguirán siendo rebeldes incorregibles.